06:00 hrs. Noviembre 13 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-858

Ciudad Universitaria

 

Pies de fotos al final del boletín

 

LA GENÉTICA DESMIENTE AL RACISMO: JULIANA GONZÁLEZ

 

·        Las razas no existen; son sólo una construcción social, afirmó la profesora emérita de la UNAM

·        Se debe evitar que el “genismo” inicie donde acabó el racismo, sentenció Marcia Muñoz de Alba, del Instituto de Investigaciones Jurídicas

 

Las razas no existen; son realmente una construcción social y la genética constituye el mentís más profundo e incontrovertible que la ciencia ha dado al racismo, afirmó Juliana González, profesora emérita de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

 

Al participar en el simposio “Mestizaje y racismo: aspectos biológicos del concepto de raza”, señaló que las diferencias étnicas adquieren significación valorativa.

 

De esta forma, el racismo califica a las “razas” como superiores e inferiores, puras e impuras, y se arroga el privilegio de definir quién representa a la verdadera humanidad. Concibe, además, las diferencias morfológicas como desigualdades profundas, integrales, absolutas, de índole biológica y hereditaria.

 

Así, la significación político-racista de los diversos grupos resulta éticamente inadmisible; ahora, con los nuevos y revolucionarios conocimientos de la genética, esa visión queda científicamente invalidada, reiteró la filósofa.

Esta ciencia no pregona la superioridad de nadie; afirma que la clasificación de la especie Homo sapiens en distintas razas, no solo es obsoleta, sino absurda, y que las diferencias génicas entre los seres humanos no los hace ni buenos ni malos, ni mejores ni peores, sino simplemente distintos.

 

Mencionó que la revolución genómica trae consigo revelaciones decisivas. La primera de ellas es la continuidad de la vida universal, el reconocimiento de que la infinita diversidad de todo lo vivo no quebranta, sino que por el contrario, confirma y asegura su fundamental unidad.

 

De hecho, todos los seres vivos compartimos la estructura y la sustancia universal de la vida. Existen asombrosas afinidades entre las especies y con más razón dentro de cada una de ellas. Por ejemplo, los Homo Sapiens compartimos cerca del 99.99 por ciento de nuestro genoma.

 

Así, esa disciplina científica demuestra de manera irrefutable la radical y constitutiva igualdad entre los hombres. No existen subespecies ni subgrupos, ni nada que implique escisión, fractura o discontinuidad en el substrato fundamental de la naturaleza biológica de los seres humanos.

 

“La diferencia del 0.01 por ciento del genoma es suficiente para explicar no las variantes raciales, sino la unicidad irreductible de la persona humana. Tal porcentaje contribuye a definir los rasgos de cada sujeto. Esta relación debe entenderse como que en cada uno de ellos hay una variación de cuando menos 3 millones de bases distribuidas en todo el genoma, lo que da un número enorme de posibles combinaciones de las que surge la individualidad”, subrayó.

 

Empero, aclaró, el hecho de que no haya razas no significa que no exista diversidad genética poblacional, objeto de estudio de la propia ciencia genómica y asociada a las variantes étnicas y a las diferencias culturales y lingüísticas, entre otras.

 

Además, no obstante que este concepto no existe para la biología, sí existen para la sociedad, particularmente para quienes sufren la discriminación, dijo Juliana González.

La especialista también resaltó la necesidad de encontrar el equilibrio entre la libertad irrestricta de investigación y los valores y derechos humanos: “Este es, en realidad, uno de los grandes desafíos de nuestra época: conciliar la ciencia y la tecno–ciencia con los valores éticos y sociales, condición para asegurar que la creación científica y tecnológica marche al unísono de lo que beneficia a la vida y la salud de la familia humana”.

 

Los avances en esos ámbitos son tan ambivalentes como irreversibles, y ante tal evidencia, la alternativa válida para la ética es extremar su conciencia crítica respecto de amenazas y peligros reales, sin magnificar ni soslayar, reconociendo las potencialidades benéficas del proceso innovador de las ciencias de la vida y la salud.

 

Finalmente, expresó que a pesar de la evidencia, de la verdad ética y científica, las fuerzas del racismo no sólo persisten en nuestros días, sino que por momentos, de manera alarmante se incrementan, así como los fundamentalismos y fanatismos.

 

Pero en la era del conocimiento, la esperanza se centra en la posibilidad de que la verdad científica, junto con la ética, puedan irradiar en todas direcciones y permear el todo social, contribuyendo a la superación de la patología moral y social de este prejuicio.

 

En tanto, Marcia Muñoz de Alba, del Instituto de Investigaciones Jurídicas, explicó que el genismo es una teoría que propone que algunas características y habilidades humanas están determinadas por los genes.

 

“Este es el gran problema de la nueva medicina genómica”, opinó. Si bien permitirá avances y conocimientos de la salud de la población y del individuo, también podría dar lugar a una discriminación tan dañina como el racismo, si no se toman las medidas necesarias para evitar que así ocurra.

 

Coincidió en señalar que “no hay nada de ciencia en el concepto de raza”. De hecho, Craig Venter, participante en el proyecto del Genoma Humano, asegura que este es un concepto social, no científico, y que todos hemos evolucionado en los últimos cien mil años de las mismas tribus africanas que emigraron y colonizaron el resto del mundo.

Por ello, es necesario proponer y evitar la discriminación, que podría verse reflejada en el ámbito laboral, en la compra de seguros de vida y médicos. “Se debe evitar que el genismo inicie donde acabó el racismo”, sentenció.

 

Se requiere que la información genética sea protegida; evitar la realización de análisis de Ácido Desoxirribonucleico (ADN) sin autorización expresa y sin consentimiento informado y específico del interesado; así como garantizar la confidencialidad de la información genética.

 

Hay que promover el discurso de los derechos humanos y a la bioética como factor que hermana a la ciencia, la tecnología, el derecho y la medicina, concluyó.

 

 

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PIES DE FOTO

 

FOTO 1

 

El racismo califica a las “razas” como superiores e inferiores, puras e impuras, y se arroga el privilegio de definir quién representa a la verdadera humanidad, afirmó Juliana González, profesora emérita de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

 

FOTO 2

 

Marcia Muñoz de Alba, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de esta casa de estudios, consideró necesario promover el discurso de los derechos humanos y a la bioética como factor que hermana a la ciencia, la tecnología, el derecho y la medicina.