Boletín UNAM-DGCS-294
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final del boletín
ALTAMENTE VULNERABLES LAS ZONAS
SUR Y CENTRO DE MÉXICO ANTE DESASTRES NATURALES
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De las 20 mil muertes registradas en las últimas dos décadas por estos fenómenos, el 95% de
ocurrieron en dichas regiones
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Los enfoques frente a los siniestros deben tomar en cuenta las
condiciones socioeconómicas de las comunidades
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Un siniestro puede causar retrasos hasta por
diez años a las poblaciones afectadas, aseguró
Es necesario impulsar una estrategia de
desarrollo social integral en las zonas del país con mayor riesgo de desastres
naturales –Centro y Sur-, ya que casi
la totalidad de las 20 mil muertes ocurridas en las últimas dos décadas por
estos fenómenos así como otros daños causados
por accidentes tecnológicos, se registraron en dichas áreas, afirmó el
académico de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS), Daniel Rodríguez
Velázquez.
El también integrante de la Red Mexicana
de Estudios Interdisciplinarios para la Prevención de Desastres, explicó que precisamente
por el contexto socioeconómico imperante en esas regiones, los desastres tienen
repercusiones de gran magnitud, pues no existen óptimas condiciones de
infraestructura y vivienda, ni medidas
preventivas adecuadas para movilizar población e incluso ganado.
De esta manera, indicó, si se
instrumentaran programas para mejorar las condiciones económicas y sociales de
las comunidades, se reducirían los costos de los daños, pues –advirtió- un
desastre puede causar retrasos en su nivel productivo hasta por diez años.
Refirió al respecto que comunidades de la
Sierra Norte de Puebla, así como de la región norte de Veracruz y Chiapas
sufrieron daños importantes por inundaciones en 1998 que, conservadoramente,
pudieron causar un retraso de una década en su crecimiento.
Está comprobado en el ámbito
internacional, dijo, que es más barata la prevención que la reconstrucción ante
las emergencias, pero por regla general la preocupación institucional y social
en México se ha centrado básicamente en responder a las condiciones
coyunturales de un desastre.
Informó que de 1970 a 1999 se han
registrado aproximadamente 20 mil muertes originadas por desastres naturales,
así como por siniestros derivados de accidentes tecnológicos –como el de San
Juan Ixhuatepec-, de las cuales el 95% ocurrieron en las regiones Centro y Sur
del país. En este marco, resaltó el sismo de 1985, que provocó el deceso de
miles de personas, de acuerdo con cifras de la Comisión Económica para América
Latina.
En cuanto a los huracanes, señaló que, no
obstante que un mayor número de ellos ha tocado tierra en la región noroeste de
México, en comparación con el área sur-sureste del país, la proporción de
muertes ocurridas es de 85% en esta última, contra 15% en la primera.
Ello, enfatizó, evidencia que los
enfoques frente a los desastres no pueden plantearse únicamente con base en la
ubicación geográfica de las zonas afectadas, sino también por la situación
socioeconómica de las regiones del país.
Es claro, manifestó, que las regiones del
centro y el sur de México concentran
pobreza y, paralelamente, formas de organización política arcaicas como
el caciquismo y clientelismo.
“Vistas así las cosas, el desarrollo
social tendría mucho que ver con una estrategia para reducir la vulnerabilidad
y a su vez incidir en los niveles de riesgo”, aseveró.
Rodríguez Velázquez anotó que en 1996 se
creó el Fondo Nacional de Desastres Naturales, con el fin de poder contar con
recursos específicos para atender emergencias e instrumentar proyectos de
construcción y rehabilitación de corto plazo.
Dicho Fondo, aseguró, ha aplicado más del 70% de sus recursos entre 1996 y julio de 2002 en la región
sureste, incluidos los tres estados de la península de Yucatán, así como los de
Veracruz, Tabasco, Puebla, Guerrero, Oaxaca y Chiapas.
Expuso que existe cierta regionalización,
pues hacia el norte se han canalizado recursos por sequías y huracanes, y hacia
el sur básicamente por sismos e inundaciones.
El especialista percibió una especie de
“olvido” de los desastres en nuestro país, pese a que han sido recurrentes año
con año, dejando a su paso devastación social.
En el caso de Colima, por mencionar un
caso reciente, estimó en 500 millones de pesos el costo de los daños causados
por el sismo del mes de enero de 2003.
El catedrático de la UNAM apuntó que en
otros países, como Holanda o Estados
Unidos, se asume que los desastres pueden ser una oportunidad para generar
proyectos de desarrollo.
Sin embargo, en México las inversiones
destinadas a rehabilitación no consideran condiciones climáticas ni se detienen
en las formas de vida de la población para proyectar la vivienda; esto, aunado
a que en ocasiones la reconstrucción en caminos y puentes no cuenta con la
especificidad técnica requerida, concluyó.
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PIES DE FOTO
FOTO 1
El académico de la Escuela Nacional
de Trabajo Social, Daniel Rodríguez Velázquez, se pronunció por impulsar una
estrategia de desarrollo social en las zonas del país con mayor riesgo de
desastres naturales.
FOTO 2
Países como Holanda y Estados Unidos
han entendido que los desastres pueden ser una oportunidad para generar
proyectos de desarrollo, afirmó el profesor de la Escuela Nacional de Trabajo
Social, Daniel Rodríguez Velázquez.