Boletín UNAM-DGCS-311
Ciudad Universitaria
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LA INFANCIA EN MÉXICO: VULNERABLE A ENFERMEDADES Y VIOLENCIA INTRAFAMILIAR
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Los
niños representan el 33.4 % de la población total en el país, con 32.6 millones
de infantes, de los cuales poco más de 16.5 millones son varones y casi 16.1
millones son mujeres
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De
acuerdo con el Sistema DIF, se ha incrementado el número de menores maltratados
de 1995 a la fecha
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En
los últimos seis años, las infecciones respiratorias agudas son la causa más
frecuente de enfermedad en los infantes mexicanos
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Aumenta
la población infantil que usa las calles y los espacios públicos en el Distrito
Federal
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Los
niños en condición de calle no tienen motivos para festejar este 30 de abril
Los niños en México celebran su día en medio de
grandes problemas. Este grupo representa la tercera parte de la población; sin
embargo, su corta edad no les impide recibir de los adultos pobreza, abandono y
malos tratos; muchas veces deben refugiarse en la calle. En realidad, ni las
instituciones encargadas de atenderlos cuentan con cifras ni programas
confiables para resolver su problemática.
La celebración del Día del Niño se remonta al
año de 1924, cuando la Liga de las Naciones, precursora de la Organización de
las Naciones Unidas, avaló la primera Declaración de los Derechos del Niño, en
la que se estableció que "la humanidad les debe a los niños lo mejor que
pueda ofrecer".
Desde entonces se convocó a celebrar anualmente esta fecha, para
consagrarla a buscar la fraternidad y la comprensión entre los niños del mundo.
Posteriormente, en 1948, las Naciones Unidas
–organización fundada en 1945, tras la Segunda Guerra Mundial– aprobaron una
segunda Declaración. Más tarde, en 1959, la Asamblea General autorizó una
tercera, más detallada que las anteriores.
En función de la primera emisión,
muchos países del mundo dedicaron un día del año para festejar a los menores.
En México, en 1924, el entonces presidente Álvaro Obregón estableció el 30 de
abril como día oficial para celebrarlos.
Como cada año, muchos menores
celebrarán el Día del Niño, pero para miles de infantes de México y el mundo
sólo significará un día más de trabajo, explotación, enfermedad y, en algunos
casos, hasta de maltrato físico y emocional.
En México, de acuerdo con el Instituto Nacional
de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), los infantes representan el
33.4 % de la población total, pues suman 32.6 millones de niños, de los cuales
16 millones 514 mil 754 son varones y 16 millones 72 mil 219 mujeres.
Por entidad federativa, el Estado de México
ocupa el primer lugar al albergar cuatro millones 176 mil 921 niños, seguido de
Veracruz con dos millones 338 mil 475 y el Distrito Federal con dos millones
245 mil 14 niños.
Maltrato infantil
La violencia contra los menores se he
incrementado en los últimos años. De acuerdo con datos del Sistema para el
Desarrollo Integral de la Familia (DIF), en 1995, este organismo recibió 15 mil
391 denuncias; en 1997, fueron 25 mil 378, y en el 2000, 27 mil 735. Los casos
comprobados de maltrato fueron 11 mil 372, en 1995; 16 mil 843 en 1997, y 16
mil 993 denuncias en el año 2000.
En relación con los niños maltratados atendidos
en el DIF, se contabilizaron 19 mil 043, en 1995; en 1997, la cifra se
incrementó a 25 mil 259, y para el 2000 ya sumaban 28 mil 559 infantes. En el
31 % de los casos se presentó maltrato físico, en 27.7 % omisión de cuidados, y
en 24.3 % abuso emocional, principalmente.
Según el INEGI, en el área metropolitana de la
Ciudad de México 528 mil 476 menores de cero a cuatro años viven en hogares
donde se dan uno o varios tipos de maltrato; de éstos, 518 mil 711 niños
padeció violencia emocional; 77 mil 544 intimidación; 83 mil 982 niños
sufrieron violencia física y 10 mil 27, sexual.
De los 2.9 millones de niños comprendidos en el
grupo de edad que va de los 6 a 14 años, el 40.6 % reside en hogares con algún
tipo de maltrato. Del total de estos infantes que conviven con familia
violenta, 98 % sufre maltrato emocional; 17 % intimidación; 13.3 % violencia
física y el 2 %, sexual. Cabe aclarar que en muchos casos se presenta más de un
tipo de maltrato por hogar.
Los niños con trastornos
emocionales, enfermedades psicológicas o psiquiátricas son los más vulnerables
a sufrir violencia emocional. Al igual que la física, este tipo de agresión es
una manera de ejercer poder sobre el infante, por medio de sarcasmos, ironías,
burlas y comparaciones, aseguró Claudia López Olmedo, profesora de la Escuela
Nacional de Trabajo Social (ENTS), de la UNAM.
