06:00 hrs. Mayo 05 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-334

Ciudad Universitaria

 

 

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ANOREXIA Y BULIMIA: TRASTORNOS QUE AFECTAN PRINCIPALMENTE A LOS ADOLESCENTES

 

·        Los estereotipos de mujer delgada que promueven los medios de comunicación influyen en las actitudes y conductas hacia la forma corporal, la talla y el peso

·        Las personas que padecen anorexia muestran una preocupación excesiva por estar delgadas; recurren a diversas prácticas para perder peso y presentan una conducta aislada

·        El bulímico ostenta un hambre incontrolable; después de la ingestión de grandes cantidades de comida, se autoinduce el vómito para seguir comiendo entre sentimientos de culpa

 

La anorexia (ausencia de apetito) y la bulimia (hambre voraz) son dos trastornos alimentarios que se presentan con mayor frecuencia en la etapa de la adolescencia y en los adultos jóvenes; el género femenino es el que más los padece. Según estudios, la prevalencia va del .5% al 3% de la población moderna de adolescentes, señaló Silvia Ortiz León.

 

La coordinadora del Programa de Salud Mental del Departamento de Psicología Médica, Psiquiatría y Salud Mental de la UNAM, dijo que las jóvenes que padecen anorexia tienen una preocupación excesiva por estar delgadas: siempre buscan perder peso y recurren a diversas prácticas (ejercicios, dietas, automedicación) para evitar aumentarlo.

 

Aseguró que las anoréxicas se miran frecuentemente al espejo, pero perciben a su imagen corporal distorsionada; prolongan las horas de su comida y suelen esconder los alimentos, sobre todo los que tienen carbohidratos y, finalmente, niegan lo que están sufriendo. Llega el momento en que empiezan a tener una conducta aislada, pues no quieren que las demás personas se percaten de su falta de apetito.

 

De acuerdo con la psiquiatra, los jóvenes con este trastorno tienen una fase severa de desnutrición, así como serios problemas de depresión y tristeza, de desinterés, de aislamiento, de falta de comunicación con los demás. Se muestran irritables e impulsivos cuando se les señala que están cometiendo una falta grave contra su salud.

 

Existen dos tipos de anorexia: la restrictiva, en la que el o la adolescente no se provoca el vómito, no usa laxantes, diuréticos o enemas; sólo deja de comer o disminuye de manera importante su ingesta. En la anorexia de tipo compulsivo o bulímico, quien la padece utiliza lo anterior para provocar una salida del contenido intestinal.

 

Este problema, explicó, está relacionado con condiciones biológicas en donde participa el circuito límbico, región del cerebro donde se regulan las emociones, las experiencias subjetivas. Además, hay dos centros hipotalámicos neurorreguladores: facilitadores e inhibidores de la ingestión del sistema de saciedad periférico.

 

También existen neurotransmisores –sustancias químicas que comunican a las células cerebrales– los cuales tienen que ver con la conducta alimentaria. Es el caso de la serotonina, compuesto que se relaciona con la depresión, la cual acompaña en muchas ocasiones a los trastornos de la alimentación.

 

Sin embargo, subrayó, la interacción con el medio ambiente, así como las relaciones interpersonales tienen gran influencia en los hábitos de alimentación. Así, la biología interactúa con la sociedad, los procesos de aprendizaje, la cultura, la percepción que las personas tengan de los alimentos.

 

Por ejemplo, indicó, la prevalencia del modelo estético corporal de delgadez en nuestra cultura juega un papel fundamental en los trastornos alimentarios. Este prototipo conduce a normas y valores que determinan las actitudes y conductas hacia la forma corporal, la talla y el peso; particularmente en etapas de cambios físicos vertiginosos como son la adolescencia y la juventud.

 

Silvia Ortiz aseveró que los medios de comunicación promueven la imagen que, según ellos, debe tener la mujer. A través de jóvenes modelos que exhiben ropa de moda, propagan estereotipos que son incompatibles con la obesidad. La delgadez se ha convertido en sinónimo no sólo de aceptación, sino de éxito social.

