12:30 hrs. Julio 16 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-553

Ciudad Universitaria

Pies de fotos al final del boletín

 

EN NUESTRO PAÍS SE EXALTA EL PASADO MEXICA Y SE DISCRIMINA A LOS INDÍGENAS ACTUALES

 

·        Si queremos honrar nuestras raíces, no debemos voltear hacia ese pueblo agresivo y militarista, destacó el historiador Federico Navarrete Linares

·        A partir de la Triple Alianza este grupo se volvió más poderoso, pero no fue el más culto, señaló el investigador emérito del IIA, Alfredo López Austin

·        El momento de la fundación de Tenochtitlán está en la atemporalidad del mito, consideró Patrick Johansson, investigador del IIH

 

Paradójicamente, a la vez que el México moderno exalta el pasado mexica, discrimina a los indígenas actuales, sostuvo Federico Navarrete Linares, investigador del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la UNAM, quien considera: “más que buscar las glorias de los pueblos mesoamericanos, para nosotros sería de mayor trascendencia reconocer el valor cultural y la importancia de nuestros grupos indígenas”.

 

Si queremos honrar esas raíces, no debemos voltear hacia un pueblo agresivo y militarista como el mexica, que además fue odiado por los otros grupos pobladores de Mesoamérica, enfatizó el historiador.

 

Contrario a lo que se piensa, los mexicas no fueron un pueblo excepcional, ni el más culto e innovador o quienes sentaron las bases de una forma de gobierno; simplemente dominaban la región de México-Tenochtitlán cuando llegaron los españoles al Continente Americano.  “Son un caso más de muchos pueblos que compartían esa gran tradición civilizatoria mesoamericana”.

 

Dentro del nacionalismo mexicano, precisó, se optó por convertir este pueblo en el antecedente de la nación mexicana; por eso, nuestro país se llama México y su escudo es un águila posada sobre el nopal.

 

Se escogió a los mexicas por ser un grupo agresivo, valiente y belicista. Entonces se suponía que la nueva nación debía ser fuerte y capaz de defender su independencia, para ello debía conservar los mismos valores de sus antepasados; pero también por una cuestión de centralismo, pues con ello se trató de unificar a todos los mexicanos en un pasado imaginario común para crear una nueva identidad, señaló.

 

Al respecto, Alfredo López Austin, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Antropológicas, destacó: “Fueron el grupo más poderoso en el momento de la llegada de los españoles. Al establecer en Tenochtitlán la capital de la Nueva España, se toma a ese pueblo como modelo para interpretar todo. Así, en la Colonia nace una identificación de los habitantes indígenas con los mexicas. Ya en épocas posteriores tomamos el símbolo de su fundación como modelo para nuestro escudo nacional”.

 

Fue a partir de la Triple Alianza cuando este pueblo se volvió más poderoso, pero no el más culto, y con ello se convirtió en símbolo de todos los demás, recordó.

 

Las fechas y las fuentes

 

La historia de la migración de ese grupo indígena que salió de Aztlán –lugar de lo blanco– para fundar  México-Tenochtitlán, ha sido contada de diversas formas, tanto por los mismos protagonistas como por los conquistadores y, en épocas actuales, por historiadores mexicanos y extranjeros; por ello no existe un consenso para determinar la fecha exacta de cuando este pueblo se estableció en medio del lago de Tetzcoco.

 

Se ha determinado 1325; sin embargo, esto no es seguro por dos causas: primero, porque las fuentes documentales nos dan varias fechas y, segundo, porque aún existe polémica sobre el cómputo del tiempo utilizado por los mexicas en su calendario.

 

Entre las excepciones más serias descalificando ese año,  refirió, está la de Nigel Davies, quien basándose en cómputos hechos por los historiadores Wigberto Jiménez Moreno y Paul Kirchhoff, establece como fecha 1345.

 

En cuanto a la migración –refirió el investigador–, las fuentes son muchas y el asunto es complejo porque el itinerario no es el mismo; es decir, en este caso no sólo cambian las fechas. “Esto ha hecho pensar que distintos grupos vinieron por diversos caminos y su encuentro se dio en México-Tenochtitlán”; sin embargo, hay problemas de interpretación de las fuentes porque, como sucede en muchos de los pueblos de la antigüedad, éste no es un relato estrictamente histórico sino justificatorio de derechos y en buena parte está amparado por el mito.