Lo anterior se ejemplifica, cuando
el padre de un infante que padece incontinencia urinaria (enuresis), se enoja
porque su hijo se orina en la cama durante la noche, y lo culpa sin saber que
necesita ayuda de un especialista para resolver esta situación. Además, lo
agrede, en lugar de preguntarle cómo se siente o qué le preocupa.
Los padres de estos menores se
frustran al confrontarlos con sus prototipos de niño sano; es decir, se vuelven
muy estrictos con ellos porque no son como los demás infantes. Sin embargo, no
se dan cuenta que el maltrato puede llevar a los menores a la depresión.
Por otra parte, explicó que la
agresión emocional no sólo consiste en ofender verbalmente al infante, sino en
demostrarle que no es importante, “no tomarlo en cuenta se convierte en un
maltrato por omisión; es decir, es una forma de retirarle o negarle afecto”,
subrayó.
Otra forma de agresión es la
práctica que realizan algunos padres al condicionar el amor a sus hijos; es
decir, sólo se les brindan atención, cariño y seguridad a los menores cuando
obedecen las normas de sus progenitores.
Sin embargo, precisó, esto tiene
repercusiones a futuro, cuando el infante se convierta en adolescente o en
joven adulto, pues tendrá dificultad para relacionarse emocionalmente con otras
personas, pues aprendió que el amor es otorgado sólo cuando realiza lo exigido
por los demás.
La violencia emocional provoca
malestar en el niño, una degradación que, a diferencia de la física, no deja
secuelas visibles, por ello es más complicado abordarla; sin embargo, presenta
síntomas como baja autoestima, disminución en el rendimiento escolar, miedo a
la soledad, tristeza, aislamiento, inseguridad y en ocasiones, deseos de
muerte.
Salud
En el año 2001 la población
comprendida de los cero a 14 años fue la más vulnerable a sufrir enfermedades
contagiosas, pues presentó el 49.7 % del total de casos reportados, según datos
del Sistema Único de Información para la Vigilancia Epidemiológica (SUIVE).
Los niños mexicanos siguen padeciendo las
mismas enfermedades que hace diez años, es decir, la incidencia de enfermedades
–o morbilidad– se ha mantenido estable en los tres grupos en que se divide la
etapa pediátrica: cero a un año, uno a cuatro años, y cinco a 14 años, señaló
Apolinar Membrillo Luna, del Departamento de Medicina Familiar, de la Facultad
de Medicina (FM) de la UNAM.
Según estadísticas de la Secretaría de Salud
(SSA), retomadas por el especialista, los tres padecimientos más frecuentes en
este sector de la población, son: las infecciones del tracto respiratorio de
tipo agudo; las intestinales, que se refiere básicamente a enfermedades
parasitarias; y, la amibiasis intestinal.
Sin embargo, se ha reducido la mortalidad
infantil en el país, precisó el catedrático, pues de 1995 al año 2000 hubo una
reducción de 19.5 %, que en números absolutos significa 9 mil 402 defunciones
menos.
Los tres estados del país donde se presenta un
mayor número de fallecimientos son el Distrito Federal, Estado de México y
Puebla; la evidencia señala que los menores de un año presentan una mayor
mortalidad debido a la clase de padecimientos que los aquejan.
De acuerdo con el especialista, en el Distrito
Federal, de un total de 46 mil 601 muertes durante el año 1999, tres mil 232
correspondieron al grupo de menores de un año; 381 al grupo de uno a cuatro
años, y 376 muertes al grupo de entre cinco a 14 años.
Para el Estado de México, las cifras totales
sumaron 52 mil 594 fallecimientos; en donde el grupo de menores de un año
presentó siete mil 53 muertes; el de uno a cuatro años, 958, y el grupo de
cinco a 14 años, 898 infantes fallecidos.
En Puebla, estas cifras alcanzaron las 27 mil
169 muertes; los menores fallecidos de uno a tres años sumaron mil 893
fallecimientos; el grupo de uno a cuatro años, 793, y los de cinco a 14 años,
sumaron 615 defunciones.
A nivel nacional, añadió, el total de
defunciones para 1999 fue de 443 mil 950 individuos, en donde los menores de un
año sumaron 40 mil 283 decesos; cifra superada por los grupos de adultos, de 55
a 64 años, con 56 mil 27 muertes, y de adultos mayores, de 65 o más años, que
sumaron 218 mil 994 fallecimientos.
En el grupo de uno a cuatro años, la mortalidad
fue de siete mil 774 niños, y en el de cinco a 14 años, de siete mil 483, que a
decir de Membrillo Luna, son infinitamente más bajas que las presentadas en
menores de un año, por lo que se deben aplicar estrategias que reduzcan la
mortandad en ese grupo.
