06:00 hrs. Noviembre 19 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-875

Ciudad Universitaria

 

Pies de fotos al final del boletín

 

LOS INTELECTUALES VIVEN UNA ÉPOCA QUE NO PROPICIA LA CONGRUENCIA: SÁNCHEZ VÁZQUEZ

 

·        Ellos ajustan su vida a principios y valores que no sólo se plasman en su obra sino en su realidad, señaló el filósofo

·        Se trata de que su producción esté en sintonía con su deber ciudadano, precisó

·        El sistema económico mundial intensifica los sufrimientos de casi el 80 por ciento de la humanidad a través del hambre, la miseria y la desigualdad, aseveró

 

La época actual es propicia para ser incongruente, pues se presenta como insegura e incierta; en este ambiente, los intelectuales viven bajo la sombra del conformismo o el oportunismo, afirmó Adolfo Sánchez Vázquez, investigador emérito de la UNAM.

 

Al dictar la conferencia Dimensión político-moral del compromiso intelectual, realizada dentro del ciclo Ética y política, el filósofo recalcó que la obligación ideológica de éstos corresponde a una entereza de vida, orientada por principios y valores plasmados en el trabajo cotidiano.

 

En el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), el académico dijo que aunque esta cuestión carezca de la vigencia de otras décadas, ello no significa su abandono actual, sobre todo cuando el presente descarga y prefigura sus brutales dilemas.

 

Hoy nos encontramos bajo un sistema económico mundial que con el hambre, la miseria y la desigualdad que genera, intensifica los sufrimientos de casi el 80 por ciento de la humanidad. Ante esta situación, se impone la necesidad y validez de la responsabilidad intelectual, consideró el también profesor de Filosofía.

 

El terreno del filósofo, el científico, el escritor, el artista o el docente que ha establecido una obligación con su obra o conducta, se verificará siempre en la práctica, en la realidad, precisó.

 

Ello se reflejará en su actividad, al hacer filosofía, ciencia, literatura, arte o educación al más alto nivel, cuando se asume o comporta como profesional congruente: “No me refiero a la que tiene con su obra, sino con su actividad en tanto se trata de ponerla en sintonía con su deber como ciudadano”, aclaró.

 

En ese sentido, aseveró, no es posible asumir que ninguna obra es inocente o neutra en cuanto a su contenido ideológico, la recepción de la cual es objeto en la sociedad o por la forma en que afecta a otros.

 

Sánchez Vázquez precisó que esa formalidad se fragua cuando se propone deliberadamente producir cierto efecto social, como el de influir en las conciencias y promover determinado comportamiento individual o colectivo: “Cuando se hace causante de las consecuencias de su obra en el plano práctico y real”.

 

Significa optar para provocar efectos que contribuyan a mantener, reformar o transformar la realidad humana; así como asumir la responsabilidad de los efectos que busca con su obra y su conducta, enfatizó.

 

Dicho actitud sólo se alcanza con las ideas, con la razón. “Al ligarse no sólo con los conceptos encarnados en su obra, sino también con sus efectos prácticos, el intelectual vive no al margen de su condición sino justo por ella”. Se traduce en su participación activa, práctica y política, aunque ésta no sea necesariamente partidista, subrayó.

 

No obstante, frente a esta postura está la figura del intelectual que se considera libre al amurallarse en su actividad, al desdeñar la plaza pública y al desligarse de todo lazo político o social, manifestó.

De este modo, el filósofo sólo tendría deberes con la fundamentación de su filosofía, el poeta con su dominio del lenguaje ordinario para hacer de él algo estético, y el científico con la verdad de sus descubrimientos.

 

No obstante, precisó, esta garantía puede perder su carácter de acción autónoma y responsable al sujetarse a las leyes implacables del mercado. De este modo, se esfumarían los efectos sociales que constituyen su razón de ser.

 

Por ello, advirtió, si este profesional no asume tareas al actuar, se hará cómplice de la hostilidad mercantil contra su propia actividad y de los males sociales que el sistema genera para toda la sociedad.

 

Significa rechazar esa política de expolio; defender la soberanía y la autodeterminación nacional; pronunciarse por un verdadero internacionalismo de los pueblos frente a la globalización del capital y ser solidario con todos los pueblos agredidos económica o militarmente, precisó. 

 

También significa oponerse a toda injusticia social; luchar por un reparto equitativo de la riqueza; propugnar por una democratización cada vez más amplia y participativa; exigir el respeto a la diversidad cultural, étnica, religiosa y sexual; reivindicar los derechos de los pueblos indígenas; alentar la educación pública y gratuita; promover una justa política ambiental y hacer una defensa incondicional y no selectiva de los derechos humanos, afirmó.

 

En ese sentido, no faltan causas de gran aliento con las cuales obligarse. Aliviarse con ellas significa responder al imperativo no sólo político sino moral de servirlas con su obra, su conducta y sus propias armas: las de la crítica, la argumentación racional o la imaginación, concluyó.

 

 

 

---o0o---

 

 

 

PIES DE FOTO

 

 

Foto 01

Adolfo Sánchez Vázquez, investigador emérito de la UNAM, afirmó que la época actual los intelectuales viven bajo la sombra del conformismo o el oportunismo.

 

Foto 02

El filósofo Adolfo Sánchez Vázquez recalcó, durante la conferencia Dimensión político-moral del compromiso intelectual, que la obligación ideológica de los científicos sociales corresponde a una entereza de vida, orientada por principios y valores plasmados en el trabajo cotidiano.