Boletín UNAM-DGCS-400
Ciudad Universitaria
Pies de foto al final del boletín
CON AUTONOMÍA, LA UNIVERSIDAD EJERCE SU LIDERAZGO EN BENEFICIO DE LA NACIÓN
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La autonomía universitaria consiste en la
capacidad de la institución para darse internamente su propia ley y regir su
comportamiento por normas que ella misma determina: Sergio García Ramírez
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El investigador del IIJ admite que lo
importante no es vincularse a celebraciones simbólicas, sino ejercer
cotidianamente la autonomía
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Esta condición universitaria no significa
desligarse del Estado, sino que éste no se inmiscuya en los asuntos internos de
la UNAM, afirma Silvia González Marín
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Es un anhelo que viene desde el decreto de
creación de la Universidad; desde entonces se habla de la necesidad de
desligarse del Estado, dice la directora General de Bibliotecas
Si la Universidad Nacional dejara de ser autónoma, probablemente
dejaría de ser también una institución al servicio del país, porque con ella
esta casa de estudios le ha dado sentido y rumbo a la nación, aseguró Sergio
García Ramírez, miembro del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la
UNAM.
Al reflexionar en torno al 74 aniversario de la autonomía
universitaria, el jurista advierte: “Lo importante no es que estemos vinculados
con celebraciones simbólicas sino que ejerzamos nuestra autonomía
cotidianamente”. La UNAM, agrega, ha recibido mucho del pueblo mexicano, pero
también ha sido generosa con la sociedad.
Por fortuna hay
un agradecimiento social y la condición que tiene como institución autónoma
será resaltada cuando se rotule en el Muro de Honor de la Cámara de Diputados
la inscripción que acredite, ante la nación entera, el nombre de la Universidad
Nacional Autónoma de México.
Con ello, asegura el también Juez de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, se estará haciendo un homenaje a esta Universidad por el
servicio que le ha prestado a México en distintos aspectos.
En una institución de educación superior la soberanía es un elemento
esencial porque la ciencia, la investigación, la educación y la cultura no
pueden progresar si se encuentran sujetas o bajo tutela, por lo tanto, estas
actividades deben estar bajo el cuidado exclusivo de quienes se dedican a
ellas.
Miembro de la Junta de Gobierno de la UNAM, García Ramírez afirma que
la autonomía es el principal tema de la vida universitaria, porque tiene que
ver no solamente con un estatus de carácter jurídico, sino con una manera de
enfrentar el fenómeno de la cultura, de ejercer la docencia y de practicar la
investigación y la difusión.
El logro de esta condición fue un paso importante para la educación
superior de este país. Es un anhelo que viene desde el decreto de fundación de
la Universidad Nacional en 1910, a iniciativa de Justo Sierra, que a la sazón
era secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, recuerda el investigador
universitario.
”En aquella época, aun cuando se atisbaba la posible autonomía, no se
tenía ni se reclamaba ésta. La Universidad formaba parte del conjunto de
instituciones dentro del poder Ejecutivo Federal”. En aquel entonces, agrega
García Ramírez, la institución reunió a una serie de escuelas y facultades que
se habían dispersado en el curso del siglo XIX e inicia su camino hacia el
siglo XX.
En momentos posteriores, conforme a diversos ordenamientos internos,
nuestra casa de estudios caminó en el rumbo de su autonomía hasta 1929, fecha
generalmente señalada como la de su consagración soberana.
“Estaban dadas las condiciones para caminar en el sentido de la
autonomía…. Muchos años después se reformaría la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para
incluirla en la Constitución”, precisa el jurista universitario, quien se ha
desempeñado como servidor público en diversas dependencias gubernamentales.
Luego de enumerar una serie de acontecimientos que influyeron en la
concesión de la autonomía a la Universidad Nacional, Sergio García Ramírez
comenta que bajo la actual ley, “estamos organizados como una institución
descentralizada pero, al mismo tiempo, autónoma”.
Independencia, agregó, que consiste básicamente en la capacidad de la
institución para darse internamente su propia ley y regir su comportamiento por
normas que ella misma determina.
Autonomía no significa extraterritorialidad, extrañeza o distancia con
respecto al país o al Estado mexicano. Nada de esto es la autonomía. No es que
estemos confinados en una isla y en ésta nos dediquemos, con la espalda vuelta
a la realidad nacional, a reflexionar sobre lo que nos interesa.
“Autonomía significa la capacidad de autogobernarnos dentro del orden
jurídico constitucional de México y de nuestra Ley Orgánica que ha sido expedida por el Congreso de la Unión.
Podemos gobernarnos pero no extraernos del mundo jurídico nacional”, recalcó.
Por eso, afirmó García Ramírez, cuando en ocasiones se supone que la
autonomía confiere una especie de asilo o distancia se incurre en un error.
De hecho, en un ensayo publicado por el ex rector Manuel Gómez Morín,
éste destaca las razones históricas de la soberanía universitaria: “La autonomía
no es –apunta- un capricho. En su forma más alta de libertad de investigación
y de crítica, resulta impuesta por la naturaleza misma de la Universidad,
por el fin que a esta institución corresponde en la sociedad, por el carácter
de su trabajo.
