14:00 hrs. Junio 10 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-447

Ciudad Universitaria

 

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REFORMAR LA POLICÍA Y EFICIENTAR LA PROCURACIÓN DE JUSTICIA, ELEMENTOS PARA MEJORAR SEGURIDAD EN EL DF

 

·        Marcelo Ebrard Casaubon, secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, afirmó que en los últimos años la ciudad ha registrado un crecimiento de la delincuencia organizada

·        Participó en la conferencia internacional Seguridad pública en la nueva agenda urbana, realizada en la Facultad de Derecho

 

Para mejorar la seguridad pública en la Ciudad de México se requiere reformar la policía y hacer que el sistema de impartición, procuración y administración de justicia sea eficiente, aseguró Marcelo Ebrard Casaubon, secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal.

 

Durante su participación en la conferencia internacional Seguridad pública en la nueva agenda urbana, organizada por la Facultad de Derecho y el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, así como por el Instituto Tecnológico Autónomo de México y el Manhattan Institute for Policy Research, aseguró que la peor decisión es la “indecisión” y “llegó el momento de cambiar”.

 

Entre las transformaciones que propuso, y que serán presentadas a la Asamblea Legislativa antes de que concluya este año según indicó, se encuentra la revisión al Código de Procedimientos Penales y al propio Código Penal, para buscar sanciones más efectivas para los delitos, así como para acotar la aplicación del amparo en todos los casos, porque en casi todas las detenciones los delincuentes ya cuentan con uno.

 

Mencionó que en la actualidad, la Ciudad de México tiene la mayor población joven de su historia, que busca oportunidades y, al mismo tiempo, padece el período más largo de estancamiento económico. Baste recordar que cuatro de cada 10 habitantes tienen entre 15 y 25 años de edad, pero las posibilidades de encontrar empleo son reducidas en relación con la demanda.

 

Entre los jóvenes urbanos, añadió, ha crecido el consumo de drogas; incluso la edad de inicio en su consumo bajó a 12 años y el uso de cocaína se triplicó en la última década.

 

Marcelo Ebrard explicó que en los últimos años la ciudad ha registrado un crecimiento de dos tipos de delincuencia: la organizada, sofisticada y compleja, que comete secuestro, robo de mercancías y veja a cuenta habientes, y la criminalidad “difusa”, efectuada por jóvenes, quienes hacen más violentos los asaltos a transeúntes y los robos en la vía pública.

 

Frente a esa tendencia, indicó, el problema principal es “que nuestro arreglo institucional, nuestra forma de organizar la manera como respondemos a esa situación, es cada vez más ineficiente. Estamos atrapados en la respuesta institucional, en paradojas que necesitamos resolver”.

 

Una de ellas es el estado de la policía, que no ha cambiado en muchos años. Muchos de los mandos, las formas de operación, la organización, objetivos y misiones, son los mismos que hace dos décadas. Se trata de una organización estática, que vive en un “gheto” sin contacto con el exterior, instalado en una soberbia defensiva en la cual nadie puede indicarle cómo hacer las cosas.

 

Es una policía sin respeto ni confianza por parte de la ciudadanía, que siente que en los últimos años se le han retirado capacidades y, por lo tanto, su función en la sociedad es cada vez más confusa. Es una especie de paradigma de la inmovilidad, calificó el funcionario.

 

Abundó que a la policía se le pide que actúe con contundencia y eficacia frente a la delincuencia. Empero, si se observan las reformas de ley de los últimos tiempos se constata que cada vez se limitan más sus facultades. Ejemplo de ello es la Ley de Justicia Cívica vigente, que “al parecer, se pensó con la pregunta cómo hacer para que la policía no extorsione, en vez de qué hacer para que las formas de convivencia elemental entre los ciudadanos se respeten”.

Ebrard Casaubon indicó que la recuperación de los espacios públicos y de convivencia no es sólo una reivindicación de la clase media, sino mayoritaria. Inclusive, en términos políticos, “quien no comprenda esta situación, no tendrá éxito en la ciudad en los próximos años. Por eso, llegó el tiempo de cambiar las decisiones”.

 

Un paso hacia la reforma de la policía ha sido la aprobación de su Ley Orgánica, instrumento importante para transformar la realidad en la que vive el organismo policiaco. En ella, por ejemplo, se establecen los requisitos de permanencia, lo cual coadyuva a reestablecer la disciplina.

 

Otra medida a instrumentar es la policía de barrio, para que sea identificada por la comunidad. Aseguró que el patrullaje al azar no es eficaz y sus resultados son escasos. Se requiere establecer los hechos delictivos con ayuda del ciudadano, quien puede decir qué pasó, dónde y a qué hora. Hasta ahora ha sido implementada en 74 de las mil 352 unidades territoriales, en las que se concentra el 33 por ciento de los delitos denunciados en la ciudad.

 

Además, propuso, la policía debe estar sujeta a evaluación ciudadana, pero a la vez, tener incentivos de mediano plazo que sean claros, como la posibilidad de conseguir un crédito para vivienda.

 

Hasta ahora se han creado los centros de Integridad y de Información Institucional, al tiempo que se ha brindado a tres mil elementos capacitación con ayuda de la Universidad Nacional a través cursos de 60 horas. Ayer se comenzó este programa con los mandos.

 

Reformar a la policía no es todo, reiteró.  El sistema de impartición de justicia tiene tales márgenes de ineficiencia, que de entrada ya se sabe que de 100 denuncias que presentan los ciudadanos no se van a investigar nunca 80, porque el número de policías que investigan es muy pequeño.

 

La ciudad cuenta con 3 mil 800 policías judiciales en números redondos, pero en cada turno se presentan 600 denuncias de delitos del fuero común, principalmente robos. Además, este cuerpo policíaco no está sujeto a un control efectivo por parte del Ministerio Público, por lo que las decisiones en las investigaciones realizadas son aleatorias y discrecionales.

 

Ante tal situación, o se aumenta el número de judiciales o se toma la decisión de que elementos de la preventiva hagan investigación preliminar o  “interpretación de calle”.

 

En todas estas decisiones de transformación, finalizó Ebrard, deben participar los responsables del servicio público, pero también especialistas e, incluso,  estudiantes de derecho, como quienes lo escucharon en el Aula Magna Jacinto Pallares de la FD.

 

 

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En la Facultad de Derecho de la UNAM, Marcelo Ebrard Casaubon, secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, propuso la revisión del Código de Procedimientos Penales y del propio Código Penal, para buscar sanciones efectivas para los delitos y reducir la criminalidad en la Ciudad de México.