Boletín UNAM-DGCS-964
Ciudad Universitaria
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final del boletín
LA DEPRESIÓN AFECTA POR IGUAL A NIÑOS, ADOLESCENTES Y ADULTOS
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En los infantes se presenta mayoritariamente
en varones; en la adolescencia, entre mujeres: Emilia Lucio, de la Facultad de
Psicología de la UNAM
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Hilda Fernández de Ortega, profesora y
secretaria técnica de la FP, mencionó que la vida humana es la mezcla de
racionalidad y emotividad
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El estrés puede causar enfermedades
gastrointestinales, cardiopatías, alergias, cefaleas e, incluso, se relaciona
con el cáncer: Gustavo Adolfo Navarro Ayala, también de la FP
Sufren depresión los niños y
adolescentes en una proporción similar al número de casos que se registra en
adultos dijo Emilia Lucio, especialista en psicoanálisis e investigadora nacional
de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
Lucio señaló que entre los
infantes, la depresión se registra en mayor medida en los varones; mientras que
en la adolescencia es más notable entre las mujeres, aunque las causas de que
así ocurra todavía se desconocen.
Explicó que apenas hace una
décadas se reconoció que los infantes también pueden ser afectados por ese
padecimiento, ocasionado por la interacción entre aspectos físicos y
psicológicos como los cambios hormonales y la menstruación, en ellas. O bien, a
que a los niños se les tolera más expresar su agresión y emociones.
La experta refirió que la
depresión es un fenómeno que afecta a una gran parte de la población mundial.
En Estados Unidos, 18 millones de adultos padecen enfermedades depresivas. “Es
un fenómeno costoso en términos económicos, pero sobre todo de sufrimiento y
psicológicos”.
Según la Organización
Panamericana de la Salud (OPS), en América 150 millones de personas presentan
algún síntoma de desequilibrio mental. Tan sólo en América Latina y el Caribe
17 millones de jóvenes requieren tratamiento para estos desequilibrios.
En México, según datos de la
misma OPS y de la Encuesta Nacional de Salud Pública –efectuada entre 5 mil 826
mexicanos de las zonas urbanas–, uno de cada diez sujetos tiene depresión
recurrente; incluso, la prevalencia se extiende al 11 por ciento de las mujeres
y al 7 por ciento de los hombres.
Estos trastornos interfieren
con el funcionamiento cotidiano de las personas. Afectan el organismo, el ánimo
y la manera de pensar, la forma como una persona come y duerme: “no es lo mismo
que un estado pasajero de tristeza; no es una cuestión de la cual uno pueda
liberarse. Sin tratamiento, los síntomas pueden durar semanas, meses e,
incluso, años”, aclaró Lucio.
Luego de explicar que hay
depresión severa, distimia y trastorno bipolar, y de que el número, gravedad y
persistencia de los síntomas varían en cada uno, expuso que un niño deprimido
puede simular estar enfermo, rehusarse a ir a la escuela, no querer separarse
de los padres o tener medio de que uno de ellos muera.
En tanto, los muchachos
presentan mal humor, se comportan como pequeños traviesos e indisciplinados,
además de sentirse incomprendidos. Por ello, en ocasiones es difícil establecer
si un púber pasa por una fase de su desarrollo o si verdaderamente padece
depresión. “Existe el mito de que el adolescente no necesita ni quiere ayuda de
los padres. Los necesita, pero de manera diferente a la niñez”.
Los síntomas más evidentes de
depresión en la adolescencia, abundó, son el rendimiento escolar pobre,
alejamiento de los amigos, tristeza y desesperanza, falta de entusiasmo, enojo,
coraje, hipersensibilidad a la crítica, percepción de incapacidad para
satisfacer sus ideales, baja autoestima, inquietud, cambios en los patrones de
alimentación y sueño, abuso de sustancias, y problemas con la autoridad. “No
todos los chicos presentan la totalidad de ellos”, precisó.
