Boletín UNAM-DGCS-875
Ciudad Universitaria
Pies de fotos al final del boletín
LOS INTELECTUALES VIVEN UNA ÉPOCA QUE NO PROPICIA LA CONGRUENCIA: SÁNCHEZ VÁZQUEZ
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Ellos ajustan su vida a principios y valores
que no sólo se plasman en su obra sino en su realidad, señaló el filósofo
·
Se trata de que su producción esté en
sintonía con su deber ciudadano, precisó
·
El sistema económico mundial intensifica los
sufrimientos de casi el 80 por ciento de la humanidad a través del hambre, la
miseria y la desigualdad, aseveró
La época actual es propicia
para ser incongruente, pues se presenta como insegura e incierta; en este
ambiente, los intelectuales viven bajo la sombra del conformismo o el
oportunismo, afirmó Adolfo Sánchez Vázquez, investigador emérito de la UNAM.
Al dictar la conferencia
Dimensión político-moral del compromiso intelectual, realizada dentro del ciclo
Ética y política, el filósofo recalcó que la obligación ideológica de éstos
corresponde a una entereza de vida, orientada por principios y valores
plasmados en el trabajo cotidiano.
En el Aula Magna de la
Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), el académico dijo que aunque esta
cuestión carezca de la vigencia de otras décadas, ello no significa su abandono
actual, sobre todo cuando el presente descarga y prefigura sus brutales
dilemas.
Hoy nos encontramos bajo un
sistema económico mundial que con el hambre, la miseria y la desigualdad que
genera, intensifica los sufrimientos de casi el 80 por ciento de la humanidad.
Ante esta situación, se impone la necesidad y validez de la responsabilidad
intelectual, consideró el también profesor de Filosofía.
El terreno del filósofo, el
científico, el escritor, el artista o el docente que ha establecido una
obligación con su obra o conducta, se verificará siempre en la práctica, en la
realidad, precisó.
Ello se reflejará en su
actividad, al hacer filosofía, ciencia, literatura, arte o educación al más
alto nivel, cuando se asume o comporta como profesional congruente: “No me
refiero a la que tiene con su obra, sino con su actividad en tanto se trata de
ponerla en sintonía con su deber como ciudadano”, aclaró.
En ese sentido, aseveró, no es
posible asumir que ninguna obra es inocente o neutra en cuanto a su contenido
ideológico, la recepción de la cual es objeto en la sociedad o por la forma en
que afecta a otros.
Sánchez Vázquez precisó que
esa formalidad se fragua cuando se propone deliberadamente producir cierto
efecto social, como el de influir en las conciencias y promover determinado
comportamiento individual o colectivo: “Cuando se hace causante de las
consecuencias de su obra en el plano práctico y real”.
Significa optar para provocar
efectos que contribuyan a mantener, reformar o transformar la realidad humana;
así como asumir la responsabilidad de los efectos que busca con su obra y su
conducta, enfatizó.
Dicho actitud sólo se alcanza
con las ideas, con la razón. “Al ligarse no sólo con los conceptos encarnados
en su obra, sino también con sus efectos prácticos, el intelectual vive no al
margen de su condición sino justo por ella”. Se traduce en su participación
activa, práctica y política, aunque ésta no sea necesariamente partidista,
subrayó.
No obstante, frente a esta
postura está la figura del intelectual que se considera libre al amurallarse en
su actividad, al desdeñar la plaza pública y al desligarse de todo lazo
político o social, manifestó.
De este modo, el filósofo sólo
tendría deberes con la fundamentación de su filosofía, el poeta con su dominio
del lenguaje ordinario para hacer de él algo estético, y el científico con la
verdad de sus descubrimientos.
No obstante, precisó, esta
garantía puede perder su carácter de acción autónoma y responsable al sujetarse
a las leyes implacables del mercado. De este modo, se esfumarían los efectos
sociales que constituyen su razón de ser.
Por ello, advirtió, si este
profesional no asume tareas al actuar, se hará cómplice de la hostilidad
mercantil contra su propia actividad y de los males sociales que el sistema
genera para toda la sociedad.
Significa rechazar esa
política de expolio; defender la soberanía y la autodeterminación nacional;
pronunciarse por un verdadero internacionalismo de los pueblos frente a la
globalización del capital y ser solidario con todos los pueblos agredidos
económica o militarmente, precisó.
También significa oponerse a
toda injusticia social; luchar por un reparto equitativo de la riqueza;
propugnar por una democratización cada vez más amplia y participativa; exigir
el respeto a la diversidad cultural, étnica, religiosa y sexual; reivindicar
los derechos de los pueblos indígenas; alentar la educación pública y gratuita;
promover una justa política ambiental y hacer una defensa incondicional y no
selectiva de los derechos humanos, afirmó.
En ese sentido, no faltan
causas de gran aliento con las cuales obligarse. Aliviarse con ellas significa responder
al imperativo no sólo político sino moral de servirlas con su obra, su conducta
y sus propias armas: las de la crítica, la argumentación racional o la
imaginación, concluyó.
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PIES DE FOTO
Foto 01
Adolfo Sánchez
Vázquez, investigador emérito de la UNAM, afirmó que la época actual los
intelectuales viven bajo la sombra del conformismo o el oportunismo.
Foto 02
El filósofo Adolfo Sánchez Vázquez recalcó, durante la conferencia Dimensión político-moral del compromiso intelectual, que la obligación ideológica de los científicos sociales corresponde a una entereza de vida, orientada por principios y valores plasmados en el trabajo cotidiano.