Niños de la calle
Un estudio en las 100 principales
ciudades del país, realizado por el DIF en conjunto con el Fondo de las
Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), reveló que de los 140 mil niños y
adolescentes que viven en calles y espacios públicos de México, el 70 % son
varones y el 30 %, niñas.
De la totalidad de los menores detectados en
ciudades como el Distrito Federal, Guadalajara, Tijuana y Ciudad Juárez,
aproximadamente el 2 % ha adoptado la calle como espacio permanente de vida.
Mientras que el 52% realiza sus actividades en
espacios públicos como mercados, parques y plazas, el 48% restante se
distribuye entre avenidas, cruceros y tiendas de autoservicio.
Asimismo, el 70 % de los infantes se concentra
en 30 ciudades del país, principalmente en puntos fronterizos, centros
industriales y turísticos; mientras el 30 % restante se distribuye en 70 zonas
urbanas.
En la Ciudad de México el número de
niños en esta situación va en aumento. Entre 1992 y 1995 se incrementó en 20 %
la población infantil que vive o trabaja en las calles, sumando en el último
año 13 mil 373 menores de edad. En 1999 se contabilizaron 14 mil 300 menores;
de esa cifra, 11 % se encuentra entre los cero y cinco años de edad, 17 % entre
los seis y 11 años, y el 72 % está en el rango de 12 a 17 años.
Después de la Ciudad de México, Guadalajara
ocupa el segundo lugar en concentrar a este tipo de niños, que suman 7 mil 264
infantes. En contraste, el menor número se ubicó en Hermosillo, con mil 188
niños.
Para los niños marginados, la cultura callejera
se expresa en su identidad, conformada por el entorno, su relación con las
personas adultas -que también trabajan y viven en la calle-, sus valores,
historias y lugares de origen; “es su marco de vida permanente”, aseguró Víctor
Inzúa Canales, de la ENTS.
De acuerdo con el investigador, los niños
adoptan la calle como espacio de vida por diversos motivos. Algunos lo hacen
para procurarse un trabajo que les permita sobrevivir o ayudar económicamente a
su familia; otros, porque son maltratados y no reciben el cariño y protección
de sus padres; y la minoría lo hacen por gusto. En general, se salen de sus
casas para evadir la problemática familiar.
Sin embargo, afirmó, los menores no están
conscientes de las grandes dificultades y peligros que enfrentan al vivir en
coladeras, avenidas, estaciones de autobuses, puentes y lugares abandonados.
Están expuestos a la violencia, explotación sexual, trabajo forzado, drogas,
soledad, desprecio y diversas enfermedades.
La cultura de la calle, apuntó, enseña al niño
a sobrevivir por sí mismo o con la ayuda de los amigos. Sin embargo, su forma
de actuar y expresarse se verá influida por personas cercanas a su realidad:
vendedores ambulantes, voceadores y socorristas en el mejor de los casos; pues
su principal contacto es con alcohólicos, drogadictos, prostitutas y
delincuentes.
Al crecer en este medio, explicó, los infantes comienzan
a modificar su conducta para adaptarla a las necesidades de la calle. Asimismo
adoptan, por así decirlo, visiones adultas que, con frecuencia, los lleva a
desarrollar personalidades conflictivas.
Así, esta cultura callejera acelera el
crecimiento de los niños, y modifica su estado físico y mental; además, los
obliga a desarrollar habilidades a fin de procurarse bienes para sobrevivir,
como alimentos o drogas; además de adoptar lenguajes, posturas corporales y
formas de trabajo. Los menores ordenan su realidad de acuerdo con esta cultura
que, en muchos casos, les desarrolla hábitos y costumbres delictivas.
Se podría afirmar que los niños en condición de
calle no tienen motivos para celebrar festejar este 30 de abril, su día, el Día
del Niño.
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PIE
1
La
agresión emocional que pueden causar los padres no sólo consiste en ofender
verbalmente a los infantes, también lo es condicionar el amor a los hijos,
destacó Claudia López Olmedo, de la Escuela Nacional de Trabajo Social
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Apolinar
Membrillo Luna, del la Facultad de Medicina de la UNAM, comentó que los niños
mexicanos siguen padeciendo las mismas enfermedades que hace 10 años, siendo de
las más frecuentes las infecciones del tracto respiratorio de tipo agudo e
intestinales
PIE
3
Los niños de la calle no son conscientes de las grandes dificultades y peligros que enfrenta al vivir en coladeras, avenidas, estaciones de autobuses, puentes y lugares abandonados, afirmó Víctor Inzúa Canales de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM