06:00 hrs. Julio 26 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-575

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de fotos al final del boletín

 

 

LAS SECUELAS DE EXPERIENCIAS TRAUMÁTICAS NO LAS BORRA EL TIEMPO

 

·        Las víctimas de violencia criminal, violación, desastres naturales y tortura, sufren daños físicos, biológicos y psicológicos a corto y largo plazo

·        Estos eventos no llegan a olvidarse por completo, sin embargo, la persona debe aprender a convivir, de una manera menos desgastante

·        El Centro de Servicios Psicológicos Doctor Guillermo Dávila de la FP brinda tratamiento psicológico a víctimas de situaciones traumáticas

 

Como resultado de experiencias traumáticas, las víctimas de violencia criminal, violación, desastres naturales y tortura, no sólo sufren daños físicos y biológicos, sino también psicológicos a corto y largo plazo, señaló Benjamín Domínguez, investigador de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.

 

Apuntó que la atención a quienes resultan afectados por este tipo de eventos tiene dos fases. Primero, el médico especialista en traumas atiende las secuelas físicas para estabilizar a la víctima; posteriormente el psicólogo interviene para manejar los efectos en el funcionamiento mental a corto plazo.

 

Éstos se refieren a las reacciones inmediatas que ocurren después del trauma, es decir, al estado de “shock” o estrés agudo, cuando mantienen a la víctima bajo estrecha vigilancia y realiza esfuerzos por estar muy pendiente de lo que ocurre a su alrededor, indicó.

 

Este tipo de conducta, dijo, afecta su ciclo de descanso, sus relaciones familiares y personales; no puede concentrarse. En algunos casos, la experiencia traumática puede dar lugar a la disociación, en la cual el afectado trata de separar el trauma de su vida cotidiana.

 

Es el caso de quienes han sufrido un secuestro o tortura, hablan de su agresión como si ésta le hubiera ocurrido a otra persona; tratan de distanciarse físicamente o psicológicamente del evento doloroso, ya que el impacto emocional es tan fuerte que no lo pueden manejar, afirmó el psicólogo.

 

Abundó que la disociación es base de otro fenómeno, también normal, que es la amnesia traumática. Algunas víctimas de violación olvidan los detalles de ese momento, sin embargo, muchas de ellas reportan sueños o pesadillas repetitivas con contenido traumático, que les impiden dormir.

 

Explicó que la manera como las personas reaccionan a una situación de crisis es muy semejante desde el punto de vista biológico; los cambios en las hormonas del estrés y en los neurotransmisores –o sustancias químicas que comunican a las células cerebrales– son los mismos en todas las víctimas; en algunas cambia la magnitud.

 

Sin embargo, informó, tres de cada 10 víctimas de una situación traumática pueden sufrir trastornos físicos y psicológicos –efectos a largo plazo–, los cuales son resumidos en el Trastorno por Estrés Post-Traumático (TEPT), un cuadro más severo e incapacitante que puede durar más de 20 años.

 

Las personas que lo padecen no olvidan la experiencia traumática, no dejan de pensar en lo ocurrido y lo tienen presente, al grado de que cualquier estímulo o situación se los recuerda, afirmó el también asesor de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

 

Las experiencias traumáticas, señaló, no pueden borrarse de la víctima, pues quedan integradas en su memoria emocional. Sin embargo, estas personas tienen que aprender –a través de un tratamiento psicológico– a convivir con esa situación y a reaccionar ante los recuerdos dolorosos de una manera menos intensa.

 

Quien atraviesa por una experiencia excepcional necesita recibir tratamiento cognitivo-conductual, cuya finalidad es identificar qué tipo de distorsiones del pensamiento contribuyen a sostener las respuestas desadaptativas que le impiden tener una óptima calidad de vida, precisó.

 

Las técnicas ayudan al paciente a identificar dónde está esa distorsión para modificarla a través de procesos normales de aprendizaje, de ensayar nuevas respuestas o de recurrir a estrategias diferentes de pensamiento.

 

El tratamiento, destacó, procede en fases, las cuales no deben, de ninguna manera, ser consideradas lineales, sino como un proceso en espiral. En la primera, de estabilización, tiene importancia especial satisfacer las necesidades del paciente para que adquiera un sentimiento de seguridad; además, debe dársele confianza.

 

En la segunda, de autocontrol, se da tratamiento a problemas psicosomáticos, mediante técnicas interdisciplinarias, para que el paciente aprenda a relajarse y afronte su dolor.

 

La tercera y más difícil fase de la terapia, de recuerdo y aflicción, incluye la confrontación asesorada con la experiencia del trauma. La cuarta, de reintegración, es designada para reinterpretar la experiencia, para normalizar lo anormal y dirigir la atención hacia la integración social.

 

En esta fase, los problemas son reabordados no de manera defensiva, pero sí activa. El paciente debe estar preparado y saber que en futuras etapas de su vida y en periodos de altos niveles de estrés, los síntomas del EPT pueden volver a presentarse.

 

Finalmente, Benjamín Domínguez señaló que el Centro de Servicios Psicológicos Doctor Guillermo Dávila de la Facultad de Psicología, brinda tratamiento psicológico a personas que han sido víctimas de experiencias traumáticas.

 

 

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PIES DE FOTO

 

FOTO 1

 

Como resultado de experiencias traumáticas, las víctimas de violencia criminal, violación, desastres naturales y tortura, no sólo sufren daños físicos y biológicos, sino también psicológicos a corto y a largo plazo, señaló Benjamín Domínguez, investigador de la Facultad de Psicología (FP).

 

FOTO 2

 

Las experiencias traumáticas  no logran borrarse de la mente de la víctima, ya que éstas quedan integradas a la memoria emocional de la persona. Sin embargo, estas personas tienen que aprender a reaccionar ante los recuerdos dolorosos de una manera menos intensa, afirmó Benjamín Domínguez, investigador de la Facultad de Psicología (FP).