06:00 hrs. Diciembre 23 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-964

Ciudad Universitaria

Pies de fotos al final del boletín

 

LA DEPRESIÓN AFECTA POR IGUAL A NIÑOS, ADOLESCENTES Y ADULTOS

 

·        En los infantes se presenta mayoritariamente en varones; en la adolescencia, entre mujeres: Emilia Lucio, de la Facultad de Psicología de la UNAM

·        Hilda Fernández de Ortega, profesora y secretaria técnica de la FP, mencionó que la vida humana es la mezcla de racionalidad y emotividad

·        El estrés puede causar enfermedades gastrointestinales, cardiopatías, alergias, cefaleas e, incluso, se relaciona con el cáncer: Gustavo Adolfo Navarro Ayala, también de la FP

 

Sufren depresión los niños y adolescentes en una proporción similar al número de casos que se registra en adultos dijo Emilia Lucio, especialista en psicoanálisis e investigadora nacional de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.

 

Lucio señaló que entre los infantes, la depresión se registra en mayor medida en los varones; mientras que en la adolescencia es más notable entre las mujeres, aunque las causas de que así ocurra todavía se desconocen.

 

Explicó que apenas hace una décadas se reconoció que los infantes también pueden ser afectados por ese padecimiento, ocasionado por la interacción entre aspectos físicos y psicológicos como los cambios hormonales y la menstruación, en ellas. O bien, a que a los niños se les tolera más expresar su agresión y emociones.

 

La experta refirió que la depresión es un fenómeno que afecta a una gran parte de la población mundial. En Estados Unidos, 18 millones de adultos padecen enfermedades depresivas. “Es un fenómeno costoso en términos económicos, pero sobre todo de sufrimiento y psicológicos”.

 

Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en América 150 millones de personas presentan algún síntoma de desequilibrio mental. Tan sólo en América Latina y el Caribe 17 millones de jóvenes requieren tratamiento para estos desequilibrios.

 

En México, según datos de la misma OPS y de la Encuesta Nacional de Salud Pública –efectuada entre 5 mil 826 mexicanos de las zonas urbanas–, uno de cada diez sujetos tiene depresión recurrente; incluso, la prevalencia se extiende al 11 por ciento de las mujeres y al 7 por ciento de los hombres.

 

Estos trastornos interfieren con el funcionamiento cotidiano de las personas. Afectan el organismo, el ánimo y la manera de pensar, la forma como una persona come y duerme: “no es lo mismo que un estado pasajero de tristeza; no es una cuestión de la cual uno pueda liberarse. Sin tratamiento, los síntomas pueden durar semanas, meses e, incluso, años”, aclaró Lucio.

 

Luego de explicar que hay depresión severa, distimia y trastorno bipolar, y de que el número, gravedad y persistencia de los síntomas varían en cada uno, expuso que un niño deprimido puede simular estar enfermo, rehusarse a ir a la escuela, no querer separarse de los padres o tener medio de que uno de ellos muera.

 

En tanto, los muchachos presentan mal humor, se comportan como pequeños traviesos e indisciplinados, además de sentirse incomprendidos. Por ello, en ocasiones es difícil establecer si un púber pasa por una fase de su desarrollo o si verdaderamente padece depresión. “Existe el mito de que el adolescente no necesita ni quiere ayuda de los padres. Los necesita, pero de manera diferente a la niñez”.

 

Los síntomas más evidentes de depresión en la adolescencia, abundó, son el rendimiento escolar pobre, alejamiento de los amigos, tristeza y desesperanza, falta de entusiasmo, enojo, coraje, hipersensibilidad a la crítica, percepción de incapacidad para satisfacer sus ideales, baja autoestima, inquietud, cambios en los patrones de alimentación y sueño, abuso de sustancias, y problemas con la autoridad. “No todos los chicos presentan la totalidad de ellos”, precisó.

 

Las causas del problema son las expectativas académicas, sociales o familiares poco realistas, que pueden propiciar un sentimiento de rechazo, confusión y desesperanza.

 

Para el tratamiento de la depresión, finalizó Emilia Lucio, se requiere una evaluación adecuada. Hay remediales, como fármacos y psicoterapia, necesarios por la interacción entre los aspectos biológico y psicológico. Empero, lo mejor es la prevención en las escuelas y la comunidad.

 

En tanto, Hilda Fernández de Ortega, profesora de la División de Estudios Profesionales y secretaria técnica de la FP, señaló que las emociones se inician desde que nacemos y cada una deja una huella.

 

Son resultado de cuatro procesos: fisiológicos –temperamento, biológicamente determinado–; cognoscitivos –memoria, aprendizaje, percepción–; procesos funcionales –indican el sentido de cada emoción: por ejemplo, el miedo tiene la función de sobrevivencia y lleva a pelear o huir–, y expresivos –conductas que siguen reglas culturales y sirven para modular la forma como expresamos lo que sentimos–.

 

Cuando un niño nace tiene tres sensaciones: satisfacción, interés y alteración, que se convierten a lo largo del desarrollo en alegría, sorpresa y tristeza o disgusto, respectivamente. Más tarde, al tener conciencia del autorreferente, surge la perturbación, la envidia, los celos y la empatía; luego, emociones más elaboradas donde el factor social tiene un papel fundamental: vergüenza, orgullo y culpa.

 

 

 

Una vez que se empieza a crecer y se tiene conciencia de las relaciones con los otros, se presentan dilemas emocionales. En la adolescencia, la tarea principal es aprender a manejar las relaciones emocionales en torno a “nodos”, como el respeto a la equidad y reciprocidad; la ayuda a los demás y la confiabilidad en el otro.

 

La vida humana es una mezcla de la racionalidad y emotividad, aseveró. No podemos percibir la realidad de otra manera –si de verdad queremos entenderla– que no sea utilizando estas dos inteligencias.

 

Por último, Gustavo Adolfo Navarro Ayala, terapeuta del Programa de Atención Psicológica a Enfermos Crónico-degenerativos del Centro de Servicios Psicológicos “Guillermo Dávila” de la FP, expuso que en el ámbito biológico y fisiológico hay una serie de cambios en el cuerpo humano al enfrentarse a una situación  nueva.

 

Al respecto, señaló que el estrés puede causar enfermedades gastrointestinales, como úlceras y colitis, cardiopatías, alergias, cefaleas e, incluso, se relaciona con el cáncer.

 

Por eso, y ante la imposibilidad de eliminar el estrés de la vida de las personas, éstas deben manejarlo y controlar las situaciones de tensión. Para ello existe un síndrome de adaptación ante las situaciones nuevas.

 

Para que las condiciones de salud mental de niños y adolescentes mejoren, es necesario proporcionarles un ambiente sin riesgos. También, difundir mayor información y capacitar a profesionistas y prestadores de asistencia sanitaria, de forma que se les asegure el acceso a servicios de salud de buena calidad.

 

 

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Foto 1

Emilia Lucio, especialista en psicoanálisis e investigadora nacional de la Facultad de Psicología de la UNAM, dijo que los niños y adolescentes sufren depresión en una proporción similar a la de los adultos.

 

Foto 2

Las emociones se inician desde que nacemos y cada una deja una huella en la vida de las personas, indicó Hilda Fernández de Ortega, profesora de la División de Estudios Profesionales y secretaria técnica de la Facultad de Psicología de la UNAM.

 

Foto 3

El terapeuta universitario Gustavo Navarro Ayala expuso que en el ámbito biológico y fisiológico hay una serie de cambios en el cuerpo humano al enfrentarse a una situación nueva.