Boletín UNAM-DGCS-390
Ciudad
Universitaria
CELEBRA EL
OBSERVATORIO ASTRONÓMICO NACIONAL 125 AÑOS DE VIDA
·
La ceremonia se realizará en su primera
sede: el Castillo de Chapultepec
·
Hoy en día se encuentra en San Pedro Mártir,
Baja California, a cargo de la UNAM a través del Instituto de Astronomía
· Se intenta potenciarlo: José Franco, director del Instituto de Astronomía
La UNAM, el centro productor
de ciencia más importante de nuestro país, tiene a su cargo el Observatorio
Astronómico Nacional (OAN), que en mayo cumple125 años de vida, los cuales se
celebran en la que fuera su primera sede: el Castillo de Chapultepec.
Este aniversario, señaló José
de Jesús Franco López, director del Instituto de Astronomía de esta casa de
estudios, debe llenar de orgullo a todo el país, “porque significa que México
ha mantenido una tradición de apoyo a esta ciencia. Aunque, afirmó, este siglo
y cuarto de historia “es únicamente el entremés, porque el platillo fuerte está
todavía por venir”.
Nuestro anhelo, recalcó, es
generar uno de los mejores observatorios del planeta, del cual estemos
orgullosos. “Es un lugar que queremos potenciar”.
En este momento, explicó, es
un observatorio pequeño, no obstante se estima que su infraestructura tiene un
valor que oscila entre los 50 y 100 millones de dólares. Obviamente, si se
compara con el monto destinado por otros países a este tipo de proyectos, la
cifra es reducida. Tan sólo un telescopio con nueva tecnología tiene un valor
del orden de 140 y 150 millones de dólares.
Por tanto, si México quiere
estar a la vanguardia deberá hacer una inversión cuantiosa; los telescopios que
se están diseñando para dentro de cinco o 10 años costarán entre 500 y mil
millones de dólares. La única manera de obtener los recursos necesarios es a
través del proyecto científico global de gran envergadura ya mencionado, uno de
los más importantes para esta casa de estudios.
El Instituto de Astronomía de
la UNAM, del cual dependen el OAN, es actualmente el organismo más importante
donde se desarrolla esta ciencia en México; además, tiene la capacidad de
convocatoria suficiente para pensar en un objetivo de gran magnitud, pues sus
investigaciones son punta de lanza, recalcó el funcionario.
Por otro lado, comentó,
“necesitamos contar con el apoyo irrestricto, decidido y total de los gobiernos
de Baja California (donde se encuentra actualmente el observatorio) y el
federal, para garantizar que las condiciones de oscuridad del lugar se
mantendrán durante las próximas cuatro décadas, por lo menos”, y generar la
infraestructura que atraiga la inversión externa.
La intención última, consideró
José Franco, es que los especialistas y la tecnología que se desarrollen en el
OAN sean de primera, de muy alto impacto para México, y que “la industria
mexicana pueda obtener provecho” de este trabajo, lo cual no quiere decir que
lo realizado hasta el momento sea de baja calidad. Al contrario, subrayó,
actualmente la astronomía mexicana goza de una reputación excelente a nivel
mundial.
“Tenemos –señaló– trabajos pioneros
desde los años cincuenta en galaxias azules, formación de estrellas, evolución
química, magnetohidrodinámica y física de plasmas, entre otros temas”, y si
bien el número de científicos es pequeño, “es una comunidad que tiene un
impacto internacional importante”.
Por ello, Franco López invitó
a los universitarios a pensar en grande. “Tener proyectos nos garantiza un
futuro, y la astrofísica los tiene, como seguramente ocurre con otras ramas de
la ciencia; además, con ellos, la UNAM gozará de vida para otros 450 años”,
señaló.
Sus inicios
Antes de que se tomara la
decisión de instalar el OAN en el Castillo de Chapultepec, sin mencionar lo
realizado por las culturas prehispánicas, las observaciones que se hacían del
cosmos en México eran hechas por medio de un anteojo instalado en la azotea del
Palacio Nacional, lugar inadecuado dada la trepidación del edificio y la
iluminación artificial.
