Boletín UNAM-DGCS-770
Ciudad Universitaria
Antonio
Lazcano Araujo
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Ruy
Pérez Tamayo
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Pies de fotos al final del boletín
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En ese caso, no hay más que una sola raza
humana, aseguró el profesor emérito de la UNAM
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Intervino en el Simposio Mestizaje y
racismo: aspectos biológicos del concepto de raza
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Antonio Lazcano, la Facultad de Ciencias,
destacó que las diferencias entre grupos humanos afectan fundamentalmente el
aspecto externo
El concepto de “raza” no tiene
sentido sino como sinónimo de especie y, en el caso del ser humano, correspondemos
a los Homo sapiens, afirmó Ruy Pérez Tamayo, profesor emérito de la UNAM.
Si por especie se entiende al
grupo poblacional que es capaz de reproducirse entre sí, explicó, entonces no
hay más que una sola raza: la humana. Naturalmente, todos sus miembros –excepto
los gemelos monocigóticos– “somos diferentes genéticamente hablando, y estas
diferencias, junto con un amplio repertorio de factores ambientales, culturales
y sociales, resultan en parte de diferencias fenotípicas”.
El también miembro de El
Colegio Nacional añadió en el Simposio Mestizaje y racismo: aspectos biológicos
del concepto de raza, que las variaciones geográficas que se observan en los
seres humanos no son suficientes para dividir al Homo sapiens en unidades de
desarrollo evolutivo diferente, lo que además también se ha demostrado en
muchas otras especies de seres vivos.
En el caso del hombre, cuando se toman en cuenta algunas
características, como el color de la piel, la estatura, los distintos índices
craneofaciales o cualquier otro de los muchos índices que se han usado con este
propósito, y se examina su distribución geográfica en conjunto, se observa que
cambian en forma independiente entre sí, dando un patrón de variación
discordante.
La única forma como se ha
logrado distinguir desde cinco hasta 30 “razas” humanas, es usando uno o cuando
más dos caracteres (como el color de la piel o el tipo de cabello), pero cuando
se consignan otras características fenotípicas diferentes y aisladas se
obtienen otros grupos raciales.
Por su parte, Antonio Lazcano
Araujo, investigador de la Facultad de Ciencias de esta casa de estudios, al
hablar sobre Genomas, razas y especies: el uso y abuso de la doble hélice,
advirtió que si se comparan los distintos grupos humanos, “uno tendría la impresión
de que estamos separados por grandes diferencias, pero a nivel genómico no es
así”. Las variaciones afectan fundamentalmente el aspecto externo: da lo mismo
ser un escandinavo que haya nacido en Canadá o un pigmeo del centro de África.
Las diferencias resultan sobre
todo de factores ambientales –como insolación, temperatura y humedad entre
otros–, y lo más importante es que su fenotipo depende de pocos genes como
consecuencia de la selección natural, precisó el especialista.
Claro, aseguró, que hay variaciones genéticas entre los
humanos. No obstante son, en promedio, de uno por cada mil: “compartimos el
99.9 por ciento de pares de bases del genoma, diferimos solamente en promedio
en tres millones de nucleótidos”.
La pregunta, entonces, es por qué los humanos somos tan parecidos: debido a que, en términos evolutivos, la nuestra es una especie joven, no tiene más de cien mil años de antigüedad; no hemos tenido tiempo para separarnos, para diversificarnos en subespecies distintas.
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Antonio Lazcano Araujo, investigador de la Facultad de
Ciencias de esta casa de estudios, advirtió que si se comparan los distintos
grupos humanos “uno tendría la impresión de que estamos separados por grandes
diferencias, pero a nivel genómico no es así”, éstas afectan fundamentalmente
el aspecto externo.
El concepto de
“raza” no tiene sentido más que como sinónimo de especie y, en el caso del ser
humano, correspondemos a la Homo sapiens, afirmó Ruy Pérez Tamayo, profesor
emérito de la UNAM, en el Simposio Mestizaje y racismo: aspectos biológicos del
concepto de raza.