Boletín UNAM-DGCS-545
Ciudad Universitaria
Pies de fotos al
final del boletín
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José Luis Busto, de la FQ, resaltó que en la
actualidad una mancha de sangre, semen, saliva, orina, o fragmentos de cabello
o tejido sirven para esclarecer crímenes
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Explicó que en cada célula del cuerpo está
la información que codifica las características de cada individuo
El descubrimiento de la estructura del
ácido desoxirribonucleico (ADN) no sólo permitió conocer el “secreto de la
vida”, sino desarrollar métodos para reconocer personas, como los utilizados
por la medicina forense para resolver crímenes o identificar víctimas.
Una mancha de sangre, semen,
saliva, orina, o fragmentos de cabello, dientes, huesos o tejidos pueden ayudar
a esclarecer crímenes y condenar a sus ejecutores, explicó José Luis Busto, de
la Facultad de Química, durante la conferencia Parentesco, medicina forense y
ADN, efectuada en el Foro de Química del Museo de las Ciencias, Universum.
El químico explicó que cada
célula del cuerpo contiene la información que codifica las características de
cada individuo: el ADN, compuesto por tres elementos: azúcar o desoxirribosa;
un grupo fosfato, con carga negativa que da características ácidas a la
molécula en su conjunto; y, por bases nitrogenadas de cuatro tipos: adenina,
guanina (de la familia de las bases púricas), citocina y timina (de las
pirimídicas).
En este modelo, propuesto por los
científicos James Watson y Francis Crick hace exactamente 50 años, y llamado de
“doble hélice”, está formado por cadenas antiparalelas y da un giro a la
derecha como si fuera una escalera de caracol.
Tal estructura, “explica cómo la
información de cada individuo puede heredarse, porque a partir de una cadena o
molécula se puede obtener otra igual”; de tal modo, se adquieren ciertas
características de los padres, pero “es un individuo diferente”, explicó José
Luis Busto.
El vínculo de estas
investigaciones con la medicina forense reside en la creación de un conjunto de
conocimientos médicos relacionados con la administración de justicia, que
ayudan a identificar a los involucrados en un crimen o la personalidad de la
víctima.
El químico ejemplificó que cuando se
registra un asesinato, los investigadores recolectan evidencias mediante
técnicas especializadas, como las copias o replicas de moléculas de ADN,
mediante una técnica conocida como Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR,
por sus siglas en inglés).
Esta técnica permite 32 ciclos de
duplicación con una eficiencia del 100 %, y produce 1.07 miles de millones de
copias de una región del ADN.
Debido a que se trata de un ácido, tiene
carga eléctrica. Si se le coloca ante un campo eléctrico con carga de signo
contrario, ambos se atraen. Así es posible separar las moléculas en un gel,
desde el cual son “impresas” en una membrana.
Posteriormente se le agrega fluorescencia
o radioisótopos para que sea posible tomarle una fotografía, parecida a un
“código de barras” para cada persona, una huella de ácido desoxirribonucleico,
que se compara con las muestras de sangre de los sospechosos o de las víctimas.
Las secuencias pequeñas repetidas (Short
Tandem Repeats o STR) de Timina-Citocina-Adenina-Guanina, reaparecen en
fragmentos de ADN, e identifican a cada individuo, pues le forman una huella
genética. Es posible, continuó, amplificar fragmentos de ADN a través del
método PCR a partir de muestras incluso menores a un nanogramo, equivalente a
una mil millonésima parte de gramo.
Si las muestras son extremadamente pobres
para la identificación de personas, como ocurrió durante los ataques
terroristas a las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, se
puede recurrir a otro método, aclaró José Luis Busto.
“Hasta ahora, hablé de la información
genética almacenada en el núcleo celular, pero dentro de éstas hay
mitocondrias, organelos presentes en el citoplasma de las células humanas
-excepto en los glóbulos rojos maduros- esenciales para la producción de
energía. Lo relevante es que poseen su propio ADN o mtADN.
Ello
se debe a que cuando ocurre el proceso de fecundación el núcleo del
espermatozoide logra penetrar el óvulo. En consecuencia, las mitocondrias del
ser engendrado provienen exclusivamente del óvulo; es decir, de la madre.
Su contenido “informativo” es menor en aproximadamente
80 %, pero ofrece las ventajas de ser abundante y que su ADN puede extraerse de
restos óseos aunque se haya perdido la masa tisular, permitiendo su
amplificación a partir de cantidades iniciales muy pequeñas. Por todo ello, la
técnica mitocondrial suele usarse como apoyo a la de STR.
De esa forma, abundó el universitario, el
ADN “permite aportar evidencias sobre quién estuvo en qué parte”, y su uso se
generaliza cada vez más; tan sólo el Buró Federal de Investigaciones (FBI) de
Estados Unidos posee una base de datos con los registros genéticos de todos los
presos en Estados Unidos.
Estas técnicas también se aplican para determinar la
paternidad de niños, para investigación básica y biotecnológica. “La
amplificación de secuencias es muy útil inclusive, en la identificación de
organismos patógenos; por ejemplo, para saber si un alimento está contaminado
por alguna bacteria”, finalizó.
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PIES DE FOTO
FOTO 1
José Luis Busto,
de la Facultad de Química, señaló que el descubrimiento de la estructura del
ácido desoxirribonucleico no sólo permitió conocer el “secreto de la vida”,
sino desarrollar métodos para reconocer personas, como los utilizados para
resolver crímenes o identificar víctimas.
FOTO 2
En el Museo de
las Ciencias Universum, José Luis Busto, de la Facultad de Química, consideró
que el vínculo de las investigaciones sobre el ADN con la medicina forense
reside en la creación de un conjunto de conocimientos médicos relacionados con
la administración de justicia.