De acuerdo con información de
la Asociación para la Divulgación de la Astronomía y la Astronaútica en México
–en particular de Francisco Javier Flores Figueroa-, fue durante el gobierno
del entonces presidente Porfirio Díaz, que se comisionó a los ministros Blas
Alcárcel y Vicente Riva Palacio para
elaborar un proyecto presupuestario de construcción de un observatorio en la
que fuera algún tiempo residencia oficial.
Así, el 5 de Mayo de 1878 se
inauguró el Observatorio, cuyo instrumental consistía en un telescopio
refractor de 38 centímetros de diámetro en el objetivo, otro un poco más
pequeño y el círculo meridiano con distancia focal de 250 centímetros.
Se instaló en el Caballero
Alto una cúpula de acero y madera para proteger los instrumentos de observación
astronómica y se adecuaron las instalaciones para albergar a científicos y
meteorólogos, una biblioteca y una oficina telegráfica. El observatorio pronto
adquirió reconocimiento internacional.
Ya en funciones, su director,
el ingeniero Ángel Anguiano, inició la publicación del Anuario del Observatorio
desde 1881, el cual informa todavía acerca de los fenómenos planetarios y sobre
todo lo referente a la astronomía.
Cabe señalar también que el 6
de diciembre de 1882, dicho personaje vio el paso del planeta Venus por el
disco solar, colaborando con los observadores enviados por Francia que se
habían instalado en la ciudad de Puebla.
Poco tiempo duró el observatorio de Chapultepec, señala
Flores Figueroa, pues en 1883 se trasladó al edificio del Ex-Arzobispado en
Tacubaya, donde en 1884 quedó instalado el Círculo Meridiano, finalmente
inaugurado en 1908.
Fotografías de la Luna en gran ecuatorial realizadas por
esos años, y enviadas a París al Congreso Internacional en la materia,
sirvieron de inicio a un trabajo que duró cerca de 40 años y puso al
Observatorio de Tacubaya al lado de los principales del mundo, como los de
Greenwich, París, Helsingfors, San Fernando, Specola, El Vaticano y Potsdam.
El 10 de Mayo de 1899, Ángel
Anguiano dejó la dirección del Observatorio, por haber sido designado director
de la Comisión Geodésica, encargada de medir el meridiano 98° W de Greenwich,
que atraviesa la República desde Matamoros hasta cerca de Acapulco: Su lugar
fue ocupado por el ingeniero Felipe Valle.
El nuevo responsable inició en
1900 observaciones de asteroides y cometas, especialmente del planetoide Eros,
contribuyendo a la determinación del ángulo de paralaje solar. A su muerte
ocupó su cargo el ingeniero Valentín Gama, de gran talento matemático, quien
siguió con los proyectos del observatorio.
En febrero de 1915 se clausuró
el observatorio por las disensiones entre carrancistas y villistas; pero el 10
de septiembre de ese mismo año se reanudaron sus labores. Fungió como director
interino el ingeniero Joaquín Gallo. Entre los eventos importantes que hubo
durante su período al frente del observatorio de Tacubaya destaca el eclipse
del 10 de Septiembre de 1923, en el que la sombra de la Luna recorrió nuestra
república desde Ensenada, Baja California hasta Quintana Roo. Para 1929, cuando
se expide el decreto de autonomía de la UNAM, el OAN es incorporado a esta
institución.
Tonatzintla, Puebla
El crecimiento de la capital,
el aumento de la luminosidad y la trepidación del suelo debido al tráfico,
dificultaban ya las investigaciones del OAN. Se sugirió entonces la idea de trasladarlo
a Taxco, pero el presidente Manuel Avila Camacho había ya decretado la
fundación de un observatorio en Tonantzintla, Puebla, que tuvo lugar a mediados
del siglo XX. Cuando ocurrió el traslado de los telescopios, el principal
instrumento era la Carta del Cielo.
