06:00 hrs. Agosto 22 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-634

Ciudad Universitaria

 

Pies de fotos al final del boletín

 

 

NECESARIAS MEDIDAS PREVENTIVAS CONTRA LAS CONCENTRACIONES DE PARTÍCULAS BIOLÓGICAS

 

·        México no cuenta con una red para monitorear ese tipo de partículas: Leticia Martínez Romero, del Centro de Ciencias de la Atmósfera

·        Comentó que inhalarlas puede provocar padecimientos como asma, conjuntivitis o dermatitis

 

Es necesario tomar medidas para evitar la contaminación ambiental y los daños a las personas ocasionadas por las altas concentraciones de partículas biológicas provenientes de tiraderos, canales de agua y heces fecales a cielo abierto, entre otras, aunque es difícil corregir estos problemas porque en nuestro país ni siquiera existe una red de monitoreo.

 

Así lo explicó la maestra Leticia Martínez Romero, del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM, durante la conferencia ¿Cuántas partículas biológicas inhalamos cada día?, dictada en el Museo de las Ciencias Universum, donde la maestra advirtió sobre el riesgo de inhalar estas partículas suspendidas en la atmósfera.

 

El problema reside en la toxicidad de las partículas provenientes de dos fuentes: orgánicas e inorgánicas.

 

Las partículas inorgánicas incluyen, entre otros, los metales pesados liberados por la industria, los asbestos y los minerales. En tanto, las orgánicas o biológicas incluyen las algas, hongos, bacterias, polen, virus, ácaros, insectos, protozoarios o bien, componentes celulares de los organismos, como metabolitos o endotoxinas, que forman parte de la membrana externa de ciertas bacterias, explicó.

 

De acuerdo con su tamaño, las partículas biológicas se depositan en diferentes regiones del aparato respiratorio. Las muy grandes, de hasta 100 micrómetros, como el polen, se depositan en el tracto respiratorio superior y se asocian con enfermedades como la rinitis.

 

Las pequeñas –de 0.2 hasta 15 micrómetros– se colocan en la región traqueo bronquial; y las de menor tamaño –de 0.1 a 2.5 micrómetros– pueden penetrar hasta la región alveolar, en donde se realiza el intercambio gaseoso, produciendo “endurecimiento” del pulmón, deficiencia en la oxigenación e, incluso, cáncer, indicó.

 

El tiempo de eliminación de cada partícula depende de su tamaño; las más grandes se arrojan en minutos, durante la inhalación y exhalación, pero cuando son más pequeñas pueden tardar desde un día hasta meses, años e, inclusive, nunca se expulsarán.

 

Martínez Romero aseguró que inhalar estas partículas puede provocar diversos padecimientos, desde asma –caracterizada  por procesos inflamatorios de los bronquios, produciendo asfixia–, hasta conjuntivitis –conocido por los “ojos rojos”– o inflamación de la piel –dermatitis–.

 

Por ejemplo, dijo, el asma es considerada un padecimiento multifactorial, donde las vías respiratorias se inflaman a tal grado que no permiten el paso del aire. Para contrarrestar este efecto se utiliza un broncodilatador. Sin embargo, eliminar los alérgenos no impide las crisis asmáticas; a esa medida deben sumarse otras como reducir la exposición al humo de tabaco y el estrés, para aminorar su número.

 

Recordó que la atmósfera es una capa de gases y partículas que cubre el planeta, pero éstas últimas no son todas resultado de la contaminación, pues siempre han estado en ella. Sus fuentes naturales son los vegetales, el suelo, el agua, los volcanes, los incendios naturales y hasta las personas y animales. “Cuando tenemos descamación epidérmica, liberamos bacterias y otro tipo de partículas de origen biogénico”, recalcó.

 

La investigadora universitaria sostuvo que las partículas se mantienen suspendidas en nuestra atmósfera debido a diferentes fenómenos, como los de convección, basados en la turbulencia de los vientos. Gracias a éstos, se suspenden, caen y vuelven a flotar.

 

Sin embargo, la actividad humana ha incrementado su aglomeración. Las fuentes de origen antropogénico son la industria, el tránsito vehicular y la acumulación de basura, lo cual aumenta sus concentraciones y afecta la calidad del ambiente donde estamos inmersos.