 

La ubicación de Aztlán, el itinerario y el significado de algunos sucesos de la migración cambian de acuerdo con la interpretación de distintos autores, debido a las grandes variaciones en las fuentes. “Por ejemplo, los nombres que aparecen del lugar de origen son distintos:  se habla de Aztlán, de Aztlán Chicomostoc, Aztlán Culhuacán, o simplemente Culhuacán o Chicomostoc”.

 

Aztlán: lugar mítico

 

Para Patrick Johansson, investigador del IIH, la sabiduría indígena precolombina no consideraba la historia como tal. “Nosotros la conocemos como un elemento cognitivo, real e importante, pero los mexicas, además de las genealogías y algunos anales, manejaban un mito.

 

El pasado se reconstituye en función de un presente y eso es importante señalarlo, porque muchas veces se sitúa la fundación de México-Tenochtitlán en 1325, sin pensar que tanto las fechas como los hechos tienen valores mitológicos, mencionó.

 

Por ello, para que este acontecimiento tenga un valor constitutivo fundacional, debemos reconsiderar todo desde Aztlán y, en ese sentido, Tenochtitlán es la Nueva Aztlán.

 

Entonces, se debe retomar el mito, explicó el historiador, porque hay quienes todavía buscan la ubicación de Aztlán y este lugar no está en ninguna parte. Es el origen de los pueblos nahuas y como tal no tiene espacio ni tiempo, sino la interioridad de los seres. El origen siempre es mitológico.

 

 

 

La migración y la fundación

 

El pueblo mexica salió de Aztlán y a partir de ese momento empezó su gestación narrativa-mitológica, pero no histórica; es decir, dentro de los mitos hay ingredientes históricos, los cuales se deben transformar y tejer como historia, subrayó Johansson.

 

Cabe señalar que la migración de los mexicas no fue un viaje continuo de Aztlán al Valle de México, pues los emigrantes se detuvieron en varias ocasiones y durante esas pausas trataron de reproducir la vida y las costumbres de su lugar de origen. 

 

“La fundación de Tenochtitlán fue la culminación de una historia muy larga. Las propias historias escritas por los mexicas mucho tiempo después, nos cuentan que salieron de Aztlán varios cientos de años antes y estuvieron vagando quizá por las zonas del centro del país hasta llegar al Valle de México y, posteriormente, fundarían su ciudad”, recordó Federico Navarrete.

 

Es muy probable que en esa época fueran un pueblo pobre, sometido y obligado a servir a otros más poderosos, como la gente de Xaltocan, Cuautitlán, Azcapotzalco y Culhuacán.

 

Normalmente nos imaginamos que los mexicas llegaron a México y fundaron Tenochtitlán; eso no fue así. En realidad vivieron durante mucho tiempo en el Valle; fue sólo hasta que consiguieron suficiente poder cuando pudieron instaurar su propia ciudad, indicó.

 

Para ellos este evento no se verificó al llegar al Valle, sino más de cien años después de haberse establecido ahí, cuando tuvieron el poder político necesario para convertirse en un pueblo independiente, con un territorio, un gobierno y un Dios propios. “Fue una declaratoria de querer llevar una vida autónoma y no seguir sometidos a poderes externos”.

 

Pero, además de lograr emanciparse de los colhuas, este acto político tuvo también una fuerte dimensión religiosa y ritual para este pueblo. Antes de la fundación, los mexicas llevaron a cabo una serie de preparativos que les permitieron fundar su nuevo Altepetl o Ciudad–Estado.

 

 

Aunque realizaron una serie ofrendas y ceremonias de purificación y preparación, fundaron Tenochtitlán cuando Huitzilopochtli, quien los había conducido a lo largo del recorrido, se apareció frente a ellos en forma de águila y se posó sobre un nopal en medio del Lago de Tetzcoco, hoy Ciudad de México, aclaró.

 

Algunas fuentes señalan que no fue suficiente la aprobación de Huitzilopochtli para la fundación; además, los mexicas hablaron con Tláloc y éste dio su anuencia.

 

Al respecto, López Austin refirió que las fundaciones no se hacían en cualquier momento. “Cada pueblo debía esperar una fecha sagrada”. Por ello, en ese episodio se habla de dos personajes muy poderosos: Tenoch (Tláloc) y Cuauhtlequetzqui (Huitzilopochtli, dios de los mexicas). De ahí el doble nombre de la ciudad: México-Tenochtitlán.

