15:00 hrs. Junio 5 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-433

Ciudad Universitaria

 

Pies de fotos al final del boletín

 

ACADÉMICO DE LA UNAM RECIBE EL PREMIO NACIONAL AL MÉRITO ECOLÓGICO 2003

 

·        El investigador del Instituto de Ecología, Rodolfo Dirzo Minjarez, recibió la presea de manos del coordinador de Asesores de Políticas Públicas de la Presidencia de la República, Eduardo Sojo Garza-Aldape

·        La dependencia federal reconoció su relevante trabajo en materia ecológica

·        El especialista advirtió sobre la nueva amenaza para las selvas tropicales: la pérdida de la fauna

 

El investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, Rodolfo Dirzo Minjarez, recibió el Premio Nacional al Mérito Ecológico 2003, de manos del coordinador de Asesores de Políticas Públicas de la Presidencia de la República, Eduardo Sojo Garza-Aldape, ante la presencia del secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Víctor Lichtinger, como parte de la conmemoración del Día Mundial del Medio Ambiente.

 

Rodolfo Dirzo se hizo acreedor a esta distinción en la categoría correspondiente al sector académico, por su destacada trayectoria      –reconocida en el ámbito mundial– en temas sobre ecología y conservación de las selvas de América, uno de los ecosistemas más amenazado del mundo.

 

El Premio al Mérito Ecológico es la presea que otorga el gobierno federal de México, para reconocer acciones de personas o agrupaciones en pro del ambiente, a través de un jurado designado por la Semarnat.

 

En entrevista, el especialista aseveró que en México a la “amenaza invisible” de la  “defaunación” –o pérdida de la fauna–, en particular de animales medianos y grandes, se suma el problema de la conservación de las selvas tropicales, que se pierden a una tasa promedio de 2 por ciento anual.

 

El problema, señaló, podría tener graves efectos. “Hemos encontrado lo que llamamos ‘cascadas de consecuencias ecológicas’. Perder a los animales propicia que se modifiquen procesos naturales que, a su vez, provocan la pérdida de otros componentes de la riqueza de especies, por ejemplo, las plantas”, explicó.

 

Recordó que México es un país reconocido en el mundo por su biodiversidad. Se calcula que dentro de nuestras fronteras existe alrededor de 10 por ciento de la riqueza de especies de todo el planeta, cifra “verdaderamente importante”, además de que contamos con la mayoría de los ecosistemas presentes en la Tierra.

 

Sin embargo, se estima que cada año se pierden en promedio 700 mil hectáreas (equivalentes al mismo número de canchas de fútbol) de bosques y selvas, cifra que varía de acuerdo con la región y tipo de vegetación.

 

El doctor Dirzo, con base en el análisis de imágenes satelitales de la cobertura de la selva en diferentes momentos y de estudios de campo, ha establecido que hay un gradiente o variación de amenaza de esos ecosistemas que va del norte al sur.

 

Precisó que el punto más norteño de la selva tropical, no en México sino en todo el continente, se halla en la Huasteca Potosina, donde las tasas de deforestación son “bestialmente altas”: del 7 por ciento anual.

 

El siguiente punto se ubica en Los Tuxtlas  donde, hasta hace poco, el porcentaje de pérdida era de 4 por ciento, aunque ahora disminuye gradualmente debido a que queda poco por talar o se encuentra inaccesible. Cabe destacar que en esta área, la UNAM conserva 620 hectáreas de reserva.

 

 

Por último, en la selva Lacandona, la extensión selvática más grande del país, la deforestación es muy variable, pero en promedio alcanza el 1.6 por ciento cada año. Ese gradiente también se observa en relación con la riqueza de especies, porque en esta última área se registra un mayor avance de deterioro, incluso superior a Veracruz y la Huasteca.

 

“Entender los cambios en la distribución espacial, el grado de amenaza y el de riqueza biológica, da una perspectiva de cómo planear y diseñar estrategias de conservación”, abundó Dirzo.

 

Pero más allá de las imágenes de satélite, donde se observa una cobertura vegetal exuberante de las regiones donde aún existe selva, en su interior, la fauna ya no está. Venados, jabalíes, jaguares y hasta los tapires han ido desapareciendo a consecuencia de la reducción del tamaño de su hábitat, la cacería y el tráfico ilegal de especies.

