15:30 hrs. Junio 26 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-504

Ciudad Universitaria

 

AFECTARÁ A LA SOCIEDAD LA FALTA DE  INVERSIÓN EN EDUCACIÓN PÚBLICA SUPERIOR

 

·        Diego Valadés, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas, afirmó que el rezago de la norma frente al desarrollo científico ocasiona perjuicios sensibles para la colectividad

·        La ingeniería genética y de la biología molecular requieren equilibrar entre los avances de la investigación y la protección de los derechos humanos: Ingrid Brena Sesma

·        Para Fernando Lolas Stepke, la investigación en este campo debe responder a las demandas de la sociedad

·        Es necesario legislar sobre el uso de los bancos de datos con información personal para sancionar su mal uso: Marcia Muñoz de Alba

 

El descuido de la investigación, de la inversión en educación pública superior y de la regulación jurídica de los problemas científicos, afectará el trabajo y funcionamiento de todos: de los científicos, de las estructuras jurídicas y de la sociedad en general, afirmó Diego Valadés.

 

El director del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM explicó que la investigación en materia de biotecnología ha avanzado a un ritmo que no corresponde con la generación de instituciones legales en ninguna parte del mundo.

 

En una sociedad moderna, advirtió durante la inauguración de las II Jornadas “Globalización y Derechos Humanos: Bioética y Biotecnología” organizadas por la propia dependencia, tal hecho debe ser visto con atención, porque el rezago de la norma frente al desarrollo científico ocasiona perjuicios sensibles para la colectividad o para la globalidad de los Estados.

 

Refirió que el desarrollo de las diferentes instituciones en relación con la ciencia es “muy asimétrico”. Por ejemplo, en el caso de México se presenta un rezago lamentable respecto de otros países con nivel similar.

 

La posición de nuestra nación es “de franca desventaja” frente a la regulación relacionada con la ciencia –al menos en el orden constitucional– en Argentina, Colombia, Chile y Brasil.

 

En un mundo competitivo y global, donde la generación de conocimientos ocupa un lugar principal, un rezago como el presentado por la estructura normativa mexicana significa un factor de atraso que no sólo afecta al desarrollo social, sino que también tiene un impacto negativo en el crecimiento de la ciencia nacional.

 

Valadés aclaró que vivimos en un mundo renovado por el conocimiento e, incluso en la ciencia están cambiando los conceptos, y las fronteras, por ejemplo entre la física y la química, se diluyen, finalizó.

 

En tanto, Ingrid Brena Sesma, coordinadora del Núcleo de Estudios Interdisciplinarios en Salud y Derecho del IIJ, mencionó que los avances científicos de las últimas décadas en los campos de la biología, la medicina y otras disciplinas relacionadas con la vida humana, plantean a las colectividades organizadas nuevos retos.

 

Señaló que el término globalización es usado con frecuencia sólo para identificar aspectos de integración económica, cuando en realidad es un fenómeno de alcances políticos, sociales, culturales, científicos y de la bioética.

 

 

La biotecnología –considerada como la aplicación de los procesos biológicos a los productivos–, trae consigo cuestionamientos éticos y morales. Los descubrimientos de la ingeniería genética y de la biología molecular establecen un dilema de difícil solución: cómo conseguir el equilibrio entre los avances de la investigación y la protección de los derechos humanos.

 

Brena Sesma dijo que se abren caminos para vencer enfermedades hereditarias, pero al mismo tiempo aumenta el temor de que la manipulación genética pueda dar lugar a la selección de personas sobre la base de criterios genéticos en aras de intereses comerciales.

 

Por ello, apuntó la universitaria, la bioética nace de la exigencia de  asegurar que los progresos surgidos de este nuevo “poder” beneficien a la humanidad entera sin menoscabo de los derechos de cada uno. Representa una esperanza para lograr el equilibrio entre el quehacer científico, los valores de la sociedad y los derechos individuales.

 

En la conferencia La construcción social del genoma: dilemas de ciudadanía y ética, Fernando Lolas Stepke, director del Programa Regional de Bioética de la Organización Panamericana de la Salud, expuso que el tema de la genómica no es indiferente para las personas, por el contrario, “todas tienen algo que decir”.

 

En él, influye de manera explícita o implícita la conciencia de lo que significa ser humano; pero la inmutabilidad de este último, acuñada por el derecho, parece ser desafiada por algunas de las contribuciones de la más reciente ciencia genómica.

 

La cultura epistémica inaugurada por los estudios de la información genética y de sus aplicaciones en la biotecnología, la terapéutica, y demás, es híbrida, y la única manera de entender sus dilemas es tomando en consideración que se trata de una confluencia de factores.

 

En ella convergen pequeñas ciencias (de laboratorio), transformadas en una “gran ciencia” (la de los grandes consorcios internacionales, como el proyecto del Genoma Humano o la industria biotecnológica), así como la cultura popular acerca de las amenazas, riesgos y expectativas que esos conocimientos parecen tener.

 

Para Lolas Stepke, ningún avance de las ciencias empíricas ha estado disociado de cierto temor o inquietud social. De ese modo, uno de los grandes problemas que podría tener la comunidad científica cuando asegura ser capaz de auto regularse, sería que sólo respondiera a las preguntas más exigentes y precisas de sus pares, y no a las demandas generales acerca de ese conocimiento.

 

El discurso bioético utiliza el diálogo entre racionalidades disciplinas, grupos y personas para plantear y resolver (o disolver) los dilemas que plantea la ciencia y la tecnología, con base en los fundamentos de los deberes y los derechos.

 

En la ciencia existen intereses muy diversos, y el más novedoso de ellos es el económico. En ese contexto, la genómica entra también en el terreno de la influencia política, la decisión legislativa y la necesidad de diálogo social.

 

Por eso, ella no debe ser impuesta como una “especie de globalización” entendida ésta como la absolutización o imposición de un punto de vista parcial, sino como el respeto por las voces discrepantes y una auténtica pluralidad de posturas.

 

La bioética es, asimismo, un puente entre racionalidad científica, ideologías e información, y su utilidad depende de que se reconozca su capacidad para mediar entre las normas jurídicas y sociales, y las creencias.

 

Investigar empíricamente estos hechos, concluyó Lolas, supone una aportación útil para científicos, legisladores y gente común, de forma que se anulen mitos y se reduzcan los miedos que causa el genoma.

 

Por otro lado, Marcia Muñoz de Alba, investigadora del IIJ, dictó la ponencia DNA y bancos de datos, donde señaló que en la Ley de Transparencia la información sobre salud es considerada “sensible”, por el impacto y las implicaciones que tendría si se manejaran erróneamente o sin autorización datos confidenciales.

 

De acuerdo con esta reglamentación, dicha información se encuentran en las historias clínicas médicas y en los estudios genéticos, los cuales tienen carácter confidencial y su uso está reservado en algunos casos.

 

Señaló que todos los datos del ser humano están contenidos en enormes bases de datos, donde se ha integrado la estructura jerárquica de los genes, su ordenamiento dentro del genoma, la función de las proteínas y su interacción.

 

Sin embargo, en la actualidad todos somos víctimas de este síndrome que recopila información sin autorización. De ahí la necesidad de contar con un fundamento legal para sancionar esta conducta ilegal que desafortunadamente sucede todos los días.

 

Así, se han reglamentado los bancos de ADN con base en la Ley de Derechos de Autor, donde se encuentran protegidos como compilación y programas de cómputo, refirió.

 

Además, fue creada la llamada bioinformática como una ciencia que permite crear y gestionar bases de datos biológicos, al tratar de registrar y eventualmente simular toda la complejidad del ser vivo.

 

 

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FOTO 1

El descuido de la regulación jurídica de los problemas científicos, afectará el trabajo de los científicos, de las estructuras jurídicas y de la sociedad en general, afirmó Diego Valadés, director del IIJ de la UNAM, durante la inauguración de las II Jornadas Globalización y Derechos Humanos: Bioética y Biotecnología.

 

FOTO 2

En la inauguración de las II Jornadas Globalización y Derechos Humanos: Bioética y Biotecnología, Ingrid Brena Sesma, coordinadora del Núcleo de Estudios Interdisciplinarios en Salud y Derecho del IIJ de la UNAM, mencionó que los avances científicos plantean a las colectividades organizadas nuevos retos.

 

FOTO 3

Al participar en II Jornadas Globalización y Derechos Humanos: Bioética y Biotecnología, organizadas por el IIJ de la UNAM, Fernando Lolas Stepke, director del Programa Regional de Bioética de la Organización Panamericana de la Salud, expuso que el tema de la genómica no es indiferente para las personas.

 

FOTO 4

En la actualidad, todos los datos del ser humano están contenidos en enormes bases de datos, los cuales deben protegerse, afirmó Marcia Muñoz de Alba, investigadora del IIJ de la UNAM, en las II Jornadas Globalización y Derechos Humanos: Bioética y Biotecnología.