06:00 hrs. Agosto 1 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-588

Ciudad Universitaria

 

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PERJUDICAN A LA LENGUA ESPAÑOLA LAS GRANDES DIVISIONES SOCIALES

 

·        Expertas calificaron como inevitable el cambio lingüístico

·        Para la ciencia lingüística el uso de las palabras no se califica de “bueno y malo”, aseguraron las investigadoras Beatriz Arias y Marcela Flores

·        La lengua estigmatiza y una persona puede resultar perjudicada socialmente si desconoce la norma culta que se adquiere con estudios universitarios y la lectura, indicaron

 

En México hay gran número de personas sin acceso a la norma lingüística culta por las grandes divisiones sociales y porque las diferencias económicas suelen coincidir con las culturales, afirmaron las integrantes del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIF) de la UNAM, Beatriz Arias y Marcela Flores.

 

En el territorio nacional, explicaron, muchos habitantes no hablan español, lengua oficial de nuestro país y a esa circunstancia se añade el bajo nivel de escolaridad y el analfabetismo funcional, de quienes saben leer y escribir, pero nunca lo hacen.

 

Estas y otras razones hacen inevitable el cambio lingüístico, además de que no puede calificarse el proceso de modificación de la lengua como “bueno o malo”, porque es “normal”, afirmaron, que los jóvenes creen sus propias palabras, en un intento por marcar su identidad y distanciarse de anteriores generaciones.

 

Explicaron que para la ciencia lingüística, el uso de palabras como “güey” no es incorrecto o correcto, aún cuando a la generación anterior pudiera parecerle “terrible”. Se trata de innovaciones que cumplen una función comunicativa, llenan huecos existentes en la lengua y, en ese sentido, enriquecen.

 

Sin embargo, aclararon, la lengua también estigmatiza y una persona puede resultar perjudicada socialmente si desconoce la norma culta que se adquiere con estudios universitarios y la lectura.

 

En ese sentido, señalaron que el uso de nuevo vocabulario por parte de los jóvenes puede ser una moda, pero no necesariamente permanecerá en la lengua española, aunque existen cambios lingüísticos exitosos, como el vocablo “onda”.

 

En la actualidad, dijeron, los hablantes de distintas escalas sociales utilizan la palabra “onda” como expresión semántica. Así, se les escucha decir “qué onda”, “ qué mala onda” o “qué buena onda”. Esta fórmula resultó exitosa porque es muy económica, pues con ella se pueden expresar una gran cantidad de cosas, con un uso particular en cada caso, que de otra manera sería complicado explicar.

 

Tampoco las groserías son consideradas por la ciencia lingüística como incorrectas, afirmaron, pues tienen un uso específico. Suelen proliferar por su propio desgaste, pues con frecuencia debilitan su función comunicativa de expresar enojo, y dan paso a expresiones más ofensivas, como ocurrió en el caso de la palabra “güey”.

 

Sin embargo, aclararon, aunque estos cambios resultan interesantes para los lingüistas, en los educadores debe permanecer el interés por que los estudiantes aprendan la norma culta, considerada como una serie de características lingüísticas compartidas por los hablantes cultos; es decir, con un nivel de estudios universitarios.

 

En la sede del IIF, las investigadoras expresaron que los hablantes tienen la capacidad de cambiar de registro al comunicarse con diferentes interlocutores. De esta manera, un joven no se expresa  igual ante sus padres que con sus amigos.

 

La lengua de los mexicanos, precisaron, tiene peculiaridades como cualquier otra, las cuales no son mejores ni peores de las registradas en cualquier otra región de habla hispana.

 

El cambio lingüístico, abundaron, se ha dado a lo largo de la historia, pero es sumamente lento y casi imperceptible para los hablantes. Éste se manifiesta con el desuso de ciertas palabras o la aparición de nuevos significados. De tal modo, quizá en un periodo de mil años se hablará en la ciudad de México una lengua distinta.

 

En el país, informaron, existen alrededor de 50 lenguas y todos somos hablantes de cuando menos un dialecto, es decir, una variedad de nuestro idioma.

 

Indicaron que la española, como todas las lenguas romances, sufrió un periodo de estigmatización, pues no formaba parte de la entonces norma culta. Sin embargo, se trata de lenguas muy ricas, de las cuales no podría pensarse ahora que son producto de la corrupción del latín, abundaron.

 

Las investigadoras concluyeron que el destino de toda lengua es el cambio, al reiterar que las transformaciones lingüísticas siempre han sucedido a lo largo de la historia de la humanidad.

 

 

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Un gran número de mexicanos no tiene acceso a la norma lingüística culta, pues en un país con grandes divisiones sociales, las diferencias económicas suelen coincidir con las culturales, afirmó la investigadora del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, Beatriz Arias.