Boletín UNAM-DGCS-431
San José de Costa Rica
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SE DEBE EVITAR QUE LAS LEYES DEL MERCADO CONVIERTAN A LA EDUCACIÓN EN INDUSTRIA: DE LA FUENTE
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El rector de la UNAM, Juan Ramón de la
Fuente, recibió la Medalla Académica Universidad Nacional de la Universidad
Nacional de Costa Rica
·
La Rectoría y el Consejo Universitario de la
UNA resolvieron otorgarle la presea por su carácter humanista y la excelencia
en su desempeño profesional en el ámbito de la educación superior mexicana y
regional
·
Luego, dictó la conferencia magistral “La
universidad pública de cara al siglo XXI”
·
En su gira de trabajo por Costa Rica, De la
Fuente signó, junto con la rectora de la UNA, Sonia Marta Mora, un convenio
general de colaboración académica, científica y cultural
No es posible aceptar que las
leyes del mercado se instalen de lleno en el sistema educativo, pues donde
prevalecen la enseñanza se desnaturaliza. Si esto ocurre, la educación acabará
convirtiéndose en una industria y dejará de ser el crisol donde se forja la identidad
de cada nación, advirtió el rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, luego
de recibir la Medalla Académica Universidad Nacional por parte de la
Universidad Nacional de Costa Rica.
Si lo esencial en la
política es dar respuestas a los problemas de la sociedad, afirmó, hoy más que
nunca, en nuestros países, la política debe centrar su mirada en la educación,
para encontrar soluciones y tratar de sacar el mayor provecho tanto de la
globalización como de la revolución tecnológica.
En ceremonia solemne, el
rector de la Universidad Nacional Autónoma de México obtuvo la presea, de manos
de la rectora Sonia Marta Mora Escalante, tras leerse la resolución de la
Rectoría y el Consejo Universitario de la UNA, en la que destaca su carácter
humanista y la excelencia en su desempeño profesional en el ámbito de la
educación superior mexicana y regional.
Ante representantes de
universidades e instituciones de educación superior de ese país, sostuvo que en
la actualidad hay una demanda creciente por parte de la sociedad por educarse
cada vez mejor, mientras que los estudios duran más y son de mayor costo.
Para limitar estos costos,
explicó, algunas naciones han empezado a reducir su oferta educativa, otros
confían al mercado la tarea de hallar los recursos necesarios para financiarla.
Otras instituciones de
enseñanza, agregó, se han convertido más en empresas que ofertan sus servicios
que a formar seres humanos, generar conocimientos y difundir la cultura.
Es decir, detalló, el mercado
no es sensible a las aspiraciones sociales de los países ni solidario con sus
mejores causas, por lo que aún cuando las universidades no pueden sustraerse a
las leyes del mercado, sí deben coadyuvar a modularlas.
Al iniciar su gira de trabajo
por Centroamérica, ambos rectores signaron un convenio general de colaboración
académica, científica y cultural, en los campos de la docencia, la
investigación, la extensión y difusión de la cultura, y los servicios de apoyo
técnico y tecnológico.
Asimismo, firmaron un acuerdo
específico mediante el cual instauraron el Premio a la Innovación Académica,
con una periodicidad bianual y cuyo propósito es estimular a quienes confieren
al esfuerzo innovador un lugar primordial en su labor académica universitaria.
Posteriormente, el rector de
la UNAM se reunió con el Consejo Nacional de Rectores (Conare), en el que
participaron las instituciones de educación superior de la nación
costarricense.
En el Auditorio “Clodomiro
Picado”, donde le fue entregada la Medalla Académica Universidad Nacional, el
rector de la UNAM ofreció la conferencia magistral “La universidad pública de
cara al siglo XXI”.
Resaltó que la universidad es
una institución sólida. Desde sus orígenes medievales ha sido capaz de
sostenerse a lo largo de los siglos y, aunque en forma periódica ha sido
cuestionada, su fortaleza le ha permitido resistir y adaptarse a los cambios.
Ahí, advirtió que el reto
fundamental de las universidades públicas en países como el nuestro es asumir
su responsabilidad para conjurar la amenaza de que esta era del conocimiento
revierta a una nueva edad oscura, caracterizada por las falsas creencias, la
idolatría hacia los mercados y los fundamentalismos tecnológicos.
Por ello, consideró esencial
que los gobiernos tengan una concepción clara del papel que pueden jugar las
universidades para orientar su desarrollo social y contribuir a acortar la
brecha entre ricos y pobres, que puede llegar a ser insondeable.
La universidad pública, la
educación, la ciencia y la cultura, subrayó, se integran y se convierten en
instrumento de capilaridad social, al tiempo que propician que el conocimiento
avance.