“La autonomía no significa ni podrá significar un absurdo
desgarramiento entre la Universidad y la comunidad de que forma parte, una
pretensión ridícula de soberanía, un alejamiento monstruoso de la sociedad que
la ha creado para su propio bien.
“La autonomía ha tenido como sentido positivo el hacer que se plantee
más claramente la misión de la Universidad; el hacer gravitar conscientemente
sobre los universitarios mismos la vida de la institución y el cumplimiento de
su fin.
“El mantener despierto un sentido de responsabilidad en todos los que la
forman, y el volver imperante en la vida universitaria el generoso y elevado
impulso que corresponde a las formas sociales fundadas en la aceptación de un
deber y no en la imposición coactiva de una norma.
“La Universidad tiene un claro destino social: lograr en cada uno de
sus momentos ese fruto complejo y riquísimo en su heterogeneidad, que es la
cultura; divulgar lo más ampliamente que sea posible, los frutos culturales
alcanzados en la investigación y en el estudio, y dar a la comunidad técnicos
bien preparados que se encarguen de sus servicios”.
En ese contexto, la directora General de Bibliotecas de la UNAM, Silvia
González Marín, refiere en entrevista que la autonomía no es desligarse del
Estado o quitarle su responsabilidad con la educación superior. No. Autonomía
es que el Estado no se inmiscuya en los asuntos internos de la estructura y
gobierno de la Universidad.
Sin embargo, afirma la especialista en investigación bibliográfica,
debe tener una responsabilidad con la educación superior, sobre todo con la
Universidad Nacional, para asegurar el desarrollo de la investigación, la
docencia y la difusión de la cultura.
En ese sentido, Sergio García Ramírez comenta: “La UNAM requiere de
determinados apoyos de las autoridades públicas, particularmente el de carácter
presupuestal. No lo solicitamos como una gracia o dádiva, sino como el
cumplimiento de una obligación que tiene el Estado mexicano (… con la educación
superior)”.
Ante la nación mexicana, la Universidad corresponde con el cumplimiento
de sus obligaciones, el buen uso de los recursos públicos y la transparencia
como se aplican éstos, indicó.
La autonomía universitaria, comenta por su parte Silvia González Marín,
es un anhelo que viene desde el decreto de creación de la institución por don Justo
Sierra, quien ya en ese momento hablaba de la necesidad que la Universidad se
desligara del Estado y tuviera su régimen interno autónomo, nombrara a sus
autoridades y buscara mecanismos para organizarse y estructurarse a sí misma.
“Se dice fácil pero ha sido muy complicado. Todo el siglo pasado fue de
constantes luchas entre la Universidad y el Estado por ir delimitando cuál es
el campo de acción del Estado con relación a la Universidad y de la Universidad
con el Estado”, explica la historiadora universitaria.
Estamos en un momento de transición y la Universidad no puede quedar al
margen. Por eso, uno de sus grandes objetivos es transformarse. La UNAM no es
una isla ni nunca lo será, al contrario, es un lugar donde se han manifestado
luchas políticas, sociales y culturales.
La UNAM, añade González Marín, tiene que transformarse de acuerdo con
su historia, porque su estructura de gobierno no es un invento. Esta
experiencia histórica, educativa, cultural y política que tiene la institución
se debe conservar, adaptándola a las nuevas condiciones.
La también profesora del Colegio de Historia de la Facultad de
Filosofía y Letras, afirma que la mejor forma de defender la autonomía
universitaria es acatando su función. Mientras la institución responda a las
expectativas nacionales estará cumpliendo su encargo.
En la medida en que se eleve el nivel académico, se desarrolle la
investigación, se difunda la cultura, no pierda su carácter nacional, y
responsabilice a los estudiantes con su institución, la Universidad no va a
perder su autonomía.
Este país, concluyó González Marín, no puede entenderse sin la
Universidad Nacional Autónoma de México, porque su desarrollo ha sido paralelo;
por eso, estudiar la historia de la Universidad es estudiar la trayectoria del
país.
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PIES DE FOTO
Foto 1
La autonomía
universitaria es un anhelo que se contempla desde el decreto de creación de la
Universidad en 1910, propuesto por Justo Sierra, señaló Silvia González Marín,
directora General de Bibliotecas de la UNAM.
Foto 2
La directora
General de Bibliotecas de la UNAM, Silvia González Marín, aseguró que la
institución no es una isla, sino un lugar donde se han manifestado luchas
políticas, sociales y culturales.
Foto 3
El investigador
del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, Sergio García Ramírez,
afirmó que la autonomía universitaria es, en cierto modo, el principal tema de
la vida de la institución, porque permite enfrentar el fenómeno de la cultura,
de ejercer la docencia y de practicar la investigación y difusión.
Foto 4
Autonomía
universitaria no significa extraterritorialidad, sino capacidad para
autogobernarse dentro del orden jurídico constitucional, afirmó Sergio García
Ramírez, miembro del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.