Las causas del problema son
las expectativas académicas, sociales o familiares poco realistas, que pueden
propiciar un sentimiento de rechazo, confusión y desesperanza.
Para el tratamiento de la
depresión, finalizó Emilia Lucio, se requiere una evaluación adecuada. Hay
remediales, como fármacos y psicoterapia, necesarios por la interacción entre los
aspectos biológico y psicológico. Empero, lo mejor es la prevención en las
escuelas y la comunidad.
En tanto, Hilda Fernández de
Ortega, profesora de la División de Estudios Profesionales y secretaria técnica
de la FP, señaló que las emociones se inician desde que nacemos y cada una deja
una huella.
Son resultado de cuatro
procesos: fisiológicos –temperamento, biológicamente determinado–;
cognoscitivos –memoria, aprendizaje, percepción–; procesos funcionales –indican
el sentido de cada emoción: por ejemplo, el miedo tiene la función de
sobrevivencia y lleva a pelear o huir–, y expresivos –conductas que siguen
reglas culturales y sirven para modular la forma como expresamos lo que
sentimos–.
Cuando un niño nace tiene tres
sensaciones: satisfacción, interés y alteración, que se convierten a lo largo
del desarrollo en alegría, sorpresa y tristeza o disgusto, respectivamente. Más
tarde, al tener conciencia del autorreferente, surge la perturbación, la
envidia, los celos y la empatía; luego, emociones más elaboradas donde el
factor social tiene un papel fundamental: vergüenza, orgullo y culpa.
Una vez que se empieza a
crecer y se tiene conciencia de las relaciones con los otros, se presentan
dilemas emocionales. En la adolescencia, la tarea principal es aprender a
manejar las relaciones emocionales en torno a “nodos”, como el respeto a la
equidad y reciprocidad; la ayuda a los demás y la confiabilidad en el otro.
La vida humana es una mezcla
de la racionalidad y emotividad, aseveró. No podemos percibir la realidad de
otra manera –si de verdad queremos entenderla– que no sea utilizando estas dos
inteligencias.
Por último, Gustavo Adolfo
Navarro Ayala, terapeuta del Programa de Atención Psicológica a Enfermos
Crónico-degenerativos del Centro de Servicios Psicológicos “Guillermo Dávila”
de la FP, expuso que en el ámbito biológico y fisiológico hay una serie de
cambios en el cuerpo humano al enfrentarse a una situación nueva.
Al respecto, señaló que el
estrés puede causar enfermedades gastrointestinales, como úlceras y colitis,
cardiopatías, alergias, cefaleas e, incluso, se relaciona con el cáncer.
Por eso, y ante la
imposibilidad de eliminar el estrés de la vida de las personas, éstas deben
manejarlo y controlar las situaciones de tensión. Para ello existe un síndrome
de adaptación ante las situaciones nuevas.
Para que las condiciones de
salud mental de niños y adolescentes mejoren, es necesario proporcionarles un
ambiente sin riesgos. También, difundir mayor información y capacitar a
profesionistas y prestadores de asistencia sanitaria, de forma que se les
asegure el acceso a servicios de salud de buena calidad.
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PIES FOTO
Foto 1
Emilia Lucio,
especialista en psicoanálisis e investigadora nacional de la Facultad de
Psicología de la UNAM, dijo que los niños y adolescentes sufren depresión en
una proporción similar a la de los adultos.
Foto 2
Las emociones se
inician desde que nacemos y cada una deja una huella en la vida de las
personas, indicó Hilda Fernández de Ortega, profesora de la División de
Estudios Profesionales y secretaria técnica de la Facultad de Psicología de la
UNAM.
Foto 3
El terapeuta
universitario Gustavo Navarro Ayala expuso que en el ámbito biológico y
fisiológico hay una serie de cambios en el cuerpo humano al enfrentarse a una
situación nueva.