 

Una vez liberada en la atmósfera, la partícula puede ser transportada por el viento en tres niveles diferentes, de acuerdo con la distancia recorrida: en microescala, distancia de metros por hora; mesoescala, de kilómetros por días, y gran escala o circulación global. “Por eso, en la ciudad de México podemos tener partículas generadas en Texcoco o Pachuca”, señaló.

 

Para calcular la cantidad de partículas inhaladas, expuso, se deben considerar las suspendidas. Con ese fin se han generado instrumentos “muestreadores” para medir “unidades formadoras de colonias”; es decir, bacterias que por sí solas se multiplican al estar en un medio nutritivo.

 

En un ambiente “normal” o “no muy contaminado” el número de bacterias va desde 100 y hasta mil unidades formadoras de colonia por metro cúbico de aire. Pero en ambientes con mucha polución, como plantas de desechos sólidos o de tratamiento de aguas, hay concentraciones que alcanzan hasta millones por metro cúbico de aire.

 

Otros organismos de interés son las esporas de los hongos de los grupos Basidiomycetos, Asconycetos y Deuteromycetos. Los dos primeros se encuentran en los bosques y los últimos tienen origen urbano.

 

Leticia Martínez refirió que las concentraciones de hongos son 100 veces mayores con respecto a las de bacterias, con alrededor de 200 mil unidades formadoras de colonia por metro cúbico; en tanto, los granos de polen son menos porque estamos en un ambiente urbano, de entre 200 y 250 provenientes de árboles, arbustos, pastos y vegetación, en la misma medida de aire. Las algas son aún más escasas: de 10 a 100.

 

Las amebas de vida libre también tienen “cuentas bajas”, pero representan un gran riesgo, como la Naegleria que produce encefalitis o inflamación cerebral. Hasta ahora se han logrado aislar 45 especies de ellas en aire y suelo.

Con relación a otras partículas biológicas, específicamente los virus, señaló que es muy difícil su estudio porque no se cuenta con las condiciones artificiales para aislarlos, “pero sabemos de su existencia por la transmisión de enfermedades como gripa e influenza”.

 

Además, las endotoxinas son de interés porque no es necesario que la bacteria de la cual provienen esté viva para causar daño; producen cuadros inflamatorios graves, y si llegan al sistema sanguíneo, en concentraciones muy altas pueden ocasionar la muerte; se trata del llamado choque séptico.

 

La integrante del CCA resaltó que también respiramos partículas biológicas procedentes de partes o desechos de insectos y ácaros; como por ejemplo, las heces de las cucarachas son un problema de salud, pues  provoca alergias.

 

En los desechos orgánicos de mascotas como gatos y perros puede crecer un hongo causante de la toxoplasmosis, que en la mayoría de los casos persiste como quistes en los tejidos.

 

Se ha demostrado que la albúmina, proteína presente en la orina, sobre todo de ratas y perros, produce reacción alérgica en los humanos. “Tenemos anticuerpos contra ella, pero constantemente estamos expuestos por la gran cantidad de canes callejeros”, refirió.

 

De ese modo, señaló la científica, se tiene una idea general sobre las concentraciones de partículas biológicas en el ambiente, pero el número inhalado y depositado en nuestro cuerpo es variable; depende de si la persona es hombre, mujer, niño o adulto, si está activa o en reposo, si vive en el campo o la ciudad, si permanece en exteriores o interiores.

 

La tasa ventilatoria o cantidad de aire por minuto que entra en los pulmones de un adulto, de entre 70 u 80 kilogramos, es de 4.17 litros por minuto. Un día tiene mil 440 minutos, es decir, respiramos seis metros cúbicos de aire por día.

 

Así, resultaría que la concentración de partículas, por ejemplo, de esporas de hongos (100 mil por metro cúbico), es de 600 mil al día. Para enfrentar tal situación el cuerpo cuenta con mecanismos de defensa, como vellos, mocos, macrófagos y otros mecanismos que permiten recoger las partículas que entran en el tracto respiratorio y, en su caso, degradarlas.

 

       o0o –

 

 

 

 

Foto 1

 

México no cuenta con una red para monitorear partículas biológicas, aseveró Leticia Martínez Romero, del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, al dictar la conferencia ¿Cuántas partículas biológicas inhalamos al día?

 

Foto 2

 

Las partículas biológicas provienen de tiraderos, canales de agua y heces fecales e inhalarlas puede provocar padecimientos como asma, conjuntivitis o dermatitis, sostuvo Leticia Martínez Romero, del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM