Boletín UNAM-DGCS-598
Ciudad Universitaria
Pies de fotos al final del boletín
LOS NARCOCORRIDOS
NO FOMENTAN EL TRÁFICO NI EL CONSUMO DE DROGAS: ASTORGA ALMANZA
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Prohibirlos es una medida moralizante, sin
ningún sustento científico, aseveró el investigador del IIS de la UNAM
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Este tipo de música sólo convence a la gente
que se dedica a este negocio, afirmó
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El narcotráfico existió antes que los
corridos y, por lo tanto, aunque éstos desaparecieran, el fenómeno de las
drogas seguiría, sostuvo
Prohibir la difusión de los
narcocorridos no va a reducir el tráfico y consumo de drogas, porque el
argumento causa-efecto en el que se basa esta medida es más bien moralizante y
no tiene ningún sustento científico, aseveró Luis Astorga Almanza, del
Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.
El corrido es una manera
distinta de abrir un abanico de posibilidades para investigar el narcotráfico,
ya que estas composiciones hablan del tráfico de drogas, de los
narcotraficantes e, incluso, de cierto tipo de sustancias inasequibles por
otros medios, explicó.
La mayor producción cultural
sobre este tema, explicó, surge en la zona fronteriza con Estados Unidos,
básicamente en el norte del país; de hecho, es ahí donde tiene mayor impacto,
porque el vehículo para transmitir estas historias versificadas, es la música
originaria de la región, a través de los grupos norteños y la tambora.
Sin embargo, dijo Luis
Astorga, los corridos han seguido la ruta del tráfico de drogas en México,
porque de la frontera norte se extendieron a estados como Jalisco y Chiapas,
aunque en esos lugares son acompañados por música de mariachi o marimba, lo
cual también amplía el campo de análisis de este fenómeno.
Estas composiciones, mencionó,
retoman la tradición oral y se elaboran con un lenguaje sencillo, popular,
directo y fácil de entender; pero, al mismo tiempo, constituyen un documento
sociológico que permite identificar de manera indirecta, la modificación de
costumbres en el medio del tráfico de drogas.
Además, no es común que los
narcotraficantes contraten compositores para inundar el mercado con canciones
que resalten “sus hazañas”, reales o inventadas, aclaró el investigador.
Generalmente, los autores tienen el mismo perfil que los narcotraficantes: son
gente con origen popular, con escaso nivel escolar y, por lo mismo, sus
composiciones tocan fibras y valores propios de grupos sociales a los que
pertenecen.
Estas personas, consideró,
utilizan un talento especial, una capacidad etnográfica para captar los
fenómenos sociales que no se reflejaban en la música.
En realidad, esta tradición no
es nueva, pues empezó a principios de los años 70, precisó. De hecho, el
narcotráfico existió antes que los corridos y, por lo tanto, aunque éstos
desaparecieran, el fenómeno de las drogas continuará.
De manera inadecuada, señaló,
se quiere argumentar que por el simple hecho de escuchar esta música, la gente
se va a convertir en traficante o
drogadicto, y esto no es cierto.
Los primeros intentos para
prohibir estos corridos se dieron en el estado de Sinaloa en 1987, bajo el
razonamiento de que existe una relación causa-efecto entre quien escucha esas
historias musicalizadas y su posterior comportamiento, explicó.
Quienes proponen la censura,
abundó, apelan a la protección de la niñez y juventud de las influencias nocivas
de los corridos; pero si esta lógica es llevada hasta sus últimas
consecuencias, prácticamente se dejaría sin programación a la radio y la
televisión.
Sin embargo, el ser humano es mucho
más complejo y no por escuchar el contenido de esta música, al día siguiente se
va a comprar una ametralladora para convertirse en narcotraficante, indicó el
sociólogo.
Este tipo de música, dijo, no
convence sino a los convertidos, es decir, a la gente que ya se dedica a este
negocio. “Uno lo ve como curiosidad o también puede ser una catarsis, al igual
que muchos productos culturales”. Por ejemplo, refirió, si alguien va al cine a
ver una película donde hay escenas muy violentas, no por eso saldrá de la sala
agrediendo a los demás.
Simplemente, se trata de
asimilar los mensajes que vemos y escuchamos cotidianamente y procesarlos, lo
cual no significa que reproduzcamos automáticamente esas actitudes, comentó el
coordinador de la Cátedra UNESCO Transformaciones económicas y sociales
relacionadas con el problema internacional de las drogas.
Por ello, sostuvo, equivocan
el blanco de sus ataques la mayoría de los partidos políticos que intentan
prohibir este tipo de música; sin embargo, “esto se entiende, porque es mucho
más fácil y rentable políticamente censurarla, que tratar de ponerse de acuerdo
en otras problemáticas del país”.
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Pies de foto
FOTO 1
Prohibir la difusión de los
narcocorridos no va a reducir el tráfico y consumo de drogas, porque el
argumento causa-efecto en el que se basa esta medida es más bien moralizante y
no tiene ningún sustento científico, aseveró Luis Astorga Almanza, del
Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
FOTO 2
Los narcocorridos
sólo convencen a la gente que ya se dedica a este negocio, y reflejan fenómenos
sociales que no habían sido tratados en la música, señaló Luis Astorga,
coordinador de la Cátedra UNESCO Transformaciones económicas y sociales
relacionadas con el problema internacional de las drogas.