06:00 hrs. Julio 27 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-578

Ciudad Universitaria

 

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MÁS DE UN MILLÓN DE MEXICANOS PADECE EPILEPSIA

 

·        Un alto porcentaje de casos puede controlarse e incluso ser curado por completo, afirmó el neurólogo Felipe Vega Boada

·        La causa más frecuente es el trauma e hipoxia neonatal, apuntó

 

Más de un millón de mexicanos padece actualmente epilepsia y al año se registran 40 casos nuevos por cada 100 mil habitantes, afirmó el neurólogo de la UNAM, Felipe Vega Boada, quien aseguró que la mayoría de los pacientes epilépticos puede llevar una vida normal, a pesar de los prejuicios y mitos existentes desde la antigüedad para con estos enfermos.

 

El especialista precisó que en el país prevalecen 11. 5 casos por cada mil habitantes, siendo ligeramente mayor el índice de mujeres afectadas. Sin embargo, dijo, la epilepsia no debe considerarse como enfermedad peligrosa, pues de cada 100 mil pacientes, sólo cuatro mueren por causas relacionadas con este padecimiento.

 

Se calcula, agregó, que el 77 por ciento de los afectados comenzó con el padecimiento antes de los 20 años de edad; el 13 por ciento entre los 21 y los 30 años; un 6 entre los 31 y 40; un 2.5 entre los 41 y 50 años, en tanto que en edad avanzada sólo fue el 1.5 por ciento.

 

En un alto porcentaje de casos, explicó, la epilepsia puede ser curada. Se produce cuando una población neuronal específica del cerebro, básicamente en las áreas corticales, genera descargas espontáneas anormales, las cuales se asocian a manifestaciones clínicas y paraclínicas diversas.

 

El profesor asociado del Curso Universitario de Especialización en Neurología Clínica, con sede en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, Salvador Zubirán, explicó que existen dos grandes tipos de crisis: las parciales y las generalizadas. De éstas, las primeras se dividen en simples y complejas.

 

Las crisis parciales simples se presentan en individuos con una conciencia normal, quienes presentan involuntariamente, por ejemplo, movimientos bruscos en extremidades, o voltean involuntariamente la mirada o la cabeza hacia un lado.

 

Durante una crisis parcial compleja, la persona “se desconecta”, pierde la conciencia y hay eventualmente, fenómenos de movimiento automático. Sin embargo, en cualquiera de las situaciones antes mencionadas, la crisis puede llegar a generalizarse.

 

Existen también crisis generalizadas de inicio, como las tónico-clónicas, cuando existe una contractura muscular intensa  seguida de movimientos clónicos –como brincos en las diferentes partes del cuerpo–. Generalmente, los afectados palidecen, se muerden la lengua y en la fase tónica o de contracción sostenida puede presentarse evacuación miccional o fecal, indicó.

 

Consideró que quizá esta última es la forma más común y dramática. Sin embargo, con una medicación adecuada, en la mayoría de los casos los afectados no registran convulsiones. Asimismo, deben evitarse factores que favorecen la aparición de crisis, como el desvelo o el consumo de alcohol.

 

Vega Boada agregó que la epilepsia genera destrucción neuronal. En el caso de alta frecuencia de crisis –de 6 a 8 por semana–, los pacientes corren el riesgo de desarrollar problemas cognitivos a lo largo de su vida.

 

Ello también puede ocasionar que cada vez la epilepsia sea más difícil de controlar, ante la aparición de nuevos focos irritativos por muerte neuronal en otros sitios. Sin embargo, aclaró, una persona con tres o cuatro crisis convulsivas al año, no está en peligro de padecer problemas de muerte neuronal, ni mayores complicaciones.

 

La destrucción neuronal se genera por varios mecanismos, explicó. Uno de ellos es la liberación excesiva de neurotransmisores exitatorios tipo glutamato, que pueden dañar la neurona en forma independiente a otros mecanismos. Otra causa es la hipoxia o falta de oxigenación cerebral  que ocurre durante una crisis convulsiva.

 

El neurólogo abundó que la epilepsia se divide en dos grupos: cuando comienza antes de los 20 años se le denomina de inicio temprano,  y cuando aparece después de esa edad, se llama de inicio tardío. En ambos grupos, las causas de la enfermedad son totalmente distintas.

