Boletín UNAM-DGCS-008
Ciudad Universitaria
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del boletín
HAY MÁS DE SEIS MIL NIÑOS “FRONTERIZOS” MEXICANOS
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La académica universitaria Mónica Vargas
dijo que el problema de estos niños, conocidos como “fronterizos”, es de
carácter coyuntural e involucra a toda la sociedad
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En lo que va del año, 3 mil 852 menores en
esta condición han sido atendidos en la red de albergues de tránsito, en las
entidades del norte de la República
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No obstante, el problema ha disminuido en
los últimos años, al pasar de más de 8 mil infantes en esta situación en 1998,
a 6 mil 708 el año pasado
Cada año se detectan en
nuestro país más de 6 mil niñas y niños “fronterizos”, es decir, infantes que
intentan cruzar junto con sus padres o solos hacia Estados Unidos, y aunque en
ocasiones lo logran, por lo general son detenidos por las autoridades
migratorias y deportados, señaló Mónica Vargas.
La académica de la Escuela
Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, reconoció que este problema de
coyuntura debe resolverse con la participación de las Organizaciones No
Gubernamentales (ONG), del gobierno y la sociedad en general.
Afirmó que la migración está
vinculada a profundos lazos familiares
y culturales. La principal labor de la sociedad civil y de los
especialistas en trabajo social es concientizar a los niños sobre su situación
y defender la protección de sus derechos.
Por ello, advirtió que
“mientras no se registre un cambio en la mentalidad de las personas y estén
conscientes de que los infantes son individuos, no adultos en proceso, sino
sujetos con capacidades y posibilidades, y además pueden ejercer su derecho a
expresarse, no podremos hacer nada”.
Según datos del Sistema
Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), en los primeros siete
meses de este año 3 mil 852 niños fronterizos han sido atendidos en la red de
albergues de tránsito existentes en las entidades del norte de la República
Mexicana.
Mónica Vargas reconoció que su
afluencia ha ido disminuyendo en los últimos años, ya que si en 1998 había más
de 8 mil menores de edad en esta situación, para 2001 esa cantidad bajó a 7 mil
620, y el año pasado alcanzó los 6 mil 708 pequeños.
“Entre menor cantidad de niños
sean atendidos en estos albergues, los procesos y programas de atención en los
lugares de origen tendrán un impacto mayor, una sensibilización y un trabajo de
fondo”, refirió la académica universitaria.
Explicó que como cualquier
otro problema relacionado con la infancia, ellos “son los futuros adultos que
deberán trabajar, desarrollarse y serán los encargados de sacar adelante al
país. Por ello, atacar cualquier situación que signifique un riesgo para la
nación debe ser de alta prioridad”.
En ese sentido, hay gran
preocupación de la sociedad civil y de las instituciones porque cada vez el
trabajo que se realice con estos pequeños sea de mayor calidad para garantizar
que en unos 10 años o un poco más de tiempo sean adultos plenos.
Los niños fronterizos se
dividen en dos grupos: los migrantes y los repatriados. Los primeros son
aquellos que en su tránsito hacia Estados Unidos son detectados antes de su
cruce en territorio nacional, y son canalizados para su atención en la red de
albergues del Sistema DIF o de alguna ONG.
Los repatriados, por su parte,
son quienes, en su tránsito hacia el vecino país del norte, son localizados por
autoridades estadounidenses en su territorio, por lo que se inicia su
deportación, dando aviso a las autoridades consulares y después entregados al
Instituto Nacional de Migración en la franja fronteriza para llevarlos a la red
de albergues.
Indicó que 54 por ciento de
los menores atendidos en los albergues el año pasado son repatriados y 46 por
ciento migrantes. Del total, 88 por ciento tienen entre 13 y 17 años, 10 por
ciento de 6 a 12, y 2 por ciento de 0 a 5. Además, 66 por ciento son hombres y
el resto mujeres.
Asimismo, recalcó que proceden
de las siguientes entidades de la república: Guanajuato (11 por ciento),
Michoacán, Coahuila y Tamaulipas (cada uno con 7 por ciento), Sonora (5 por
ciento), y los restantes de diferentes estados.
La trabajadora social refirió
que una de las causas de la alta incidencia de migración en los infantes es su
condición económica y la de sus familias.
Pero también influye el factor
cultural, la tradición e incluso la imitación; es decir, en muchas comunidades
al cumplir 15 años o al concluir la educación secundaria el siguiente paso es
dirigirse a Norteamérica. A ello se añade que muchos van a reencontrarse con el
padre, el hermano, el tío o con otros familiares, que ya residen, desde tiempo
atrás en esos lugares.
Otra causa se refiere a su
condición de adolescentes, de querer explorar el mundo, de buscar nuevas
experiencias o simplemente, conocer otros horizontes.
Además, hay dos tipos de niños
fronterizos: los que provienen del interior del país, y que salen con sus
familias; son sanos y van a trabajar para cooperar con la economía del hogar.
Los otros tienen más tiempo de vivir en la frontera. Ambos se reúnen o se
encuentran, formando pequeños grupos para intentar cruzar. En ocasiones son
acompañados por adultos.
Explicó que cuando se habla de
migración infantil se piensa en aquellos que viajan con sus padres, pero hay un
alto porcentaje de pequeños que viajan solos. Es el grupo que más preocupa a la
sociedad, porque está expuesto a un sinnúmero de riesgos, como tráfico de
drogas o de personas, redes de explotación o de prostitución. Además de los
riesgos naturales como enfermedades y subsistencia. Ello pone en riesgo su
integridad física y mental.
Muchos de ellos van a reunirse
con sus familias en la Unión Americana. Al igual que los adultos desempeñan
actividades en la pizca, como lavaplatos o en labores generales del campo,
aunque en ese país no está permitido el trabajo infantil.
La académica de la ENTS
informó que existen 18 albergues a lo largo de la frontera para atender a estos
menores, de los cuales 13 pertenecen al sistema general, municipal o estatal
del DIF, y cinco están agrupados en una red de trabajo de organizaciones
civiles.
“Se busca que sean lugares
donde se respeten los derechos de los niños y se garanticen los mínimos
estándares de calidad y calidez que se requiere para su atención médica y
psicológica; así como la revisión de su situación jurídica y legal para
reintegrarlos al seno familiar”, explicó.
Por ello se localiza a los
padres, si es que no están en México, o se les busca acomodo con los parientes
más cercanos. Son lugares transitorios, donde sus moradores estarán el menor
tiempo posible, desde unas horas hasta una semana aproximadamente.
Se localizan en las ciudades
de: Tijuana, Mexicali, Ciudad Acuña, Piedras Negras, Ciudad Juárez, Ojinaga,
Agua Prieta, Nogales, Matamoros, Nuevo Laredo y Reynosa.
Refirió que hay temporadas
cuando se reciben más niños, y coinciden con el término del ciclo escolar y las
vacaciones. En el segundo y tercer trimestres del año más infantes son
detectados y canalizados a sus hogares.
En “la labor que se lleva a
cabo en los albergues, el 100 por ciento de los infantes que llegan a ellos son
reintegrados a su seno familiar o al menos al lugar de donde provienen”,
concluyó.
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Foto 1
Mónica Vargas, académica de la ENTS de la UNAM, explicó que los niños
fronterizos son aquellos que intentan cruzar hacia los Estados Unidos, y al ser
deportados, deben quedarse a vivir en la zona.
Foto 2
El 88 por ciento
de los niños fronterizos atendidos en los albergues del norte del país tienen
entre 13 y 17 años, y el 66 por ciento son hombres, informó la trabajadora
social universitaria Mónica Vargas.