 

“Últimamente he investigado las consecuencias ecológicas de este hecho. El asunto es fascinante desde el punto de vista biológico, pero lleva implícito un mensaje serio: la disminución de la capacidad reproductiva de las plantas, por ejemplo”, expresó.

 

Un venado, al comer el follaje y pisotear algunos vegetales permite que otros, no tan buenos competidores, puedan coexistir. Sin los animales medianos y grandes se reduce la riqueza biológica de las plantas.

                                                                           

Según la opinión de Rodolfo Dirzo, la defaunación es un problema grave: “Tengo esa impresión, pero es muy difícil de documentar porque algunas de sus causas directas, la cacería y el tráfico ilegal, son actividades clandestinas”.

 

Uno de los pocos sitios sobre el que se tiene mayor información es Los Tuxtlas, donde la situación es complicada. El experto y sus estudiantes han notado la ausencia prácticamente total de las especies de mamíferos medianos y grandes como el mono araña, los jabalíes, los jaguares y los venados cola blanca, así como de aves de gran tamaño, entre ellas, el águila arpía.

 

Al parecer, fuera de selvas extensas, remotas y bien conservadas, la defaunación es un problema que no se ha podido cuantificar y que podría afectar los procesos coevolutivos entre plantas y animales, los cuales se crearon durante miles y millones de años.

 

Respecto a la posibilidad de “refaunar”, explicó que es factible, pero muy complejo por razones técnicas y sociales. En esa reserva, por ejemplo, se requeriría un programa intenso de educación ambiental mediante el cual se convenza a las comunidades locales de no cazar los animales.

 

Otro problema es que se necesita selva para que la fauna pueda vivir. “Puedo asegurar las hectáreas bajo el cuidado de la UNAM, pero no alcanzarían para los jaguares. Tendríamos que reconectar los ‘manchones’ de vegetación que quedan y hacer un hábitat más extenso”.

 

Luego, se enfrentarían dificultades técnicas particulares: de dónde traer los ejemplares, con qué nivel de variación genética y de cuidados para evitar la propagación de enfermedades entre la fauna que aún sobreviva.

 

Es una idea compleja, expuso el investigador, pero el reto consiste en pasar de una ecología contemplativa a una curativa, de restauración, y “tengo la esperanza de que la UNAM se vuelva líder en ese campo”.

 

Dirzo Minjarez reconoció que aunque en México existe una tradición bien establecida en el estudio de las selvas tropicales, sus formas de vida son tantas que “aún nos falta mucho por conocer”. Perderlas significaría desperdiciar recursos que potencialmente pudieran ser benéficos, como nuevos fármacos, alimentos o fibras, entre otros usos.

 

Por eso, y por los llamados servicios ambientales que brindan los ecosistemas a los humanos, como evitar la erosión del suelo, el calentamiento del planeta y el efecto invernadero, deberíamos conservarlos.

 

El desafío radica, entonces, en encontrar el punto intermedio entre las posturas extremas de “no tocar” la selva o destruirla, para que se combine la preservación de los hábitats con actividades productivas para la población local.

 

Finalmente, el investigador dijo “sentirse optimista” porque hay decretos para las diversas áreas naturales protegidas; el reto es que sean operativos, que se continúe con la investigación y se incorpore a las comunidades en las acciones a emprender. En el mantenimiento de los recursos naturales deben involucrarse todos los sectores de la sociedad, finalizó.

 

 

 

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FOTO 1

El investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, Rodolfo Dirzo Minjarez, recibió el Premio Nacional al Mérito Ecológico 2003. En la gráfica, lo felicitan Luis H. Álvarez, Eduardo Sojo y Víctor Lichtinger.

 

 

FOTO 2

Por su trayectoria en temas sobre ecología y conservación de las selvas de América, entre otros, el investigador del Instituto de Ecología de la UNAM; Roberto Dirzo Minjarez, obtuvo el Premio Nacional al Mérito Ecológico 2003, en la categoría correspondiente al sector académico.