06:00 hrs. Diciembre 12 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-941

Ciudad Universitaria

Pies de fotos al final del boletín

 

TRABAJO Y EDUCACIÓN HAN DEJADO DE SER MECANISMOS BÁSICOS DE INTEGRACIÓN SOCIAL: SALVADOR ALVARADO

 

·        El sociólogo de la UNAM indicó que 27 de cada 100 jóvenes no estudia ni trabaja

·        Llamó a las instituciones académicas y gubernamentales a realizar un esfuerzo para buscar alternativas que respondan a sus expectativas de integración social

 

El trabajo y la educación han dejado de ser los mecanismos básicos para integrar socialmente a los jóvenes. Un hecho preocupante es que, de acuerdo con datos del XII Censo General de Población y Vivienda 2000, 27 de cada 100 personas de entre 20 y 24 años no estudia ni trabaja de manera formal.

 

Lo anterior se traduce en un riesgo, pues este sector con mayor frecuencia recurre a la delincuencia, la violencia y las adicciones para sobrevivir; ahí se expresa la ruptura de los procesos y normas tradicionales de incorporación comunitaria.

 

“Estamos ante una situación verdaderamente explosiva y preocupante, para la cual las instituciones políticas no generan alternativas que respondan a sus expectativas de integración social”, señaló el sociólogo y profesor de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, Salvador Alvarado Garibaldi.

 

El coordinador de la séptima edición de la revista Trabajo Social: “Juventud, participación política y cultura ciudadana”, se refirió a la crisis de valores que enfrenta hoy este grupo y de sus problemas en materia de empleo y educación, en una sociedad con severos procesos de desintegración y desajuste axiológicos.

 

Es un hecho, dijo, que los mecanismos básicos que permiten al sujeto integrarse a la sociedad, tradicionalmente son la ocupación y la escolaridad. En ello coinciden las posturas clásicas y las escuelas más antagónicas.

 

Los problemas en dichas áreas no son privativos de la juventud, pero en ellos impacta con mayor fuerza al ser la población mayoritaria.

 

De acuerdo con el rango de edad que establece el Instituto Mexicano de la Juventud, y que se fundamenta en la ley correspondiente  –aprobada en diciembre de 1998 (que señala que esta etapa de la vida está comprendida entre los 12 y 29 años de edad)–, 34 de cada 100 habitantes se encuentran en esta situación, según se constata en el último censo nacional.

 

El maestro Salvador Alvarado aseguró que los jóvenes están preocupados por un futuro incierto; las acciones políticas no representan para ellos una alternativa para disminuirles la angustia, pues dichas opciones han sido incapaces de construirles horizontes de futuro.

 

Cada vez participan menos en esa actividad, agregó el sociólogo, al no encontrar respuesta a sus necesidades y porque tanto las instituciones partidistas como las de gobierno están más abocadas a la lucha y conservación del poder que a la resolución de los problemas.

 

“Tenemos una lucha encarnizada entre los partidos políticos, e incluso al interior de las propias organizaciones. Se ‘dan con todo’ para acceder a los cargos o a las candidaturas y, entonces, hay un divorcio entre los intereses de quienes aspiran a llegar al poder o a conservarlo y las necesidades de la población”, indicó.

 

El trabajo es el instrumento que permite la integración del sujeto a su comunidad. Los hombres son interdependientes en función de que realizan trabajos para el beneficio común.  La educación, en tanto, es el instrumento básico de socialización, con el cual se internalizan las normas y valores hasta permitir que la colectividad viva en él y él en ese conjunto.

 

 

El especialista en políticas juveniles reconoció que, precisamente en este momento, ese proceso se ha colapsado en sociedades como la nuestra. El empleo y la escolarización han dejado de ser, dijo, los mecanismos básicos de integración social.

 

Con esos perfiles no se puede tener una juventud entusiasta, participativa, informada y organizada, aseguró, pues está lejos de contar con un espacio en el sistema educativo en donde formarse y desarrollar sus potencialidades creativas y vocacionales, o con una ocupación laboral bien retribuida para satisfacer sus necesidades materiales y humanas, así como elevar su nivel de bienestar y realización personal.

 

Alvarado Garibaldi reconoció que los jóvenes se enfrentan a una exclusión cada vez mayor, son presa de una enorme incertidumbre y  de una alta dosis de frustración al no tener oportunidades ni ver compensados sus esfuerzos y expectativas.

 

Explicó que se observa un incremento en la oferta de empleo en aquellas áreas que demandan escasa o nula especialización, pero con un gran dinamismo, al incorporar importantes contingentes de ese grupo de edad, siempre en condiciones ventajosas para la empresa.

 

Hoy en día, aseguró el profesor universitario, se vive una condición terrible al perder el trabajo su dignificación; es decir, hay millones de muchachos en este país que no están dispuestos a laborar ocho horas por 40 pesos.  Tampoco están dispuestos a invertir años de su vida para formarse en una profesión que nunca van a ejercer.

 

Hoy más que nunca, aseveró el sociólogo universitario, las instituciones académicas, gubernamentales y las formaciones políticas deben hacer un esfuerzo para buscar puntos de encuentro y convergencia y construir un nuevo pacto.

 

Mientras no lo asumamos, la juventud demandará mayores oportunidades de integración social; si no somos capaces de entender esto, podemos llegar a una situación explosiva, en donde vamos a perder todos, concluyó.

 

 

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Foto 1

Salvador Alvarado, sociólogo de la UNAM, habló sobre la crisis de valores que enfrenta hoy la juventud y de sus problemas en materia de empleo y escolaridad.

 

Foto 2

Los jóvenes están preocupados por un futuro incierto, señaló el profesor de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM, Salvador Alvarado Garibaldi.

 

Foto 3

El sociólogo universitario Salvador Alvarado reconoció que el trabajo y la educación han dejado de ser los mecanismos básicos para la integración social.