 

En la de inicio temprano, que de hecho abarca el 77 por ciento de los pacientes, la causa más frecuente es el trauma neonatal, la anoxia cerebral o falta de oxígeno al cerebro, o el sufrimiento fetal.

 

El trauma trasnatal puede producirse durante el paso del recién nacido  por un canal del parto estrecho, por la utilización de fórceps o cualquier situación traumática durante el nacimiento. Si alguno de estos elementos nocivos afecta al sistema nervioso, producirá lesiones cerebrales, manifestadas a futuro como cicatrices, que se comportarán como focos irritativos generadores de descargas anormales y epilepsia.

 

Hay tres tipos de epilepsia en función de su causa: la denominada sintomática es secundaria a una enfermedad neurológica. En este tipo hay una lesión cerebral, por ejemplo tumores, enfermedad vascular cerebral –por infartos, hemorragias o malformaciones vasculares–, infecciones, cisticercosis, o trauma craneal.

 

La idiopática es aquella en donde la persona tiene crisis, pero su inteligencia y estructura cerebral son normales. Este tipo de epilepsia tiene la más alta prevalencia.

 

Una tercera forma es la criptogénica, en donde se reconoce una lesión estructural cerebral de etiología no identificada. En este grupo, la persona presenta alteraciones en el área psicomotriz. Es decir, se trata sobre todo de niños con deterioro cognitivo o retraso mental.

 

El médico indicó que cualquiera de las tres formas de epilepsia debe tratarse siempre con medicamentos anti-epilépticos, y que sobre todo la idiopática podría ser una epilepsia curable, con una erradicación total del fenómeno convulsivo.

Algunos tipos de epilepsia están genéticamente determinados, explicó. Sin embargo, la epilepsia idiopática se presenta con mayor prevalencia entre familiares que en la población general, lo cual sugiere claramente un componente hereditario.

 

Indicó que se sugiere  administrar medicamentos durante un periodo de cuatro años para liberar al paciente de crisis; después de ese lapso se va reduciendo progresivamente la dosis de medicamentos hasta suspenderlos. En un 60-70 por ciento de los casos el resultado es exitoso, sin embargo en un 30 o 40 por ciento deberá repetirse el esquema por la reincidencia de convulsiones.

 

El médico advirtió también, que la neurocisticercosis se ha convertido es un problema de salud pública en México. Esta enfermedad es producida por parásitos llamados cisticercos, que se alojan en el cerebro humano y actúan como si fueran un tumor, generando descargas neuronales anormales o epilepsia, entre otras múltiples alteraciones.

 

En este caso, abundó, la epilepsia  puede ser uno de los tantos síntomas de la neurocisticercosis, padecimiento que produce  retención de agua en el cerebro (o hidrocefalia), alteraciones en la base del cráneo, ceguera, sordera, trastornos motores o sensoriales e infarto cerebral. Es una enfermedad potencialmente catastrófica cuando actúa en forma agresiva.

 

Vega agregó que la cisticercosis se soluciona con higiene, pues proviene de la ingesta inadvertida de heces fecales que contienen huevecillos de taenia solium, los cuales pueden estar contenidos en cualquier alimento contaminado y en frutos o vegetales regados con aguas negras, ingeridos crudos o mal cocidos. El cerdo es un eslabón en la cadena de la taenia y el ingerir su carne favorece la taeniasis humana.

 

Por otro lado, estimó que hasta el diez por ciento de la población puede tener alguna convulsión en cualquier época de su vida, pero un fenómeno asilado de este tipo no es sinónimo de epilepsia. Incluso se conocen convulsiones benignas, como las producidas por fiebre o por supresión de alcohol, precisó.

 

 

El galeno recordó que en la antigüedad, al paciente epiléptico se le confundía con una persona mentalmente alterada o se achacaban sus males a alguna divinidad maligna. Hubo una época cuando se mutilaba a los enfermos en búsqueda de la cura. Sin embargo, en siglo XXI el paciente epiléptico debe ser tratado con dignidad, pues es una persona capaz de llevar una vida normal.

 

 

 

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Más de un millón de mexicanos padece actualmente epilepsia y al año se registran 40 casos nuevos por cada 100 mil habitantes, afirmó el neurólogo de la UNAM, Felipe Vega Boada.

 

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Felipe Vega Boada, neurólogo de la UNAM, precisó que en el país prevalecen 11. 5 casos por cada mil habitantes, siendo ligeramente mayor el índice de mujeres afectadas.