06:00 hrs. Abril 15 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-282

Ciudad Universitaria

 

Pies de fotos al final del  boletín

 

INDISPENSABLE ADECUAR LOS HOSPITALES INTERCULTURALES DE MEXICO

 

·        Roberto Campos Navarrete, de la Facultad de Medicina, destacó la necesidad de capacitar al personal que trabaja en estos centros

·        Estima que por lo menos 75% del personal de un hospital intercultural debería ser hablante del idioma local

·        Además, la dieta de las clínicas de las zonas indígenas debe tomar en cuenta la alimentación local

 

Los hospitales interculturales no han adecuado su operación a las necesidades de la población indígena que atienden, por lo tanto, no están preparados para conocer las particularidades culturales de los pueblos donde brindan el servicio, aseguró Roberto Campos Navarrete, de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.

 

Precisó que para un pasante en medicina o una enfermera que realiza prácticas o el servicio social en comunidades indígenas, significa lo mismo irse con el pueblo rarámuri, que con el tzetzal, tzotzil o tojolabal, sin tomar en cuenta que cada uno de ellos tiene características únicas, así como enfermedades y curadores propios.

 

El académico universitario, quien investigó el servicio que ofrecen estas clínicas en México, Guatemala, Ecuador y Bolivia, opinó que para mejorar la salud de la población nacional, es necesario adaptar los hospitales interculturales a los requerimientos de los pueblos autóctonos latinoamericanos.

 

Comentó que uno de los principales cambios que deben registrar estos nosocomios es el idioma. Es decir, si prestan servicio a una población de mayoría indígena que habla determinada lengua, lo deseable es que muchos de ellos pertenezcan al mismo grupo nativo, para que no haya problemas en la comunicación verbal que se establece con los pacientes.

 

Calculó que por lo menos 75% del personal de un hospital intercultural debería ser hablante del idioma local. Por desgracia, en algunas clínicas de México sólo una mínima parte de los que ahí laboran habla dicha lengua; esto crea, incluso, problemas de hospitalización.

 

Un paciente que no es atendido en su idioma, presentará reacciones contrarias al proceso de revisión médica de su caso, lo mismo “nos puede suceder a los mexicanos al estar en Alemania, Inglaterra o Estados Unidos: preferiríamos ser canalizados a un lugar donde la lengua, las creencias y la alimentación fueran similares a las nuestras”.

 

Campos Navarrete señaló que otro aspecto importante es la capacitación del personal médico y de enfermería sobre la cultura autóctona donde prestarán sus servicios. En los cursos universitarios se enseñan aspectos generales de las culturas indígenas, pero no se profundiza en lo relacionado con los pacientes que se atenderán en concreto, y de los cuales no se conoce siquiera su forma de pensar o sus creencias.

 

En la FM de la UNAM se imparte el curso Historia de la Medicina, integrado por un programa de ética y antropología de la medicina, donde se orienta a los estudiantes sobre aspectos culturales.

 

Por otra parte, consideró que un indicador de suma relevancia para medir la eficiencia de estos sanatorios es la alimentación. La dieta normal de una clínica en una zona indígena debe tomar en cuenta lo que cotidianamente se come ahí.

 

“No tenemos por qué llevar alimentos extraños a esos pueblos; por ejemplo, pan empaquetado o bebidas con saborizantes, cuando consumen tortillas, atoles, tamales y lo tradicional que tienen, como el pinole en Chihuahua y los huchepos en Michoacán. No se vale alimentarlos con algo a lo que no están acostumbrados”.

Ejemplo de ello se da entre los enfermos del istmo de Tehuantepec y Yucatán, a quienes no les gustan las tortillas de harina, las salchichas o el jamón, pero se les obliga a consumirlos, pudiendo proveerlos de un alimento cotidiano y nutritivo como el pozole.

 

Muchos de estos nosocomios no tienen relación con los terapeutas tradicionales de la zona (médicos que no han pasado por la universidad, porque su aprendizaje y enseñanza han sido generacionales), como hueseros, sobadores y parteras. Por fortuna, se busca revertir tal situación y ya se ha establecido relación con estos curadores locales en programas estatales de planificación familiar.

 

De igual manera, refirió, el personal de estos hospitales debe establecer nexos adecuados con los recursos ancestrales de los indígenas, en especial con la herbolaria curativa, porque sus pacientes la usan de manera constante.

 

El especialista sostuvo que al atender a los enfermos en los hospitales interculturales se debe tomar en cuenta que, por lo general, van acompañados por la familia y si el paciente es internado sería necesario habilitar espacios para albergar a los hijos o al cónyuge.

 

Las clínicas interculturales, planteó, también deben considerar el mobiliario más adecuado para sus pacientes. Un nosocomio de la península de Yucatán tiene, además de camas, hamacas para los pacientes que deseen reposar en ellas y que médicamente les sea permitido, porque la gente de la zona acostumbra hacerlo. Si usan sólo las tradicionales, no descansan e, incluso, se ha comprobado que la recuperación de algunos enfermos se alarga.

 

Campos Navarrete informó que se sostienen pláticas con autoridades de salud de diversas entidades para que sus hospitales, además de contar con tecnología médica, sean adecuados culturalmente.

 

La Secretaría de Salud, mediante la Coordinación Nacional de Atención a Pueblos Indígenas, tiene interés en que médicos y enfermeras de todo el país sean asesorados al respecto. Asimismo, se busca brindar capacitación al personal de sus clínicas integrales, con módulos de medicina tradicional.

 

Para Roberto Campos, la relación médico-paciente se da en términos biomédicos, pero también es un vínculo humano que se establece entre personas con diferente cultura, en la cual el galeno debe tener elementos para acercarse a las costumbres del enfermo. La flexibilidad tiene que ser parte de la actitud cotidiana de médicos y enfermeras.

 

A raíz de esta investigación, se impartió un programa de capacitación intercultural en la ciudad de Potosí, Bolivia, con el apoyo de organismos internacionales y dirigido por la UNAM, al que asistieron 35 estudiantes, quienes en su mayoría trabajan en clínicas rurales de dicha ciudad y sus alrededores.

 

Es necesario –concluyó el académico de la UNAM- estructurar un sistema de atención a la salud acorde a la cultura de cada pueblo indígena. Las características podrán y deberán ser diferentes entre un hospital para servir a rarámuris que uno para purépechas, mixtecos, mayas o quechuas.

 

 

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PIES DE FOTO

 

FOTO 1

 

Roberto Campos Navarrete, de la Facultad de Medicina de la UNAM, dijo que para un pasante en medicina o una enfermera que trabaja en comunidades indígenas da lo mismo irse con el pueblo rarámuri, que con el tzetzal o tojolabal, sin tomar en cuenta que cada uno tiene características únicas.

 

 

FOTO 2

 

Si se quiere mejorar la salud de la población nacional es necesario adaptar los hospitales interculturales a los requerimientos de los pueblos autóctonos latinoamericanos, consideró el académico universitario Roberto Campos Navarrete.