06:00 hrs. Agosto 6 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-598

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de fotos al final del boletín

 

 

LOS NARCOCORRIDOS NO FOMENTAN EL TRÁFICO NI EL CONSUMO DE DROGAS: ASTORGA ALMANZA

 

·        Prohibirlos es una medida moralizante, sin ningún sustento científico, aseveró el investigador del IIS de la UNAM

·        Este tipo de música sólo convence a la gente que se dedica a este negocio, afirmó

·        El narcotráfico existió antes que los corridos y, por lo tanto, aunque éstos desaparecieran, el fenómeno de las drogas seguiría, sostuvo

 

Prohibir la difusión de los narcocorridos no va a reducir el tráfico y consumo de drogas, porque el argumento causa-efecto en el que se basa esta medida es más bien moralizante y no tiene ningún sustento científico, aseveró Luis Astorga Almanza, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.

 

El corrido es una manera distinta de abrir un abanico de posibilidades para investigar el narcotráfico, ya que estas composiciones hablan del tráfico de drogas, de los narcotraficantes e, incluso, de cierto tipo de sustancias inasequibles por otros medios, explicó.

 

La mayor producción cultural sobre este tema, explicó, surge en la zona fronteriza con Estados Unidos, básicamente en el norte del país; de hecho, es ahí donde tiene mayor impacto, porque el vehículo para transmitir estas historias versificadas, es la música originaria de la región, a través de los grupos norteños y la tambora.

 

Sin embargo, dijo Luis Astorga, los corridos han seguido la ruta del tráfico de drogas en México, porque de la frontera norte se extendieron a estados como Jalisco y Chiapas, aunque en esos lugares son acompañados por música de mariachi o marimba, lo cual también amplía el campo de análisis de este fenómeno.

 

Estas composiciones, mencionó, retoman la tradición oral y se elaboran con un lenguaje sencillo, popular, directo y fácil de entender; pero, al mismo tiempo, constituyen un documento sociológico que permite identificar de manera indirecta, la modificación de costumbres en el medio del tráfico de drogas.

 

Además, no es común que los narcotraficantes contraten compositores para inundar el mercado con canciones que resalten “sus hazañas”, reales o inventadas, aclaró el investigador. Generalmente, los autores tienen el mismo perfil que los narcotraficantes: son gente con origen popular, con escaso nivel escolar y, por lo mismo, sus composiciones tocan fibras y valores propios de grupos sociales a los que pertenecen.

 

Estas personas, consideró, utilizan un talento especial, una capacidad etnográfica para captar los fenómenos sociales que no se reflejaban en la música.

 

En realidad, esta tradición no es nueva, pues empezó a principios de los años 70, precisó. De hecho, el narcotráfico existió antes que los corridos y, por lo tanto, aunque éstos desaparecieran, el fenómeno de las drogas continuará.

 

De manera inadecuada, señaló, se quiere argumentar que por el simple hecho de escuchar esta música, la gente se va a  convertir en traficante o drogadicto, y esto no es cierto.

 

Los primeros intentos para prohibir estos corridos se dieron en el estado de Sinaloa en 1987, bajo el razonamiento de que existe una relación causa-efecto entre quien escucha esas historias musicalizadas y su posterior comportamiento, explicó.

 

Quienes proponen la censura, abundó, apelan a la protección de la niñez y juventud de las influencias nocivas de los corridos; pero si esta lógica es llevada hasta sus últimas consecuencias, prácticamente se dejaría sin programación a la radio y la televisión.

 

Sin embargo, el ser humano es mucho más complejo y no por escuchar el contenido de esta música, al día siguiente se va a comprar una ametralladora para convertirse en narcotraficante, indicó el sociólogo.

 

Este tipo de música, dijo, no convence sino a los convertidos, es decir, a la gente que ya se dedica a este negocio. “Uno lo ve como curiosidad o también puede ser una catarsis, al igual que muchos productos culturales”. Por ejemplo, refirió, si alguien va al cine a ver una película donde hay escenas muy violentas, no por eso saldrá de la sala agrediendo a los demás.

 

Simplemente, se trata de asimilar los mensajes que vemos y escuchamos cotidianamente y procesarlos, lo cual no significa que reproduzcamos automáticamente esas actitudes, comentó el coordinador de la Cátedra UNESCO Transformaciones económicas y sociales relacionadas con el problema internacional de las drogas.

 

Por ello, sostuvo, equivocan el blanco de sus ataques la mayoría de los partidos políticos que intentan prohibir este tipo de música; sin embargo, “esto se entiende, porque es mucho más fácil y rentable políticamente censurarla, que tratar de ponerse de acuerdo en otras problemáticas del país”.

 

 

 

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Pies de foto

 

 

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Prohibir la difusión de los narcocorridos no va a reducir el tráfico y consumo de drogas, porque el argumento causa-efecto en el que se basa esta medida es más bien moralizante y no tiene ningún sustento científico, aseveró Luis Astorga Almanza, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

 

FOTO 2

 

Los narcocorridos sólo convencen a la gente que ya se dedica a este negocio, y reflejan fenómenos sociales que no habían sido tratados en la música, señaló Luis Astorga, coordinador de la Cátedra UNESCO Transformaciones económicas y sociales relacionadas con el problema internacional de las drogas.