11:30 hrs. Mayo 13 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-361

Ciudad Universitaria

 

 

LA FIGURA DEL MAESTRO HOY EN DÍA, DEVALUADA SOCIALMENTE

 

·        Los profesores han dejado de ser promotores sociales en las comunidades rurales

·        Aurora Loyo, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, comentó que entre los conflictos que enfrentan los profesores destaca la falta de actualización y capacitación

·        Azucena Rodríguez, de la Facultad de Filosofía y Letras, dijo se espera que los docentes realicen funciones que antes estaban en manos de la familia

 

En México se espera que los maestros propicien el desarrollo de las capacidades, habilidades y aptitudes en los educandos, formen conciencias, sean promotores sociales y actores que, con su ejemplo, inviten a la superación personal y a la solidaridad.

 

Sin embargo, el ejercicio magisterial en nuestro país no es empresa fácil. Cada docente, urbano o rural, de enseñanza básica o media, media superior y superior, enfrenta un entorno complejo que, en muchas ocasiones, les es difícil superar.

 

En opinión de Aurora Loyo, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM, a pesar de que la docencia parece ser una de las profesiones más estables, en los últimos años “ha cambiado bastante”; los profesores han dejado de ser, como años atrás, promotores de las comunidades, sobre todo las rurales.

La educación misma, abundó la experta, “tiene un papel distinto, menos importante, pues compite fuertemente con los medios de comunicación masiva”.

 

Por su parte, Azucena Rodríguez Ousset, profesora de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de esta casa de estudios, aseguró que hoy en día la figura del maestro está devaluada socialmente, “su misión es más compleja y los profesores se sienten impotentes ante los requerimientos que se les exigen”, aseguró.

 

A causa de problemas sociales como la drogadicción y la dificultad para conseguir empleo, cada vez se le pide a los catedráticos mucho más, “se espera realicen funciones que antes estaban en manos de la familia”, aseguró.

 

Los docentes, prosiguió, manejan un discurso humanista que no encuentra eco en sectores con mucho crédito entre los jóvenes, como la televisión y la radio, que por lo regular desvirtúan los valores que la escuela explícitamente propone y busca a través de los procesos formativos, como la solidaridad, humanidad y tolerancia.

 

De esta forma, recalcó la pedagoga, ser maestro “hoy en día, es una tarea difícil, en contraste con otros momentos históricos, en los cuales el maestro fue visto como un apóstol cívico que tenía metas muy claramente conocidas, incluso apuntaladas por el contexto social inmediato” aseguró.

 

Más alumnos

 

Según Aurora Loyo, también profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la Universidad Nacional, es indiscutible que un sistema educativo de alta calidad requiere maestros suficientemente pagados. Sin embargo, indicó, esta medida no es suficiente para elevar su calidad; deben introducirse cambios en todo el sistema.

 

En el caso de la educación básica, precisó, el maestro enfrentará en los próximos años un conjunto de situaciones relacionadas con el desarrollo de la pirámide poblacional y el mercado laboral.

 

Los datos demográficos, subrayó, indican que el grupo correspondiente al nivel secundaria será el que crezca en forma más significativa; en el preescolar se demandarán los servicios de más profesores, debido a la reciente modificación constitucional que establece la obligatoriedad de dichos estudios. En cambio, en la primaria habrá un estancamiento, y luego una disminución en el número de estudiantes; por tanto, bajará la demanda de maestros.

 

Cabe señalar que, de acuerdo con el Programa Nacional de Educación 2001-2006, durante el ciclo 2001-2002 se atendieron en la modalidad escolarizada a más de 30 millones de alumnos en unos 222 mil planteles, participando en su educación casi un millón 500 mil maestros.

 

La matrícula total, descrita por nivel educativo, fue de 24 millones de estudiantes en educación básica, poco más de tres millones en la media superior, casi dos millones 157 mil en la superior y cerca de un millón 190 mil en el área de capacitación para el trabajo.

 

El número de maestros puede desglosarse así: más de un millón 24 mil en educación básica, 218 mil 115 en la media superior, 219 mil 637 en la superior y más de 36 mil en capacitación para el trabajo.

 

También se especifica el número de escuelas dedicadas a la educación básica, en 201 mil 763; a la media superior, en poco más de 10 mil; a la superior, cuatro mil 213, y a la capacitación para el trabajo, cinco mil 684.

 

Problemática

 

Sobre los conflictos que enfrentan los profesores, Aurora Loyo destacó, en primer lugar, la actualización y, en segundo, la capacitación del profesorado. Ninguna de las dos, afirmó, ha sido tomada con la suficiente seriedad.

 

Hay un sentir generalizado de que los cursos ofrecidos no han sido suficientes y tampoco son de la calidad que se requiere, insistió. Se tiene, además, un problema con la pertinencia, pues no guardan relación, en muchas ocasiones, con las necesidades reales de los maestros en los salones de clases.

Un aspecto más es la supervisión. En México, desgraciadamente, quienes cumplen esta tarea llegan a serlo por antigüedad, vínculos sindicales o relaciones personales, y no debido a su capacidad y liderazgo como educadores, indicó la también catedrática del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora.

 

Las relaciones de los profesores con los padres de familia es otro punto a cambiar: éstos no tienen el tiempo suficiente para cuidar a sus hijos. Por parte de los maestros se observa una actitud “defensiva”, sólo los convocan en situaciones críticas o para recabar cuotas, apoyos para festivales, pero siempre a partir de las reglas que los profesores imponen.