Luis Enrique Erro y Carlos
Graef, director y subdirector, respectivamente, fueron los pilares del reciente
Observatorio. Formaba también parte del grupo de trabajo Guillermo Haro, quien
descubrió una estrella Supernova en la Galaxia M83 de la constelación de la
Hidra el 15 de Marzo de 1950.
El primer objetivo entonces
del OAN fue la construcción de una cámara Schmidt. Con este instrumento,
Guillermo Haro realizó sus estudios sobre los objetos Herbig-Haro. Contaban,
además, entre otros, con el pequeño ecuatorial Grubb de Tacubaya y cámaras e
instrumentos de estudios de placas. Pero Graef se separó pronto del
Observatorio y, casi al mismo tiempo, falleció Erro, en enero de 1955; en
sustitución de éste, fue nombrado director Guillermo Haro.
En 1960, prosigue Flores
Figueroa, la UNAM instaló un telescopio Cassegrain de un metro de diámetro en
el Observatorio de Tonantzintla. Para 1963 inician los trabajos de demolición
del antiguo Observatorio de Tacubaya –cuya labor queda reducida a la transmisión
de la hora y a la preparación del Anuario– al construir en su lugar la ahora
Escuela Nacional Preparatoria, plantel número 4, de la UNAM.
Hacia 1966 se reconoció la
necesidad de contar con instrumentos de mayor magnitud, pero en Tonantzintla
–que finalmente, en 1971 pasó a depender del Instituto Nacional de Astrofísica,
Óptica y Electrónica– ya no era adecuado para tal fin. Por lo cual se buscó un
sitio con mejores características en cuanto a oscuridad de cielo, baja nubosidad
y turbulencia atmosférica. El lugar elegido fue la Sierra de San Pedro Mártir,
Baja California, donde se encuentra actualmente.
En 1971 se construyeron los dos primeros edificios por
parte de la Universidad Nacional, durante el rectorado de Guillermo Soberón.
Ese mismo año, se edificaron las cúpulas para dos telescopios, con espejos de
84 y 150 centímetros.
Pero antes, en 1967, se otorga al Observatorio
Astronómico Nacional la categoría de instituto de investigación, por lo que se
crea el Instituto de Astronomía de la UNAM. Así el nombre del Observatorio se
reserva para las estaciones que dependen del nuevo instituto
Para 1976 se habilitó el telescopio reflector principal,
con una precisión de una millonésima de centímetro, diseñado por José de la
Herrán. Con él se fotografió el asteroide Quetzalcóatl, descubierto en el
Observatorio Monte Palomar. La Universidad de Wyoming y otras instituciones
solicitan permiso al Observatorio de San Pedro para construir telescopios
similares, a los que denominaron 'Mextel', actualmente en uso.
Lo cierto, indicó Franco
López, es que la decisión de construir este observatorio en Baja California “se
tomó desde 1966, pero generar las condiciones para que un lugar sin acceso de
ningún tipo, se convierta en un observatorio, requiere un trabajo de muchos
años”. Finalmente, la inauguración se llevó a cabo en 1980.
Las características de San
Pedro Mártir, recalcó, son excepcionales. “La península de Baja California es
casi una isla: tiene el Mar de Cortés de un lado y el Océano Pacífico del otro,
lo cual significa que las condiciones atmosféricas son muy estables; además,
las nubes están casi siempre abajo del observatorio”, pues se encuentra a dos
mil 830 metros sobre el nivel del mar.
De esta forma, aseguró, “es
hoy, en el hemisferio norteamericano, el mejor lugar para hacer observaciones
astronómicas”, patrimonio de todo México y, de hecho, es parque nacional.
Por último, comentó el director, este “laboratorio para
observar estrellas y los objetos del cosmos en general”, tiene aparatos
modestos. “Estamos lejos de tener una instrumentación similar a la de los
observatorios de Estados Unidos o europeos, pero no ha impedido la
dignificación de la astronomía y la ciencia mexicana en general”, recalcó.
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