06:00 hrs. Julio 22 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-568

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de fotos al final del boletín

 

 

ENTRE HERMANOS, LA MAYOR RIVALIDAD FAMILIAR

 

·        Los organismos vivos enfrentan, desde el nacimiento, el hecho de los recursos con los que cuentan para sobrevivir son limitados

·        Los rivales, en el caso de los humanos, viven en la misma casa y es un tema poco estudiado, afirma especialista

·        Robyn Hudson, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, y un grupo de colaboradores, analizan el fenómeno

 

Los seres humanos frecuentemente tendemos a pensar en la familia como una unidad de amor incondicional, cobijo seguro, protección y armonía, visión que traslapamos también a otras especies animales.

 

Sin embargo, los organismos vivos deben obtener suficientes recursos nutritivos para crecer y reproducirse. Desde el nacimiento, enfrentan el hecho de que la naturaleza, la mayoría de las veces, los provee de recursos nutritivos limitados y deben competir por ellos. Los mayores rivales, en el caso de los humanos, viven en la misma casa: los hermanos.

 

A pesar de la importancia de este fenómeno, casi no hay investigación en mamíferos al respecto –pues la mayoría crecen junto con hermanos–, en comparación con los trabajos respecto del conflicto entre padres e hijos. De ahí que Robyn Hudson, del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM, y un equipo de colaboradores, se hayan dedicado en los últimos años al análisis de este problema.

 

Por supuesto, comentó la investigadora del Departamento de Biología Celular, es muy difícil estudiar entre humanos este fenómeno, el cual probablemente sucede en todos los mamíferos con más de una cría. No obstante, afirmó, se tiene la posibilidad de hacerlo con animales, especialmente el conejo, porque amamanta a sus crías una sola vez al día, lo que genera una fuerte competencia por la leche, el recurso más importante de la vida postnatal.

 

Hasta el momento, dijo, “podemos afirmar que el peso es aparentemente el principal factor en proveer ventajas a los gazapos en la contienda por la leche”: los de mayor volumen obtienen más de dicho líquido y, en consecuencia, crecen más rápido.

 

Amando Bautista, estudiante del doctorado en Neuroetología del Instituto de Neuroetologia de la Universidad Veracruzana, y colaborador de la doctora Hudson, recalcó que no han encontrado diferencias relacionadas al sexo. “Si son machos o hembras, ambos se comportan de la misma manera”, indicó.

 

Tampoco hay disparidades en cuanto al nivel de testosterona. Han demostrado que “las crías más pesadas tienen mayores niveles de testosterona, sin importar si son machos o hembras”, y es probable que niveles mayores de dicha hormona se relacionen positivamente con un mejor desempeño competitivo durante la succión, indicó la especialista.

 

La testosterona, explicó, cumple muchas funciones importantes: participa en el desarrollo de los músculos, tiene efectos sobre la diferenciación sexual y el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios, y, probablemente, en la conducta.

 

La pregunta ahora, señaló Amando Bautista, es de qué manera tales diferencias tempranas entre hermanos, en cuanto a nutrición mediante leche y las interacciones conductuales para obtenerla, afectan posteriormente la fisiología y conducta en estados críticos de la vida. En otras palabras, se cuestiona si tienen mayores ventajas por haber sido más pesados durante el periodo de amamantamiento, en ese periodo crítico, de adaptación, cuando empiezan a ser independientes de la madre, en la reproducción y su vida sexual.

 

Por ahora, comentó que efectivamente las crías se desempeñan mejor en ese momento: “hemos visto que compiten más eficientemente por un recurso vital, por ejemplo, el agua”.

 

Robyn Hudson añadió que otro periodo importante a investigar es la madurez sexual, cuando los individuos enfrentan el reto de conseguir parejas y, particularmente, en el caso de las hembras, en la adquisición de sitios disponibles para criar a su progenie y tener acceso a recursos, lo cual en muchas especies está asociado a un alto estatus dentro del grupo.

 

Esperamos, resaltó, que haya relación entre la posición en la camada o familia, y el desempeño conductual y fisiológico del organismo, es decir, posiblemente haya una relación entre el orden del nacimiento y los beneficios o recursos que obtienen los organismos. En el caso de los humanos, hemos observado que los niños mayores obtienen más que sus hermanos jóvenes; además, la probabilidad de sobrevivencia es mayor en los primeros que en los segundos.

 

Amando Bautista expresó también que hay estudios que han demostrado que hay una relación entre el orden de nacimiento y la personalidad o conducta. Los primeros hijos son más parecidos a sus padres, son más ortodoxos, convencionales a las ideas de sus padres, mientras que los segundos son más rebeldes.

 

Finalmente, Robyn Hudson aseguró que “es un nuevo campo en el que debemos abundar”, especialmente en el caso de los humanos, pese a las dificultades que implica el análisis de estos temas. Sin embargo, una primera vista revela que aunque nacen uno tras otro, los niños humanos compiten por la leche, la atención y el amor de sus padres.

 

 

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PIES DE FOTO

 

 

FOTO 1

 

Robyn Hudson, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, y un equipo de colaboradores, analizan la competencia entre hermanos. Su modelo de estudio son los conejos, con quienes han observado que “el peso es aparentemente el principal factor en proveer ventajas”.

 

 

FOTOS 2 y 3

 

El equipo del Instituto de Investigaciones Biomédicas estudia el fenómeno de la rivalidad entre hermanos en los conejos.