06:30 hrs. Octubre 2 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-741

Ciudad Universitaria

 

Pies de fotos al final del boletín

 

DEMANDAN REFORMAS JURÍDICAS Y ECONÓMICAS PARA ESTABLECER IGUALDAD ENTRE MUJERES Y HOMBRES

 

·        Especialmente debe lucharse contra la impunidad, pues las leyes, en particular, siguen siendo fuente de disparidades

·        La reducción de la inequidad depende de las transformaciones sociales que se logren

·        Dijo María Elena Jarquín Sánchez, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM

 

Urge reformar las instituciones jurídicas y económicas para establecer los mismos derechos, obligaciones y oportunidades a mujeres y hombres, aseveró María Elena Jarquín Sánchez, del Centro de Investigación Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM.

 

Especialmente, recalcó, debe lucharse contra la impunidad. Las leyes siguen siendo fuente de desigualdades. Por ello, se requieren transformaciones en los preceptos jurídicos sobre la familia, la protección contra la violencia, el acceso a los derechos de propiedad, el trabajo remunerado y los derechos políticos.

 

El desarrollo económico debería incrementar los incentivos para alcanzar mayor igualdad en la participación de los recursos, pues los ingresos más altos y los niveles de pobreza más bajos tienden a reducir las desigualdades en educación, sanidad y nutrición.

 

Mayor productividad y nuevas oportunidades laborables, agregó, reducen las desigualdades de género en el empleo; y las inversiones en agua potable, energía e infraestructura del transporte ayudan a reducir las disparidades en el empleo.

 

Se necesita, además, que el Estado establezca equilibrio y redistribuya la riqueza, porque hasta ahora el que se haya alejado de rol como proveedor de bienestar ha obligado a las mujeres a retomar su papel en la atención de la salud, en proporcionar cuidados a ancianos, niños, enfermos crónicos y terminales, entre otras.

 

¿Cuánto tiempo necesitamos para cambiar la inequidad? Depende de las transformaciones sociales que se logren, aseguró Jarquín Sánchez durante la videoconferencia El futuro de las mujeres en México, la segunda del ciclo En búsqueda de la equidad entre mujeres y hombres, organizado por la Casa de las Humanidades y el Programa Universitario de Estudios de Género.

 

Es necesario reconocer que las diferencias por razones de género todavía existen y trabajar “para eliminar todas las formas de exclusión, discriminación, inferiorización, marginación, explotación en las cuales se entrelazan y construyen las relaciones de poder”.

 

La inequidad, por una parte, perjudica a las mujeres y niñas y limita su capacidad para participar en el desarrollo y beneficiarse de él; por otra, dificulta el desarrollo: las desigualdades en derechos básicos –educación, crédito y empleo o la capacidad para participar en la vida pública– producen costos que perjudican, en última instancia, a todos. “Socavan la eficacia de las políticas de desarrollo”.

 

En cambio, advirtió, “invertir en las mujeres ha demostrado ser una eficaz y clara estrategia de lucha contra la pobreza y de incremento de las capacidades de las poblaciones empobrecidas en el mundo subdesarrollado”.

 

¿Qué hacer, entonces para promover la equidad de género o fomentar un desarrollo más eficaz? Además de reconocer los efectos perversos de la inequidad en el desarrollo, hay que hacer patente que, hasta ahora, se siguen elaborando políticas y programas cuya meta es mejorar la vida de las mujeres pero las cuales “tienen un profundo verticalismo, es decir, no se les pregunta a ellas hacia dónde quieren transitar”.

No se reconocen las brechas (entre zonas, regiones, estados o etnias) ni la pluralidad, “pues las mujeres no somos una masa uniforme”; se ha aceptado acríticamente que la única vía de modernización de las mujeres es su incorporación al mercado, pero no se han planteado cómo hacer para mejorar este proceso, y no se admiten ni cuestionan las relaciones de poder.

 

De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas, informó, las mujeres son el 51 por ciento de la población total y 40% de la fuerza de trabajo; generan una riqueza equivalente al 70% del Producto Interno Bruto mundial con su trabajo no remunerado y la subvaloración de las labores remuneradas, esto es, aproximadamente 16 billones de dólares.

 

Adicionalmente, las mujeres ocupan 12 por ciento de las curules legislativas, 3 por ciento de los puestos ejecutivos, 1 por ciento de los liderazgos sindicales y son dueñas únicamente del 1 por ciento de las propiedades; representan el 70 por ciento de los pobres extremos, el 67 por ciento de los analfabetas, el 68 por ciento de las personas sin acceso a la escuela y el 41 por ciento de los infectados de sida.

 

 

 

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PIES DE FOTO

 

FOTO 1

 

 

Urge reformar las instituciones jurídicas y económicas para establecer los mismos derechos, obligaciones y oportunidades a mujeres y hombres, aseveró María Elena Jarquín Sánchez, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM.

 

FOTO 2

 

María Elena Jarquín Sánchez, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, participó en el ciclo de videoconferencias En búsqueda de la equidad entre mujeres y hombres, organizado por la Casa de las Humanidades y el Programa Universitario de Estudios de Género.