 

La anorexia y la bulimia, añadió, también se presentan en personas que realizan determinadas actividades, como bailarines de ballet y  atletas, quienes generalmente se muestran obsesionados por su imagen corporal; para alcanzar sus expectativas, llevan a cabo una serie de ejercicios exagerados y pasan gran parte del día en actividad física.

 

Entre algunos otros de los factores psicológicos que contribuyen al desarrollo de la anorexia, planteó, está la existencia de fobias a la comida; relaciones ambivalentes con la madre, agresividad y al mismo tiempo culpa; dependencia y seducción de padres cálidos y pasivos, en la que puede darse una relación de sobreprotección que impide que la hija o el hijo crezca.

 

En este punto manifestó la especialista que, según el enfoque psicodinámico, “la adolescente no quiere crecer, tener cuerpo de mujer; pareciera ser que hay un intento de mantenerse como niña y esto se relaciona con su psicosexualidad: este tipo de pacientes suelen ser inseguras, dependientes e inmaduras y tienen una gran dificultad para establecer relaciones con el sexo opuesto”.

 

En cuanto a la bulimia específicamente, la psicóloga recalcó que existe en quien la padece un hambre incontrolable, un apetito insaciable; en las o los adolescentes con en este trastorno pasa a segundo plano el estar delgado.

 

Así este trastorno se caracteriza por una ingestión de grandes cantidades de comida por episodios, de forma rápida y al que le sigue un breve periodo en el que hay molestias abdominales; la persona que lo padece se autoinduce el vómito para quitarse el malestar y seguir comiendo; al mismo tiempo, tiene sentimientos de culpa, depresión y disgusto consigo misma y con sus conductas.

 

Ortiz León apuntó que los bulímicos alteran ayunos con atracones,  usan purgantes y sienten un gran temor de no poder parar de comer; al contrario de los anoréxicos, consumen alimentos con un alto contenido calórico (pasteles, helados, refrescos), por lo que tienen fluctuaciones de peso sin llegar a perderlo de forma notoria como en la anorexia.

 

Sin embargo, alertó, la bulimia está muy relacionada con la anorexia y puede haber cuadros combinados en donde se presentan indistintamente.

 

Para considerar que un o una joven padece bulimia debe tener atracones al menos dos veces a la semana durante tres meses, ausencia de saciedad, dependencia de sustancias tóxicas o abuso de alcohol y depresión; muestran asimismo conductas como robo de comida y de objetos, precisó.

 

Los bulímicos se caracterizan por una baja autoestima; se sienten solos, abandonados o cuando menos poco aceptados por las condiciones en que se manifiesta su incapacidad para controlar su consumo de alimentos.

 

La anorexia y la bulimia, refirió, no son  problemas nuevos. Los Santos Cristianos tenían la percepción de que el ayunar podía ayudarles a limpiarse corporal y espiritualmente; tal es el caso de Santa Catarina de Siena quien no sólo ayunaba, sino que “se provocaba atracones”; es decir, comía en exceso para luego vomitar utilizando purgas.

 

Entre los romanos, continuó, se presentaba con mayor frecuencia la bulimia, ya que en las bacanales se servían todo tipo de alimentos, los cuales consumían para después provocarse el vómito. Esto se relaciona con la importancia que el ser humano siempre le ha dado al placer, a la satisfacción ligada con calmar las tensiones.

 

La especialista universitaria informó finalmente que el tratamiento indicado para ambos trastornos es multidisciplinario. Participa el médico familiar –quien detecta la enfermedad en un primer nivel–, el médico internista, el psiquiatra, el cardiólogo; también se encuentran dentro del equipo profesionales de la salud mental como psicólogos, piscoterapeutas, trabajadores sociales y terapeutas familiares.

 

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Silvia Ortiz León, coordinadora del Programa de Salud Mental del Departamento de Psicología Médica, Psiquiatría y Salud Mental de la UNAM, señaló que la prevalencia de anorexia y bulimia va del 0.5 al 3% de la población moderna de adolescentes.

 

FOTO 2

La anorexia y bulimia no son problemas nuevos y su tratamiento debe ser interdisciplinario, indicó Silvia Ortiz León, coordinadora del Programa de Salud Mental del Departamento de Psicología Médica, Psiquiatría y Salud Mental de la UNAM.