Boletín UNAM-DGCS-942
Ciudad Universitaria
Pies de fotos al
final del boletín
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Los avances de las tecnologías de la
información han permitido su desarrollo
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Sin embargo, no existe una cuantificación
sistemática sobre cuántos centros de información o de documentación existen en
el país, aseveró Rosa María Fernández de Zamora, coordinadora de la Biblioteca
Nacional
Las bibliotecas de la
Ciudad de México han mejorado al incluir dentro de sus servicios los modernos
sistemas de consulta de textos en línea, gracias a los avances tecnológicos y
de la informática, aseguró Rosa María Fernández de Zamora.
Por supuesto, recalcó la
coordinadora de la Biblioteca Nacional de México (BNM), “no se ha avanzado
tanto como quisiéramos, porque los recursos no son suficientes; pero en la
actualidad sí se tiene conciencia de que es prioritario poner la información al
alcance de la sociedad mexicana”.
Uno de los problemas más
serios que se enfrentan, indicó, es que no censa periódicamente el número de
recintos bibliográficos, centros de información o de documentación que existen
en el país y en la Ciudad de México en particular, pese a los trabajos de
investigadores especializados, sobre todo ahora que su contenido puede
procesarse y hacerse accesible con mayor rapidez.
No se puede hacer planeación
sin datos concretos, actualizados y verídicos de este aspecto cultural. Por
ello, en 1996 propuso un instrumento que informara sobre la situación de esos
espacios en el DF. La iniciativa, apoyada por el Programa Universitario de
Estudios sobre la Ciudad (PUEC) y el Centro Universitario de Investigaciones
Bibliotecológicas (CUIB), dio como resultado el Mapa Bibliotecario de los
Servicios de Información en la Ciudad de México.
En ese trabajo –publicado en
1998–, se estableció que existían mil 331 acervos con 16 millones 974 mil 811
de libros en la capital del país, de los cuales –de acuerdo con la
clasificación tomada de la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO)– 437 eran centros de documentación
escolares, 259 de carácter público, 241 universitario y 394 especializado.
Con esos datos de primera mano
concluyó que, para ese entonces, existían suficientes bibliotecas escolares,
dedicadas a estudiantes de educación básica hasta bachillerato. Muchas escuelas
privadas, dijo, se preocuparon por establecer y mantener este servicio; la
mayor carencia se observó en las escuelas públicas de educación básica.
También, comentó, se detectó
un gran número de resguardos
bibliográficos especializados, rubro que comprende las colecciones
provenientes de bancos, gobierno –tanto federal como capitalino–, embajadas y
organismos de la iniciativa privada. Lo anterior contrastaba con las
estadísticas oficiales que publica el Instituto Nacional de Estadística,
Geografía e Informática (INEGI) o la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Fernández de Zamora subrayó,
además, que la Red de Bibliotecas Públicas sigue creciendo. Actualmente,
precisó, se calculan en todo el país unos seis mil 400 centros para la lectura
aproximadamente, aunque la mayoría cuente con colecciones pequeñas.
Sobre la situación de estos
recintos, apuntó que han mejorado notoriamente sus servicios; la UNAM –con 140
instalaciones para esa actividad en todo el país– como otras instituciones de
educación superior –tanto públicas como privadas–, actualiza su oferta de
manera permanente.
Otros datos interesantes que
se desprendieron del Mapa Bibliotecario son: que la delegación con más
servicios para los usuarios de estos servicios culturales era la Cuauhtémoc; en Coyoacán se concentraba el
mayor número de universitarias, y las que menos tenían eran Milpa Alta, Tláhuac
y Magdalena Contreras.
Fernández de Zamora indicó que
se busca poner ese documento en línea para actualizarlo de manera sencilla: “si
le hubiésemos dejado a cada biblioteca esa responsabilidad, tendríamos una
fuente de información mucho más válida en estos momentos”.
Por otra parte, insistió en
que cada país mantiene una sola biblioteca nacional, por lo que consideró que
sería un error materializar el planteamiento de formar dos. “La nuestra –explicó– existe desde 1833,
cuando surgió el primer decreto de creación; aunque no fue sino hasta 1867 cuando
Benito Juárez la establece definitivamente”.
La Biblioteca Nacional de
México cuenta con un acervo de más de un millón 250 mil libros, documentos
impresos, materiales magnéticos, audiovisuales, ópticos, electrónicos y en
microformato.
Ellos pueden consultarse en la
sala del Fondo Reservado, donde se conservan los documentos más antiguos:
archivos, manuscritos, incunables e impresos mexicanos de los siglos XVI al
XIX, además de una colección iconográfica.
Otros espacios son la
Colección General, con obras monográficas contemporáneas; la Sala de Consulta,
con diccionarios, enciclopedias, anuarios, directorios, manuales, catálogos e
índices, asequibles a estantería abierta, y las salas especiales, con material
único o singular: música impresa y grabada, discos compactos, videograbaciones,
en sistema Braille, mapas y juegos didácticos.
Cuenta, además, con el
depósito legal para reunir todo lo que se produce en México en materia de
información; su gran responsabilidad es resguardar las producciones,
organizarlas y difundirlas, así como promover las funciones de investigación.
De hecho, insistió, “ya no se
habla de otra biblioteca nacional, sino de una biblioteca coordinadora nacional
de las bibliotecas públicas, lo cual es diferente”, aunque especifica que
tampoco está de acuerdo con ello. Los acervos públicos, abundó, “deben ser
descentralizados, pues las necesidades en esta ciudad no son las mismas que las
de Yucatán o Nayarit, por ejemplo. Cada estado es soberano y responde a
necesidades locales”.
Todas las acciones encaminadas
a mejorar las instalaciones bibliográficas y a facilitar el acceso a sus
materiales de lectura, concluyó, serán bienvenidas; pero no estoy de acuerdo
con una gran biblioteca: “Hubieran hecho cuatro públicas en la ciudad”, pues
una de las principales características de un recinto de este tipo es prestar
materiales a domicilio y para eso “tiene que estar cercana a la comunidad a la
que brinda servicio”.
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Foto 1
En los últimos
años, el estado de las bibliotecas del Distrito Federal ha mejorado,
beneficiándose con los avances de las tecnologías de la información, aseguró
Rosa María Fernández de Zamora, coordinadora de la Biblioteca Nacional.
Rosa María
Fernández de Zamora, coordinadora de la Biblioteca Nacional, aseguró que uno de
los problemas más serios es que no existe una cuantificación sistemática sobre
cuántos centros de información o de documentación existen en el país.