06:00 hrs. Diciembre 31 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-979

Ciudad Universitaria

Pies de fotos al final del boletín

 

IDEAL, COMO MASCOTA, EL  XOLOITZCUINTLE O PERRO PELÓN MEXICANO

 

·        Raúl Valadez, del IIA, destacó que se caracterizan por su fácil manejo y excelente compañía para niños y adultos

·        Es una raza originaria de México, pues se ha documentado su existencia desde la época prehispánica

·        En Alemania, Francia o Dinamarca, se pagan hasta 9 mil pesos por cada animal, cuando en la cuenca del río Balsas los venden en 100 pesos

 

Los perros pelones mexicanos o xoloitzcuintles son ideales como mascotas. Las características de esta raza originaria de nuestro país   –de la que se ha documentado su existencia desde la época prehispánica–, facilita su entrada a los hogares, aseguró Raúl Valadez Azúa, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM.

 

El investigador consideró que estos ejemplares pueden ser utilizados como animales de compañía por su fácil cuidado y docilidad pues, al no ser de naturaleza temperamental, no representan peligro para los menores ni para los adultos, por lo que son ideales para ambientes familiares o infantiles.

 

En el ámbito doméstico, pueden vivir con facilidad en  ciudades y departamentos. La mitad de la población podría tener uno en casa. Al ser afectivos se adaptan a los hogares con niños pequeños, pues siempre quieren estar jugando con ellos. No son agresivos, pero sí alertas, les encanta la interacción con los seres humanos y responden ante la presencia de extraños.

 

Al carecer de pelo, este perro no se infesta de pulgas, es limpio y se acostumbra a espacios reducidos, aún sin patio. Lo único que necesitan es un colchón pequeño y una cobija.

 

Su piel es en extremo sensible y no acepta perfume, aunque se puede bañar con jabón neutro. Pueden encontrarse ejemplares con una estatura que va desde 20 a 25 centímetros, parecidos a los chihuahueños, hasta alcanzar los 40 centímetros de alzada, robustos y fuertes.

 

Entre las múltiples ventajas de criarlos puede señalarse que no necesitan alimentación o cuidados especiales, se reproducen con facilidad y, en este rubro, nuestro país puede convertirse en el exportador número uno de perros pelones, los cuales son bien cotizados en el extranjero. En Alemania, Francia o Dinamarca pueden pagarse hasta 9 mil pesos por cada animal, cuando en la cuenca del Río Balsas los venden en 100 pesos.

 

El universitario comentó que estos canes podrían ser entrenados, reproducidos y comercializados con excelentes resultados económicos: “Curiosamente, los criaderos más grandes de esta raza se localizan en Estados Unidos”.

 

Raúl Valadez corrigió aquella creencia que afirmaba que en la época prehispánica sólo existieron xoloitzcuintles en nuestro territorio. Hay evidencias sobre la presencia de por lo menos cinco razas distintas de esa especie.

 

La más abundante era la del perro común; otra, el xoloitzcuintle; una tercera la conformaban animales similares en cabeza y tronco al primero, pero de patas pequeñas, y que las crónicas del siglo XVI llaman Tlalchichi. La cuarta raza provenía del área maya, un animal con pelo, más ligero, esbelto, chico y con rostro más pequeño, de nariz corta. La última era un híbrido de lobo y perro que se criaba con fines rituales bien definidos y que la gente utilizaba para ceremonias de alto estatus.

 

“Con las investigaciones más recientes estamos por hacer la declaratoria de una sexta raza, aunque aún no tenemos elaborado el documento. Sólo sabemos que es diferente de las otras y se detectó en asentamientos mayas de Chiapas”, reveló.

 

Refirió que hasta hace unas décadas se afirmaba que el xoloitzcuintle provenía de Asia, lo cual es falso. Junto con las migrantes de esa zona llegaron sólo perros de apariencia común.

 

Está documentado que hace dos mil años, en el occidente de México, una población de perros sufrió una mutación de manera espontánea, lo que provocó que una camada saliera con ejemplares pelones. De hecho, en Guerrero y Michoacán hay animales –como perros, gatos, cerdos, vacas y cabras–  cuya característica principal es que carecen de pelo, y forman parte del ámbito normal de la población.

 

Valadez Azúa comentó que hay registros arqueo–zoológicos que señalan que durante más de medio siglo estos especímenes permanecieron limitados al occidente del país, lo que hoy es Nayarit, Jalisco, Colima y Michoacán.

 

Para los teotihuacanos se trataba de animales exóticos, de tierras lejanas, que constituía un regalo. Ellos vivieron sin interacción con el xoloitzcuintle. Los perros comunes eran los más frecuentes en la ciudad. Más tarde, del siglo VIII al X, con la llegada de los chichimecas arribaron los primeros pelones

 

En los siglos XI y XII los toltecas extendieron su influencia del centro de México hasta la península de Yucatán, y llevaron sus jaurías a los territorios mayas, donde se adaptaron. Eran pocos: de 100 perros identificados en un contexto arqueológico, 95 eran comunes y los restantes pertenecían a las demás razas.

 

Estos animales fueron llamativos para los españoles, pero no les dieron mayor relevancia, y al consumarse la Conquista los abandonan a su suerte. Llegan razas caninas europeas, preferidas por las elites, lo que provocó que el xoloitzcuintle quedara limitado a pequeñas zonas geográficas.

 

 

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PIES DE FOTO

 

Foto 1

Raúl Valadez Azúa, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, señaló que la epidermis del xoloitzcuintle es adecuada para la experimentación de productos de higiene, cuidado o belleza del cuerpo humano, dado que por sus características, los resultados obtenidos pueden luego ser aplicados a los hombres.

 

Foto 2

Pueden encontrarse ejemplares de xoloitzcuintle que van de una estatura de entre 20 y 25 centímetros, que parecen chihuahueños, hasta los que alcanzan 40 centímetros de alzada, robustos y fuertes, reconoció el investigador universitario Raúl Valadez Azúa.