 

Quizá por eso, afirmó Navarrete Linares, el templo principal de ese nuevo sitio estaba dedicado a esos dos dioses. Esto implicaba que ya iban a tener un lugar definitivo en donde vivir, en el cual podrían acumular poder y riqueza, además de tener la posibilidad de conquistar a otros pueblos.

 

¿Quiénes fueron los mexicas?

 

Al comparar la historia de la migración mexica con otras migraciones, se pueden observar varios puntos de contacto con los chichimecas nómadas, pero esto es parte del mismo mito, porque si se analiza qué vienen haciendo durante el viaje y con qué conocimientos cuentan, se puede ver que no se trata de un pueblo de cazadores–recolectores, ni nómada, sino de agricultores, indudablemente pobres y marginales, pero mesoamericanos, precisó Alfredo López Austin.

 

Esto, acotó, es útil para comprender no sólo la migración sino cómo los mexicas se habituaron perfectamente al tipo de agricultura reinante en el Valle de México: la chinampera. Aunque también tenían conocimientos sobre caza, recolección y pesca lacustres.

 

También fueron hombres proclives a la guerra. En esa época, un pueblo pobre podía ser reclutado fácilmente para ese fin, por otros grupos poderosos. Por ello, “al principio tuvieron que someterse y pagar tributo a los tepanecas, cuya capital era Azcapotzalco”.

 

 

 

Poco después de su fundación, apuntó el historiador Navarrete, Tenochtitlán era un pueblo humilde construido en unos islotes. No había mucho territorio y sus pobladores se dedicaban a actividades sencillas.

 

Hasta 1427 el pueblo mexica estuvo sometido a los tepanecas, porque en ese año se aliaron con los tetzcocanos y derrotaron a sus opresores. Entonces crearon la Triple Alianza con Tetzcoco y Tlacopan, hoy Tacuba. Así, conquistaron otros pueblos y extendieron sus dominios para construir uno de los más grandes imperios de Mesoamérica.

 

La nobleza mexica

 

Para entrar en el contexto político existente, los mexicas tuvieron que ajustarse a las reglas del juego. Aunque tenían la madurez política para fundar una ciudad y empezar a organizarla, no contaban con el linaje suficiente para gobernar. Por ello, se dieron a la tarea de buscarlo y consiguieron un príncipe colhua, explicó Agustín López Austin.

 

Así, Acamapichtli se convirtió en el primer gobernante de ese pueblo; pero como su esposa no podía tener hijos, decide casarse también con las hijas de los guías de los distintos grupos llegados a Tenochtitlán. Con ellas sí tiene descendencia y los niños son pasados entre las piernas de la reina para hacer un parto ritual. De este modo es como se instaura la nobleza mexica.

 

En opinión de este investigador emérito, aún hay mucho que decir sobre este periodo histórico, pero sería conveniente hacerse preguntas como: “¿Hasta qué punto los relatos de la migración de los mexicas son históricos o míticos?, ¿por qué son tan parecido unos a otros? o ¿qué tan chichimecas eran los mexicas?

 

En ese sentido, Patrick Johansson recomendó leer los documentos indígenas en función de los criterios propios de cada pueblo, “de otro modo tendemos a desvirtuar su historia y su pensamiento”.

 

“El momento de la fundación de Tenochtitlán está en la atemporalidad del mito. Si los mexicas dicen que así fue, así dejémoslo, y si se le quiere poner una fecha pongamos el año de 1325, sea mítico o histórico”, concluyó.

 

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PIES DE FOTO

 

Foto 1

Para Alfredo López Austin, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, fueron los españoles, quienes tomaron a los mexicas como modelo para reconstruir la sociedad tras la Conquista.

 

 

Foto 2

Los mexicas no fueron un pueblo excepcional, ni el más culto e innovador o quienes sentaron las bases de una forma de gobierno; simplemente dominaban la región de México-Tenochtitlán a la llegada de los españoles, sostuvo Federico Navarrete Linares, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM

 

Foto 3

Patrick Johansson, miembro del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, afirmó que los relatos sobre la salida de Aztlán y la fundación de Tenochtitlán, deben considerar su componente mitológico.