Boletín UNAM-DGCS-524
Ciudad Universitaria
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EL 50% DE LOS NIÑOS EN SITUACIÓN DE CALLE UTILIZAN INHALABLES
·
Según la Encuesta Nacional de
Adicciones, 1.8 % de la población los ha usado
·
Informó Silvia Cruz, investigadora del
Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados del IPN
· En la Facultad de Medicina de la UNAM, la especialista agregó que entre 22 y 23 % de los niños en situación de calle inhalan solventes a diario
Los inhalables representan
un problema de salud pública en varios países del mundo. En México, de acuerdo
con la Encuesta Nacional de Adicciones, 1.8 % de la población los ha usado. Sin
embargo, este informe se obtiene de hogares donde no se encuentran los
principales consumidores: los niños en situación de calle, de los cuales, 27 %
los utiliza regularmente, mientras que un 22 o 23 % lo hace a diario, situación
que los ubica como grupo de alto riesgo.
Así lo reveló Silvia Cruz Martín del Campo, jefa del
Laboratorio de Farmacodependencia del Departamento de Farmacobiología del Centro
de Investigaciones y Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional, durante el
Seminario permanente Medio ambiente y salud, efectuado en la Facultad de
Medicina (FM) de la UNAM.
En el auditorio Fernando
Ocaranza de la FM, la especialista dictó la conferencia Bases biológicas del
abuso de inhalables, en la que explicó que el consumo de inhalables, sustancias
caracterizadas por su volatilidad a temperatura ambiente y producir un estado
alterado de conciencia en sus consumidores, se hace más evidente entre los
grupos marginales.
Este tipo de drogas,
abundó la especialista, fácilmente generan dependencia y son susceptibles de
producir cambios en la conducta humana. El primer reporte de abuso deliberado
de sustancias volátiles data de 1930 en Estados Unidos, y aunque en años
recientes se creía que su uso decrecía, se ha mantenido estable: “Por
desgracia, lo que aumenta es el consumo de cocaína”; sin embargo, continuó, los
inhalables tienen un papel importante como drogas de inicio.
Reportes de los Centros de
Integración Juvenil revelan que en el año 2002 se atendieron a 70 menores de 12
años (0.5 % de los casos totales), de los cuales el 70 % dijeron haber iniciado
sus adicciones con inhalables, ello a pesar de no pertenecer a grupos de alto
riesgo.
La especialista explicó su
consumo dado que son sustancias baratas, disponibles en casa con posesión legal
y sin consecuencias riesgosas; sin embargo, al ser neurotóxicos pueden producir
muerte súbita entre niños no adictos que inhalan altas concentraciones en
tiempos cortos, pues suelen provocarles arritmia cardiaca.
Silvia Cruz expuso que hay
tres grupos de inhalables: nitritos, óxido nitroso (gas de la risa) y los
disolventes industriales, como el tolueno, xileno, benceno, gasolina, además de
aerosoles, resistol o thinner, utilizados en su mayoría por serigrafistas,
pintores o zapateros.
La especialista explicó
que la exposición a sustancias como el tolueno, en concentraciones bajas, de
100 partes por millón, en un límite máximo permisible no causa daños
permanentes a la salud. Sin embargo, la exposición prolongada con fines
intencionales aumenta la concentración hasta en 20 mil partes por millón, lo
que puede acarrear la muerte.
El abuso de inhalables,
aseguró la investigadora, produce una euforia inicial seguida por depresión
persistente, mareo, náusea, deterioro del juicio, cambios en percepción,
problemas de habla, alucinaciones en dosis altas y, en caso extremo, muerte
súbita. Sin embargo, reconoció que los efectos neuroquímicos de los inhalables
son un misterio: “Parecen depresores del sistema nervioso central, se asemejan
a la intoxicación con alcohol, pero no se sabe a ciencia cierta, cómo
funcionan”.
Hasta ahora se sabe,
prosiguió, que los disolventes más utilizados tienen un mecanismo de acción
celular parecido al del alcohol, que bloquea los receptores del sistema
nervioso implicados en numerosas funciones cerebrales, como el aprendizaje, la
memoria o los mecanismos de muerte neuronal, pero lo hacen con mucho mayor
potencia.
Cruz Martín del Campo
reconoció la necesidad de profundizar en los efectos crónicos del uso de
inhalables, como pérdida de memoria, paranoia, depresión, dolores de cabeza
recurrentes, claras perturbaciones del sueño, daño neurológico y neuropatía;
además de los efectos por exposición prenatal, que podrían producir un síndrome
fetal por inhalación de disolventes, caracterizado por niños con bajo peso al
nacer, recurrencia de abortos, problemas respiratorios permanentes y retraso
mental; “todo parecería indicar que sí habría un síndrome”, apuntó.
Actualmente, el Cinvestav
investiga si la tolerancia a las sustancias tóxicas es metabólica en hijos de
adictos a este tipo de sustancias, además de analizar las causas de la muerte
súbita y la arritmia cardiaca; en tanto, finalizó la investigadora, es
necesario sensibilizar a la población respecto de los riesgos reales de
consumir inhalables para combatir este problema.
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PIES DE FOTO
Foto 1
Silvia Cruz Martín del Campo, jefa del Laboratorio de Farmacodependencia
del Cinvestav, explicó que el consumo de inhalables, sustancias caracterizadas
por su volatilidad a temperatura ambiente y producir un estado alterado de
conciencia en sus consumidores, se hace más evidente entre los grupos
marginales.
Foto 2
Los inhalables
fácilmente generan dependencia y son susceptibles de producir cambios en la
conducta humana, aseguró Silvia Cruz, jefa del Laboratorio de
Farmacodependencia del Departamento de Farmacobiología del Cinvestav, en el
Seminario Medio ambiente y salud, organizado en la Facultad de Medicina de la
UNAM.