06:00 hrs. Diciembre 18 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-954

Ciudad Universitaria

Pies de fotos al final del boletín

 

CREAN EN LA UNAM NUEVO MODELO PARA PROYECTAR EL CRECIMIENTO DE ÁRBOLES TROPICALES

 

·        Es útil para que los productores, al sembrar árboles, sepan cuándo podrán cosechar los frutos o con qué volumen de madera contarán; para determinar tiempos de restauración de selvas y conocer la dinámica de los ecosistemas

·        Martin Ricker, investigador de la Estación Los Tuxtlas del Instituto de Biología, señaló que este método puede prever el crecimiento de los árboles por cientos de años

 

Martin Ricker, investigador de la Estación de Biología Tropical “Los Tuxtlas”, Veracruz,  adscrito al Instituto de Biología (IB) de la UNAM, creó un nuevo modelo de proyección de crecimiento de árboles tropicales de la selva, útil para los productores de frutas y de madera, así como para determinar los tiempos de restauración de selvas y conocer la dinámica de esos ecosistemas.

 

El método tiene diversas aplicaciones, una de ellas para el análisis de costo-beneficio: “Es obvio que un productor quiera saber en cuántos años puede cosechar, y la masa de frutos que obtendrá o qué volumen de madera podrá producir”, e

xpresó.

 

El científico explicó que pronosticar el crecimiento arbóreo es un problema no sólo en Los Tuxtlas, sino en todas las zonas tropicales del mundo, pues a diferencia de las zonas templadas, como Europa, o las áreas tropicales montañosas, como la Sierra Madre Occidental en México, en las selvas tropicales no hay frío invernal que interrumpa el crecimiento de los árboles.

 

En climas gélidos se forman anillos anuales en su madera, que pueden contarse desde el centro del tronco para determinar la edad. En las zonas del Trópico dichos figuras no se forman o, por lo general, no son confiables: pueden ser “falsos” o no apreciarse.

 

El objetivo de la investigación, recordó el científico, era determinar el crecimiento arbóreo de largo plazo, en un período corto de tiempo: uno o dos años. El método empleado fue la medición de árboles de diferente tamaño, desde muy pequeños hasta algunos que tienen 100 o 200 años: “si no hay variación genética ni ambiental, los más grandes puedan decirnos cómo crecerán los jóvenes en el futuro”.

 

El procedimiento se basa en la medición del incremento anual del diámetro del tronco. Por ejemplo, puede medir 50 centímetros y al año siguiente 51, es decir, crecería un centímetro en un año. Midiendo de esta manera alrededor de 100 árboles, se tiene la cantidad suficiente de datos para emplear una regresión matemática con un modelo estadístico. Aplicando posteriormente un cálculo integral, se obtiene el diámetro de un ejemplar promedio en función de la edad, correspondiente a los datos de campo.

 

Las proyecciones se pueden hacer hasta para cientos de años. “No hay límites en ese sentido. Eso lo determina el árbol más grande del estudio. Por ejemplo, tenemos una proyección a 450 años para un árbol pariente del aguacate, Persea schiedeana, una especie que crece con lentitud, por lo que el diámetro de su tronco a esa edad es de alrededor de 110 centímetros”.

 

Ricker expuso que el método se ha utilizado para 18 especies de la región de Catemaco en Veracruz (Los Tuxtlas), para las cuales se han medido de 100 a 120 árboles de diferente tamaño. “Es una buena población estadística de especies como mamey, zapote negro, cedro rojo y otras menos conocidas, pero que consideramos deben aprovecharse más en la región, como el sabino (Guarea grandifolia), de la misma calidad del cedro, aunque sin su buen olor”.

 

 

Entre los resultados obtenidos por el científico, doctorado por la Universidad de Yale, Estados Unidos, se encuentra la gran variación entre especies y sitios. Ejemplo de ello es Cordia alliodora (laurel) que crece con relativa rapidez, 60 centímetros en 35 años, y la mencionada Persea, que para alcanzar esa talla requirió de más de 200 años. Este dato es importante para tasar su valor comercial.

 

El experto recordó que las áreas tropicales son para ganadería extensiva, como ocurre en el estado de Veracruz y en otras partes del Trópico. Si se mejora su uso podría incrementarse la cría de animales mediante un sistema de enriquecimiento que puede ser, en este caso, la siembra de mamey. En estos sistemas es importante pronosticar el crecimiento de los árboles sembrados.

 

Ricker señaló que participa en un proyecto de restauración de Petróleos Mexicanos cerca de Coatzacoalcos, donde se pretende crear un parque ecológico. “Estamos reforestando. De igual manera interesa saber cuánto tiempo tardarán en crecer los árboles. Los datos del estudio de crecimiento, obtenidos en la Estación y reserva de la UNAM en Los Tuxtlas, nos sirven como referencia.”

 

El modelo matemático del doctor Ricker –diseñado con el apoyo de Rafael René del Río Castillo, del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas– es potencialmente aplicable a todas las especies tropicales.

 

Por su importancia, el universitario ya ha sido contactado por un científico de Estados Unidos, quien desea hacer una aplicación en Mali, África, y determinar su aprovechamiento en otro continente y en un ambiente distinto.

 

“Desarrollé un software que hace toda la matemática, y ahora estoy preparando el manual de uso con la idea de contar con un método práctico para que cuando alguien lo necesite lo pueda usar”, revela.

 

El estudio está en proceso de publicación en la revista de investigación forestal Forest Science, publicado por la Society of American Foresters en Estados Unidos. Este artículo respalda que su método científico es riguroso. Ahora viene la parte de transferencia de tecnología para las aplicaciones forestales en la práctica.

 

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PIES DE FOTO

 

Foto 1

Martin Ricker, investigador de la Estación de Biología Tropical “Los Tuxtlas” del Instituto de Biología de la UNAM, creó un nuevo modelo de proyección de crecimiento de árboles tropicales de la selva.

 

Foto 2

El nuevo método para pronosticar la producción maderera y frutal de los árboles tropicales, desarrollado por Martin Ricker, del Instituto de Biología de la UNAM, permitirá el desarrollo económico de los agricultores.