 

Al respecto, consideró la investigadora, debe tomarse en cuenta que, especialmente en el medio urbano, los padres de familia están muy presionados en el ámbito económico y, muchos de ellos, tienen la primaria incompleta o son analfabetas.

 

Asimismo, “se le exige mucho a la escuela y se le dan pocos recursos para realizar sus funciones”, no hay elementos para satisfacer lo más elemental en el proceso de aprendizaje.

 

Los maestros, en síntesis, no tienen claro cuáles son las exigencias de la sociedad, cuáles son los recursos que les proveen y cuál es el reconocimiento que deben obtener por ese trabajo; están en una situación ambigua, recalcó.

 

Diferente nivel, distintos problemas

 

Aurora Loyo comentó, además, que a nivel postsecundaria los problemas son distintos. Aquí ya no es tan importante la relación de los maestros con los jóvenes, el nivel educativo de los maestros es distinto y su “patrón” ya no es la Secretaría de Educación Pública. Los puntos comunes a nivel preescolar, primario y secundario son que se les exige una alta calidad educativa, al tiempo que hay grandes limitaciones institucionales para lograrla.

 

El problema más importante en el bachillerato y la universidad en México, es la falta de un sistema consolidado de educación media superior y superior; lo que tenemos son organismos heterogéneos de los cuales es difícil hablar: no es lo mismo un profesor de asignatura de una universidad de un estado pobre que uno de tiempo completo del Instituto Tecnológico Autónomo de México, por ejemplo.

“Son tan diferentes, que los estudiantes de una escuela al terminar su carrera no saben lo mismo que los de otra; incluso no existe la posibilidad de que un alumno, si se cambia de institución, revalide la mayoría de sus materias”, señaló.

 

Por ello, sugirió, deben establecerse condiciones mínimas para el ejercicio docente en este nivel educativo, con lo que se podría establecer un perfil estándar para ser profesor de educación media superior o superior.

 

Por otra parte, Azucena Rodríguez recalcó que a nivel universitario, “los maestros nos confrontamos con una serie de exigencias y requerimientos que exceden la propia tarea de enseñar”. Lo anterior, en muchos casos, lleva a perder la especificidad de la tarea, o dejarle menos tiempo a la enseñanza en función de dedicar más a la difusión e investigación, sin negar que ambas actividades también son importantes.

 

Los principales retos que enfrentan los maestros durante la formación de alumnos en la licenciatura, son “motivar a los estudiantes y ayudarles a tomar conciencia de la importancia que tiene una buena formación profesional para su desempeño futuro”; interesarlos “verdaderamente por una buena formación técnica y capacidad crítica que los lleve a un ejercicio profesional responsable y eficaz”, señaló.

 

La cuestión, finalizó, es que mientras no haya un proyecto compartido será difícil conformar un sistema educativo de calidad, que necesita de la participación y el interés de todos los involucrados en este proceso.

 

Celebración reflexiva

 

El Día del Maestro, coincidieron Aurora Loyo y Azucena Rodríguez Ousset, debe servir para reflexionar. Los propios docentes, señaló esta ultima, deben evaluar qué satisfacciones han obtenido y quiénes han sido los maestros que marcaron sus vidas.

 

Los grandes maestros, aclaró Rodríguez Ousset, no son quienes cuentan con grandes conocimientos, sino aquellos que tuvieron una gran preocupación para que sus alumnos fueran capaces de “vivir un proceso de aprendizaje consciente y reflexivo, de búsqueda y exigencia”, en pocas palabras, “por su capacidad de enseñar a otros a hacer las cosas”, señaló.

 

Por tanto, la visión romántica del magisterio “en lugar de ayudar, oscurece la reflexión sobre las condiciones reales en las que se desarrolla este trabajo en sus distintos niveles”, insistió Aurora Loyo. En este sentido, debemos centrarnos en los recursos existentes para desarrollar esta labor y los requisitos que socialmente conlleva la función de ser maestro.

 

No existe un solo factor que, por sí mismo, pueda cambiar la situación. Si nos centráramos en las condiciones reales y no en las deseadas, donde se desarrolla el trabajo del maestro, tanto de educación básica como de la superior, y se tratara incidir en cada problemática, se podría mejorar la calidad de la educación, enfatizó la investigadora del IIS.

 

Para Azucena Rodríguez, en términos generales deben tomarse medidas para solucionar los problemas que enfrenta el magisterio y analizar cada situación particular: los problemas son distintos; los maestros de educación básica requieren soluciones distintas que las emprendidas para licenciatura,  ejemplificó.

 

“Creo que sería importante retomar el reconocimiento social y cultural del maestro. Que no sean sólo la escuela y la universidad, sino otras instituciones, quienes reconozcan su función educadora. La revalorización debiera pasar por una profesionalización cada vez más creciente, en términos de oportunidades de capacitación, formación permanente y condiciones salariales”, aseveró.

 

86 años de historia

 

En 1917, los diputados Benito Ramírez García y Enrique Viesca Lobatón promovieron la instauración del Día del Maestro en México, y propusieron que se conmemorase el 15 de mayo. El Congreso de la Unión aprobó tal iniciativa el 27 de septiembre del mismo año, pero no fue sino hasta el 3 de diciembre de 1917 cuando se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto con la aprobación del entonces presidente de la República, Venustiano Carranza.

 

El documento establece que en esa fecha deben organizarse festividades culturales que realce la importancia y nobleza del papel social del maestro. La primera conmemoración del Día del Maestro en nuestro país se llevó a cabo el 15 de Mayo de 1918.

 

En el ámbito internacional, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Internacional de la Educación instituyeron el 5 de octubre como Día Mundial de los Docentes.

 

 

 

 

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