11:00 hrs. Noviembre 17 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-869

Ciudad Universitaria

Pies de fotos al final del boletín

 

LA GLOBALIZACIÓN DEL SIGLO XXI DEBE INCLUIR A TODOS LOS SECTORES DE LA SOCIEDAD

 

·        México tiene una actitud pasiva ante la inserción internacional que repercute en el nivel de vida de la población

·        Se requiere detectar qué tipo de políticas necesitan seguir los países para lograr un desarrollo progresista, y favorecer tanto a las empresas trasnacionales como al grueso de la población

·        No es sólo el proyecto de oligarquías dominantes; resulta también un proceso gestado en la propia sociedad y  expresado en la cultura

 

México ha gozado de condiciones favorables durante su inserción a las redes, procesos y cadenas mundiales; ejemplo de ello es el Tratado de Libre Comercio (TLC), el cual le creó un espacio privilegiado; sin embargo, nuestro país tiene una actitud predominantemente pasiva ante la inserción internacional, señaló Miguel Ángel Rivera, de la Facultad de Economía (FE) de la UNAM.

 

El académico manifestó que esto tiene consecuencias no sólo en la calidad de los procesos efectuados por las empresas nacionales y extranjeras o entre elementos externos e internos en general, sino que repercute sobre el nivel de vida de la población, la cual padece salarios estancados y empleos deficientes.

 

Para que México eleve la calidad de su inserción internacional, se requieren ciertos elementos; por ejemplo, una coordinación social sistémica en todos los planos y el único agente con capacidad para realizarla es el Estado, señaló durante la Mesa I “Globalización y Alternativas Incluyentes”, efectuada en el Auditorio “Mario de la Cueva”, de la Torre II de Humanidades.

 

Sin embargo, destacó los cambios en sus atributos para cumplir con este papel. Estos se refieren a la pérdida de autoridad del Estado, para impedir la imposición de su voluntad al resto de la sociedad, signo característico en la etapa de sustitución de importaciones.

 

En aquella etapa, el Estado imponía formas de conducta, modelos de política; pero esto ya no es posible porque los cambios han provocado una distribución desigual y han surgido otras entidades de poder tanto mundiales como nacionales, informó.

 

Por ello, Miguel Ángel Rivera propuso la búsqueda de formas específicas para resolver, entre otros problemas, el de autoridad. Para lograrlo, un elemento central son los acuerdos voluntarios de los agentes participantes en el proceso de coordinación.

 

Además, abundó, no se pueden construir formas incluyentes si la sociedad no pacta por medio de las organizaciones civiles, partidos políticos y centros de enseñanza, entre otros.

 

Por su parte, Alejandro Dabat Latrubesse, investigador del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM), apuntó que para analizar el fenómeno de la globalización, no basta con una discusión ideológica, sino el estudio de los elementos que convienen abrir o cerrar en los diferentes planos de la realidad. 

 

Además, se requiere de un análisis para detectar las políticas necesarias por los países para lograr un desarrollo progresista que no sólo favorezca a las empresas trasnacionales sino a toda la gente, a los trabajadores, añadió.

 

Durante su intervención, Héctor Hernández Bringas, director del CRIM, señaló que parece haber coincidencias en la crítica al proceso de globalización neoliberal, pues este concepto no puede reducirse a un modelo inducido.

 

En un sentido más amplio, afirmó, la globalización no es sólo el proyecto de grupos y oligarquías dominantes; resulta también de un proceso gestado en la propia sociedad y que se expresa en la cultura, en la información y las comunicaciones, en la migración o en algunos movimientos sociales.

 

En la Mesa II “Globalidad, Conflicto y Manifestaciones Regionales”, José Luis Valdés Ugalde, director del Centro de Investigaciones Sobre América del Norte (CISAN), señaló que la globalización está marcada por una serie de derroteros definidos en forma contundente por un sector del poder en Estados Unidos, el cual apunta a la conformación de estrategias específicas para posicionar a este país como líder de la reorganización del orden mundial.

 

Anotó que estamos ante un nuevo paradigma a partir de la guerra con Irak, basado en una paradoja: por un lado se reduce al conflicto bélico a la condición de acción política y por el otro, se sacraliza el nuevo poder que puede ejercer legítimamente funciones éticas a través de la guerra.

 

En su oportunidad, Leonardo Curzio Gutiérrez, del CEIICH, señaló que existe una contradicción de Estados Unidos; pues esta nación se había definido como el principal promotor de la globalización y un país cuyo sistema de valores era el más admirado.

 

Sin embargo, a partir de los acontecimientos del 11 de septiembre del 2001, esta imagen cambió; el motor de la globalización se ha dañado en su funcionamiento, lo cual genera una situación distinta para sus aliados y sus socios comerciales.

 

Las dos Mesas se realizaron en el marco del seminario Globalización y Hegemonía Mundial: Implicaciones y Alternativas, organizado por el CISAN, el CRIM y el Instituto de Investigaciones Económicas.

 

 

 

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PIES DE FOTO

 

FOTO 1

La inserción de México en redes internacionales, como el TLC, ha sido favorable; sin embargo, tiene una actitud pasiva que repercute en el nivel de vida de la población, señaló Miguel Angel Rivera, del IIEc.

 

 

FOTO 2

El investigador del CRIM, Alejandro Dabat, durante su participación en el seminario Globalización y Hegemonía Mundial: Implicaciones y Alternativas.

 

FOTO 3

El director del CRIM, Héctor Hernández, comentó que la globalización no es sólo el proyecto de grupos y oligarquías dominantes, sino de un proceso gestado en la sociedad.

 

FOTO 4

José Luis Valdés Ugalde, director del CISAN, participó en la mesa Globalidad, Conflicto y Manifestaciones Regionales, efectuada en el marco del seminario Globalización y Hegemonía Mundial: Implicaciones y Alternativas.

 

FOTO 5

El investigador del CEIICH, Leonardo Curzio, comentó que luego de los acontecimientos del 11 de septiembre la imagen de Estados Unidos como principal promotor de la globalización cambió.