“Un país sin ciencia propia,
sin conocimiento propio, está irremediablemente condenado a sumirse en sus
rezagos”, sentenció.
Entonces, advirtió sobre una
nueva y poderosa competencia para las instituciones de educación superior: los
sistemas de tele–enseñanza y autoeducación, los cuales han crecido en forma
paralela y, en algunos casos, más acelerada que las propias universidades. Por
tal motivo, dijo, la universidad debe mantenerse a la vanguardia de la
tecnología educativa.
El componente humano de la
educación no puede ser asumido por la tecnología, destacó, por lo que se debe
revalorar la función docente. El elemento humano se tiene que aportar con mayor
ímpetu y dedicación, cuanto más avance la tendencia a confundir la educación
con la eficacia de la tecnología didáctica, pues es insuficiente para una
verdadera labor educativa y para acortar las grandes desigualdades que aún
subsisten entre los países y dentro de muchas naciones, acotó.
El rector de la UNAM
ejemplificó con cifras: en los países desarrollados se concentra el 15% de la
población mundial y se estima que el 88% tiene acceso a Internet. En tanto, en
las naciones en desarrollo se encuentra el 85% de los habitantes del mundo y
sólo el 12% tiene acceso a la red.
El problema, remarcó, es que
en buena medida la economía está sustentada en el conocimiento y casi todos los
verdaderamente novedosos conocimientos son guardados con celo, son patentados,
porque tienen un gran valor.
Ejemplo de ello, dijo, es que
la empresa IBM registró al inicio de este siglo dos mil 756 patentes. En
contraste, 134 países del orbe, incluidos los latinoamericanos, reportaron sólo
dos mil 643. Esto significa que la concentración del capital está cada vez más
ligada a la del conocimiento y viceversa.
Dio otro ejemplo: el capital
acumulado por los tres hombres más ricos del mundo, que tienen fuertes
inversiones en empresas líderes en el desarrollo de nuevas tecnologías, supera
el Producto Interno Bruto (PIB) de los 48 países más pobres del planeta.
“Pretender tratar como iguales a los desiguales, no es más que privilegiar más
a los privilegiados”.
Juan Ramón de la Fuente expuso
“realidades preocupantes”, ilustradas con datos del Banco Mundial (BM): una
división entre países pobres y ricos muestra que, mientras el ingreso de éstos
últimos es 42 veces mayor que los primeros, su gasto en investigación es 218
ocasiones superior.
Hoy, destacó, se estima que el
conocimiento se duplica cada cinco años y que aproximadamente el 90% de todo el
conocimiento actual se generó en los últimos 30 años.
Las economías pequeñas que hoy
son poderosas, precisó, en las últimas décadas tuvieron un incremento gradual y
sostenido de su gasto en educación y, de manera particular, en enseñanza
superior e investigación científica.
Informó que en el mundo
existen aproximadamente siete mil universidades registradas, pero de los 560
millones de jóvenes que deberían acceder a ellas, sólo lo hacen 88 millones. En
las naciones ricas, uno de cada dos muchachos accede a este nivel, mientras que
en las pobres, sólo llega uno de cada diez. En México, la cifra es de dos de
cada diez.
En nuestro país, informó, de
los cerca de dos millones de estudiantes matriculados en instituciones de
educación superior, el 75% lo hace en universidades públicas. Y mientras en
ellas el costo anualizado por alumno oscila en promedio entre los dos mil y
tres mil dólares, en las privadas es de entre cinco mil y ocho mil dólares, y
en algunos casos más de diez mil dólares al año.
Antes y una vez que el
director de la Oficina de Cooperación Técnica Internacional de la UNA presentó
el acuerdo –del cual se derivarán convenios específicos–, la directora general
de la Oficina de colaboración Interinstitucional de la UNAM, Mónica Verea
Campos, explicó que para su cumplimiento se llevarán a cabo diversas acciones.
Posteriormente, Juan Ramón de
la Fuente y Sonia Marta Mora signaron un acuerdo específico para instaurar el Premio
a la Innovación Académica, el cual reconocerá el esfuerzo de los participantes
para introducir enriquecimientos sustanciales en las prácticas educativas y
docentes.
Al presentar el acuerdo, el
secretario general de la UNAM, Enrique del Val Blanco, expuso que será un
incentivo permanente que promoverá y estimulará el surgimiento de acciones
creativas y renovadoras que fortalezcan la innovación institucional en el campo
académico y la transformación estructural de la educación superior.
Las modalidades del Premio
serán a la innovación en el diseño y ejecución de experiencias de formación
docente o educación continua, y a la innovación en el diseño y ejecución de
proyectos académicos de investigación, extensión, producción y servicios.
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