Boletín UNAM-DGCS-568
Ciudad Universitaria
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final del boletín
ENTRE
HERMANOS, LA MAYOR RIVALIDAD FAMILIAR
·
Los organismos vivos enfrentan, desde el
nacimiento, el hecho de los recursos con los que cuentan para sobrevivir son
limitados
·
Los rivales, en el caso de los humanos,
viven en la misma casa y es un tema poco estudiado, afirma especialista
· Robyn Hudson, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, y un grupo de colaboradores, analizan el fenómeno
Los seres humanos frecuentemente tendemos
a pensar en la familia como una unidad de amor incondicional, cobijo seguro,
protección y armonía, visión que traslapamos también a otras especies animales.
Sin embargo, los organismos vivos deben
obtener suficientes recursos nutritivos para crecer y reproducirse. Desde el
nacimiento, enfrentan el hecho de que la naturaleza, la mayoría de las veces,
los provee de recursos nutritivos limitados y deben competir por ellos. Los
mayores rivales, en el caso de los humanos, viven en la misma casa: los
hermanos.
A pesar de la importancia de este
fenómeno, casi no hay investigación en mamíferos al respecto –pues la mayoría
crecen junto con hermanos–, en comparación con los trabajos respecto del
conflicto entre padres e hijos. De ahí que Robyn Hudson, del Instituto de Investigaciones
Biomédicas (IIBm) de la UNAM, y un equipo de colaboradores, se hayan dedicado
en los últimos años al análisis de este problema.
Por supuesto, comentó la investigadora
del Departamento de Biología Celular, es muy difícil estudiar entre humanos
este fenómeno, el cual probablemente sucede en todos los mamíferos con más de
una cría. No obstante, afirmó, se tiene la posibilidad de hacerlo con animales,
especialmente el conejo, porque amamanta a sus crías una sola vez al día, lo
que genera una fuerte competencia por la leche, el recurso más importante de la
vida postnatal.
Hasta el momento, dijo, “podemos afirmar
que el peso es aparentemente el principal factor en proveer ventajas a los
gazapos en la contienda por la leche”: los de mayor volumen obtienen más de
dicho líquido y, en consecuencia, crecen más rápido.
Amando Bautista, estudiante del doctorado
en Neuroetología del Instituto de Neuroetologia de la Universidad Veracruzana,
y colaborador de la doctora Hudson, recalcó que no han encontrado diferencias
relacionadas al sexo. “Si son machos o hembras, ambos se comportan de la misma
manera”, indicó.
Tampoco hay disparidades en cuanto al
nivel de testosterona. Han demostrado que “las crías más pesadas tienen mayores
niveles de testosterona, sin importar si son machos o hembras”, y es probable
que niveles mayores de dicha hormona se relacionen positivamente con un mejor
desempeño competitivo durante la succión, indicó la especialista.
La testosterona, explicó, cumple muchas
funciones importantes: participa en el desarrollo de los músculos, tiene
efectos sobre la diferenciación sexual y el desarrollo de los caracteres
sexuales secundarios, y, probablemente, en la conducta.
La pregunta ahora, señaló Amando
Bautista, es de qué manera tales diferencias tempranas entre hermanos, en
cuanto a nutrición mediante leche y las interacciones conductuales para
obtenerla, afectan posteriormente la fisiología y conducta en estados críticos
de la vida. En otras palabras, se cuestiona si tienen mayores ventajas por
haber sido más pesados durante el periodo de amamantamiento, en ese periodo
crítico, de adaptación, cuando empiezan a ser independientes de la madre, en la
reproducción y su vida sexual.
Por ahora, comentó que efectivamente las
crías se desempeñan mejor en ese momento: “hemos visto que compiten más
eficientemente por un recurso vital, por ejemplo, el agua”.
Robyn Hudson añadió que otro
periodo importante a investigar es la madurez sexual, cuando los individuos
enfrentan el reto de conseguir parejas y, particularmente, en el caso de las
hembras, en la adquisición de sitios disponibles para criar a su progenie y
tener acceso a recursos, lo cual en muchas especies está asociado a un alto
estatus dentro del grupo.
Esperamos, resaltó, que haya relación
entre la posición en la camada o familia, y el desempeño conductual y
fisiológico del organismo, es decir, posiblemente haya una relación entre el
orden del nacimiento y los beneficios o recursos que obtienen los organismos.
En el caso de los humanos, hemos observado que los niños mayores obtienen más
que sus hermanos jóvenes; además, la probabilidad de sobrevivencia es mayor en
los primeros que en los segundos.
Amando Bautista expresó también que hay
estudios que han demostrado que hay una relación entre el orden de nacimiento y
la personalidad o conducta. Los primeros hijos son más parecidos a sus padres,
son más ortodoxos, convencionales a las ideas de sus padres, mientras que los
segundos son más rebeldes.
Finalmente, Robyn Hudson aseguró que “es
un nuevo campo en el que debemos abundar”, especialmente en el caso de los
humanos, pese a las dificultades que implica el análisis de estos temas. Sin
embargo, una primera vista revela que aunque nacen uno tras otro, los niños
humanos compiten por la leche, la atención y el amor de sus padres.
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PIES DE FOTO
FOTO 1
Robyn Hudson, del Instituto de
Investigaciones Biomédicas de la UNAM, y un equipo de colaboradores, analizan
la competencia entre hermanos. Su modelo de estudio son los conejos, con quienes
han observado que “el peso es aparentemente el principal factor en proveer
ventajas”.
FOTOS 2 y 3
El equipo del Instituto de
Investigaciones Biomédicas estudia el fenómeno de la rivalidad entre hermanos
en los conejos.