06:00 hrs. Enero 5 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-008

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de foto al final del boletín

HAY MÁS DE SEIS MIL NIÑOS “FRONTERIZOS” MEXICANOS

 

·        La académica universitaria Mónica Vargas dijo que el problema de estos niños, conocidos como “fronterizos”, es de carácter coyuntural e involucra a toda la sociedad

·        En lo que va del año, 3 mil 852 menores en esta condición han sido atendidos en la red de albergues de tránsito, en las entidades del norte de la República

·        No obstante, el problema ha disminuido en los últimos años, al pasar de más de 8 mil infantes en esta situación en 1998, a 6 mil 708 el año pasado

 

Cada año se detectan en nuestro país más de 6 mil niñas y niños “fronterizos”, es decir, infantes que intentan cruzar junto con sus padres o solos hacia Estados Unidos, y aunque en ocasiones lo logran, por lo general son detenidos por las autoridades migratorias y deportados, señaló Mónica Vargas.

 

La académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, reconoció que este problema de coyuntura debe resolverse con la participación de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), del gobierno y la sociedad en general.

 

Afirmó que la migración está vinculada a profundos lazos familiares  y culturales. La principal labor de la sociedad civil y de los especialistas en trabajo social es concientizar a los niños sobre su situación y defender la protección de sus derechos.

 

 

Por ello, advirtió que “mientras no se registre un cambio en la mentalidad de las personas y estén conscientes de que los infantes son individuos, no adultos en proceso, sino sujetos con capacidades y posibilidades, y además pueden ejercer su derecho a expresarse, no podremos hacer nada”.

 

Según datos del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), en los primeros siete meses de este año 3 mil 852 niños fronterizos han sido atendidos en la red de albergues de tránsito existentes en las entidades del norte de la República Mexicana.

 

Mónica Vargas reconoció que su afluencia ha ido disminuyendo en los últimos años, ya que si en 1998 había más de 8 mil menores de edad en esta situación, para 2001 esa cantidad bajó a 7 mil 620, y el año pasado alcanzó los 6 mil 708 pequeños.

 

“Entre menor cantidad de niños sean atendidos en estos albergues, los procesos y programas de atención en los lugares de origen tendrán un impacto mayor, una sensibilización y un trabajo de fondo”, refirió la académica universitaria.

 

Explicó que como cualquier otro problema relacionado con la infancia, ellos “son los futuros adultos que deberán trabajar, desarrollarse y serán los encargados de sacar adelante al país. Por ello, atacar cualquier situación que signifique un riesgo para la nación debe ser de alta prioridad”.

 

En ese sentido, hay gran preocupación de la sociedad civil y de las instituciones porque cada vez el trabajo que se realice con estos pequeños sea de mayor calidad para garantizar que en unos 10 años o un poco más de tiempo sean adultos plenos.

 

Los niños fronterizos se dividen en dos grupos: los migrantes y los repatriados. Los primeros son aquellos que en su tránsito hacia Estados Unidos son detectados antes de su cruce en territorio nacional, y son canalizados para su atención en la red de albergues del Sistema DIF o de alguna ONG.

 

Los repatriados, por su parte, son quienes, en su tránsito hacia el vecino país del norte, son localizados por autoridades estadounidenses en su territorio, por lo que se inicia su deportación, dando aviso a las autoridades consulares y después entregados al Instituto Nacional de Migración en la franja fronteriza para llevarlos a la red de albergues.

Indicó que 54 por ciento de los menores atendidos en los albergues el año pasado son repatriados y 46 por ciento migrantes. Del total, 88 por ciento tienen entre 13 y 17 años, 10 por ciento de 6 a 12, y 2 por ciento de 0 a 5. Además, 66 por ciento son hombres y el resto mujeres.

 

Asimismo, recalcó que proceden de las siguientes entidades de la república: Guanajuato (11 por ciento), Michoacán, Coahuila y Tamaulipas (cada uno con 7 por ciento), Sonora (5 por ciento), y los restantes de diferentes estados.

 

La trabajadora social refirió que una de las causas de la alta incidencia de migración en los infantes es su condición económica y la de sus familias.

 

Pero también influye el factor cultural, la tradición e incluso la imitación; es decir, en muchas comunidades al cumplir 15 años o al concluir la educación secundaria el siguiente paso es dirigirse a Norteamérica. A ello se añade que muchos van a reencontrarse con el padre, el hermano, el tío o con otros familiares, que ya residen, desde tiempo atrás en esos lugares.

 

Otra causa se refiere a su condición de adolescentes, de querer explorar el mundo, de buscar nuevas experiencias o simplemente, conocer otros horizontes.

 

Además, hay dos tipos de niños fronterizos: los que provienen del interior del país, y que salen con sus familias; son sanos y van a trabajar para cooperar con la economía del hogar. Los otros tienen más tiempo de vivir en la frontera. Ambos se reúnen o se encuentran, formando pequeños grupos para intentar cruzar. En ocasiones son acompañados por adultos.

 

Explicó que cuando se habla de migración infantil se piensa en aquellos que viajan con sus padres, pero hay un alto porcentaje de pequeños que viajan solos. Es el grupo que más preocupa a la sociedad, porque está expuesto a un sinnúmero de riesgos, como tráfico de drogas o de personas, redes de explotación o de prostitución. Además de los riesgos naturales como enfermedades y subsistencia. Ello pone en riesgo su integridad física y mental.

 

 

Muchos de ellos van a reunirse con sus familias en la Unión Americana. Al igual que los adultos desempeñan actividades en la pizca, como lavaplatos o en labores generales del campo, aunque en ese país no está permitido el trabajo infantil.

 

La académica de la ENTS informó que existen 18 albergues a lo largo de la frontera para atender a estos menores, de los cuales 13 pertenecen al sistema general, municipal o estatal del DIF, y cinco están agrupados en una red de trabajo de organizaciones civiles.

 

“Se busca que sean lugares donde se respeten los derechos de los niños y se garanticen los mínimos estándares de calidad y calidez que se requiere para su atención médica y psicológica; así como la revisión de su situación jurídica y legal para reintegrarlos al seno familiar”, explicó.

 

Por ello se localiza a los padres, si es que no están en México, o se les busca acomodo con los parientes más cercanos. Son lugares transitorios, donde sus moradores estarán el menor tiempo posible, desde unas horas hasta una semana aproximadamente.

 

Se localizan en las ciudades de: Tijuana, Mexicali, Ciudad Acuña, Piedras Negras, Ciudad Juárez, Ojinaga, Agua Prieta, Nogales, Matamoros, Nuevo Laredo y Reynosa.

 

Refirió que hay temporadas cuando se reciben más niños, y coinciden con el término del ciclo escolar y las vacaciones. En el segundo y tercer trimestres del año más infantes son detectados y canalizados a sus hogares.

 

En “la labor que se lleva a cabo en los albergues, el 100 por ciento de los infantes que llegan a ellos son reintegrados a su seno familiar o al menos al lugar de donde provienen”, concluyó.

 

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Foto 1

 

Mónica Vargas, académica de la ENTS de la UNAM, explicó que los niños fronterizos son aquellos que intentan cruzar hacia los Estados Unidos, y al ser deportados, deben quedarse a vivir en la zona.

 

Foto 2

El 88 por ciento de los niños fronterizos atendidos en los albergues del norte del país tienen entre 13 y 17 años, y el 66 por ciento son hombres, informó la trabajadora social universitaria Mónica Vargas.