11:00 hrs. Abril 29 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-318

Ciudad Universitaria

 

 

 

Pies de fotos al final del boletín

 

 

LA BATALLA DE PUEBLA, DEFENSA DE LA SOBERANÍA MEXICANA

 

·        Historiadoras universitarias consideran esta batalla como una defensa de nuestra vida independiente

·        Marcela Terrazas, del IIH, dijo que los conservadores mexicanos promovieron la invasión de un ejército extranjero, mientras los liberales impulsaron arreglos con EU

·        Antonia Pi-Suñer, de la FFL, sostuvo que la inclusión de esta fecha en el calendario cívico buscó conmemorar las acciones y honrar a los héroes, que consiguieron una segunda independencia para el país.

 

Hace 141 años el ejército francés, uno de los más poderosos del mundo en su momento, fue derrotado por un grupo de soldados mexicanos al mando del general Ignacio Zaragoza. La Batalla de Puebla, del 5 de mayo, se considera desde entonces como una de las principales gestas de nuestra historia independiente.

 

Marcela Terrazas Basante, del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la UNAM, reconoció que esa fecha permitió a los mexicanos reafirmar su identidad nacional, conformada entre guerras, invasiones extranjeras y pérdida de territorio. Una revisión crítica permite apreciar que “la injerencia de un ejército extranjero fue promovida por el sector conservador de la sociedad; mientras el sector liberal impulsó arreglos con Estados Unidos”, enfatizó.

 

Fue un momento difícil para la construcción del Estado, añadió, pues México era una nación muy dividida, orientada hacia Europa y Estados Unidos. “El suceso queda en la memoria de la población como un esfuerzo por edificar la unidad del pueblo”, refirió.

 

Por su parte, Antonia Pi Suñer Llorens, del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras (FFL), también de la máxima casa de estudios, sostuvo que la inclusión de esta fecha en el calendario cívico busca conmemorar las acciones y honrar a los héroes que, con su resistencia ante la invasión extranjera, consiguieron una segunda independencia para el país.

 

Desde el inicio de la intervención francesa, explicó la experta, Benito Juárez y la generación de liberales que lucharon en contra del imperio de Maximiliano de Habsburgo, siempre sostuvieron que peleaban por la independencia de México.

 

Si bien la victoria final se consiguió con la ejecución del emperador en el Cerro de las Campanas de Querétaro, en junio de 1867, la victoria preliminar en Puebla, el 5 de mayo de 1862, sirvió como símbolo en la lucha por la soberanía y la independencia nacional, por lo que se incluyó en el calendario cívico.

 

Pi-Suñer señaló que luego de la intervención francesa en México, el principio de no-intervención y respeto a la soberanía de las naciones formó parte del discurso Juarista e, incluso, inmortalizó su famoso apotegma: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, reconocido en todo el mundo.

 

Comentó que México independiente padeció durante el siglo XIX la invasión de dos potencias: dos veces Francia y una Estados Unidos. Es decir, la nación conoce el significado de la injerencia de un Estado poderoso; por ello, Benito Juárez, Ignacio Zaragoza y el 5 de mayo son emblemas de la defensa de la autonomía de los pueblos.

 

Ocurrió en Puebla

 

Al concluir la denominada “Guerra de Tres años”, entre liberales y conservadores, y electo presidente Benito Juárez para el periodo 1861-1865, el gobierno mexicano carecía de recursos para atender los gastos más urgentes de la administración pública, ya que de los ingresos que percibía, 91 % se destinaba a pagar la deuda externa y a sostener al ejército.

Por ello, el 17 de junio de 1861 el gobierno se vio obligado a suspender durante dos años el pago de las deudas públicas, con el fin de nivelar su presupuesto y atender las necesidades básicas del país y su población.

 

Ese fue el pretexto que Francia, España e Inglaterra esgrimieron para  intervenir en México. Además, un grupo de conservadores mexicanos, que habían perdido la esperanza de recuperar el poder, recurrió a las cortes europeas en demanda de apoyo y para buscar a un príncipe extranjero que “regeneraría” la nación, recordó Pi-Suñer Llorens.

 

Luego de la Convención de Londres, firmada el 31 de octubre de 1861, las tres naciones ocuparon los puertos mexicanos para asegurar el pago de sus créditos con los impuestos aduanales. Para ello formaron una alianza militar tripartita que, estipularon, no tenía intención de inmiscuirse en los problemas internos del país.

 

La historiadora explicó que una parte del ejército español arribó a Veracruz en diciembre de 1861, mientras el resto llegó en enero de 1862, comandado por el general Prim; con él venían el ejército francés y una escasa representación de la armada inglesa. Las tres potencias enviaron un ultimátum al gobierno, en el que pedían el pago de sus deudas y la satisfacción de los “daños”. Tratando de conjurar la intervención, Juárez negoció.

 

Los Preliminares de la Soledad, firmados en febrero de 1862 por el secretario de Relaciones Exteriores de México, Manuel Doblado, y por el general Prim, representante de los países intervencionistas, reconocían la legitimidad del gobierno juarista y estipulaba que en abril de ese año iniciarían las negociaciones para el pago de las deudas y el retiro de las tropas.

 

Pero en marzo de 1862 llegó a Veracruz el general Carlos Fernando Latrille, conde de Lorencez, con nuevos refuerzos militares franceses. Con los expedicionarios arribó el general Juan Nepomuceno Almonte, hijo del héroe de la Independencia José María Morelos y Pavón, quien se declaró Jefe Supremo de la Nación.

 

Ante estos hechos y la negativa de Francia de validar los Preliminares de la Soledad, pues su intención era deponer al gobierno vigente, el 9 de abril de 1862 España e Inglaterra cancelan la alianza, firman acuerdos mínimos con el gobierno mexicano y abandonaron el territorio.

 

Por el contrario, Lorencez ordenó el avance del ejército francés hacia el interior del país. Su fuerza la conformaban 6 mil hombres bien armados y disciplinados, con víveres y municiones, considerados como los mejores soldados de Europa.

 

El general invasor, señaló la académica universitaria, creía fácil vencer al ejército mexicano, por lo que, sin declarar la guerra y sin tomar precauciones, ordenó asaltar los fuertes de Loreto y Guadalupe, que defendían la ciudad de Puebla.

 

El general Ignacio Zaragoza, al mando de las tropas mexicanas, integradas por 4 mil 800 soldados, se fortificó en Puebla para detener el avance de los franceses, quienes fueron rechazados y vencidos con grandes pérdidas.

 

La noticia del triunfo llenó de entusiasmo a todo el país. Si en lo militar la batalla del 5 de mayo no detuvo al ejército francés, que ocupó la ciudad un año después, levantó la moral de la República, que sus enemigos consideraban hundida.

 

En la actualidad, recalcó Marcela Terrazas, persisten los debates sobre la batalla, pues los franceses no reconocen la victoria mexicana; sin embargo, detener su avance y modificar sus planes de invasión, supusieron una victoria moral para los mexicanos, que ya habían perdido Texas y varios estados norteños por la intervención norteamericana de 1847.

 

Después de esas experiencias, la posibilidad de que México subsistiera como nación estaba en entredicho. La victoria parcial ante las fuerzas del ejército más poderoso en ese momento, sirvió para afianzar el sentimiento nacional de la República.

 

La especialista refirió que la llegada de más soldados galos al territorio, tenía como fin establecer una zona de influencia francesa al sur del río Bravo, que se extendiera más allá de los límites de México y frenara el avance anglosajón, que Francia veía como una amenaza. Se pretendía sentar un protectorado en el noroeste y explotar las minas de Sonora.

 

La Batalla de Puebla no acabó con la intervención, por el contrario, “fue un acicate, pues su presencia se prolongó varios años más y los soldados franceses sólo dejaron el país por la presión estadounidense, una vez que término la Guerra de Secesión en nuestro vecino país del norte”, explicó.

 

Antonia Pi-Suñer resaltó que Napoleón III se sintió humillado al conocer que su ejército había sido derrotado por el mexicano, por lo que decidió enviar un contingente más nutrido, que tomó Puebla al cabo de un año –después de un sitio de tres meses- y se instaló en la Ciudad de México. “Si bien la Batalla de Puebla sólo retardó la ocupación francesa un año, se convirtió en símbolo de la resistencia nacional”, añadió.

 

Al respecto, Marcela Terrazas aseguró que mientras la historia de los conservadores está ligada con las monarquías europeas, la de los liberales lo está con Estados Unidos. Los primeros querían establecer un imperio, con un príncipe proveniente del viejo continente, y los segundos buscaban la ayuda financiera norteamericana, aunque ello les supusiera hipotecar el territorio mexicano, lo que “no ha sido destacado en la historia nacional”, reveló.

 

“Es un hecho poco conocido que involucró a Benito Juárez. Pero ahí están las investigaciones y las publicaciones del ‘Benemérito de las Américas’ quien promovió la hipoteca del territorio, de los fondos mineros y las antiguas- propiedades de la Iglesia a los estadounidenses, mientras ese país le imponía contratos leoninos que, de haber sido aprobados por su Senado, hubiesen convertido a México en una de sus colonias”, añadió.

 

Mucho del territorio perdido y parte del que conserva nuestro país, era ambicionado por los Estados Unidos para extender su dominio económico; sin embargo, “no se trata de hacer juicios sobre buenos y malos, sino de entender que esos momentos construyeron el país y, que la idea de hipotecar territorios o venderlos, que hoy nos parece brutal, se debe analizar a la luz de aquella época”, sostuvo Terrazas Basante.

 

 

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PIES DE FOTO

 

 

Foto 1

 

La Batalla de Puebla permitió a los mexicanos reafirmar su identidad nacional, sostuvo Marcela Terrazas, investigadora del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.

 

Foto 2

 

La inclusión del 5 de mayo en el calendario cívico buscó honrar a los héroes que consiguieron una segunda independencia para el país, aseveró Antonia Pi-Suñer, catedrática de la Facultad de Filosofía y Letras.