Boletín UNAM-DGCS-277
Ciudad Universitaria
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final del boletín
NECESARIO,
UN SEGURO UNIVERSAL DE VEJEZ PARA AMAS DE CASA Y TRABAJADORAS
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En México, sólo 5% de los dos millones 713
mil mujeres mayores de 65 años recibe una pensión, advirtió la investigadora
María Luisa González Marín
·
Un gran problema que enfrenta México es la
tendencia al envejecimiento de su población, al reducirse las tasas de
mortalidad y natalidad
· El
Estado debe poner en marcha un programa integral, específico para las mujeres,
que prevea aspectos de salud, vivienda y alimentación, indicó
El Estado mexicano debe
instrumentar un seguro universal de la vejez para las mujeres, el cual proteja
tanto a las amas de casa como a las trabajadoras fuera del hogar, con el
propósito de lograr su independencia económica, pues en la actualidad son las
familias las que se responsabilizan de sus ancianos, afirmó María Luisa
González Marín, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.
En México, advirtió, sólo 5% de los dos
millones 713 mil mujeres mayores de 65 años recibe una pensión; es decir, sólo
se ayuda a alrededor de 135 mil 650 de ellas. Esto significa que
aproximadamente dos millones 600 mil mujeres de edad avanzada no tienen derecho
a la seguridad social.
La investigadora expuso que el
Estado debe poner en marcha un programa integral específico para las mujeres,
que prevea aspectos de salud, vivienda y alimentación.
Precisó que un gran problema que enfrenta México es la tendencia al envejecimiento de su población. Al reducirse las tasas de mortalidad y natalidad, abundó, se han ido ampliando los grupos de población de mayor edad.
Ante ello, refirió, debe haber
propuestas de “casas de día”, de asilos, así como de atención especializada
para ancianos, instancias que existen ampliamente en otras naciones.
Planteó que, según las
proyecciones del Consejo Nacional de Población (Conapo), las personas en edad
de jubilación -de 65 años y más- pasarán de cuatro millones que fueron en 1995,
a 15.5 millones en el año 2030.
En ese mismo año, continuó, la
Población Económicamente Activa (PEA) podría llegar a 51 millones 571 mil
personas, y las de la tercera edad representarían casi una tercera parte de
ella y -de ésta- más de la mitad serían mujeres.
Si se toma en cuenta que la
esperanza de vida de las mujeres es mayor (77 años) que la de los hombres (74)
y que un alto porcentaje de ellas sólo realiza quehaceres domésticos y no tiene
acceso a prestaciones sociales, las posibilidades de una vejez digna son casi
nulas, manifestó.
Recalcó que las familias mexicanas se han hecho cargo tradicionalmente de sus ancianos, pero con los cambios en las formas de organización laboral (varios miembros del núcleo familiar trabajan), así como con la situación actual de la urbanización (caracterizada por viviendas pequeñas), la familia ampliada ha perdido terreno y, en mayor medida, ésta se restringe a los hijos y cónyuges, y ni moral ni materialmente hay lugar para los abuelos.
Dijo que desde la última
década del siglo XX han disminuido los asalariados con prestaciones sociales y
aumentado los trabajadores por cuenta propia y en empleos temporales (con
recontrataciones trimestrales e incluso mensuales que no ofrecen seguridad en
el empleo ni prestaciones).
Aunado a ello, las mujeres
dejan sus empleos con derecho a seguridad social a temprana edad y con ello
pierden la posibilidad de recibir una pensión. Se calcula que 15 millones de
mujeres consideradas como económicamente inactivas se dedican a los quehaceres
domésticos.
Frente a esta problemática, la
investigadora propuso que el seguro universal de vejez incluya en una primera
etapa únicamente a las mujeres más pobres que no trabajen fuera de casa o que
lo hagan en la informalidad.
Aseguró que esta propuesta no
es descabellada, ya que el propio Banco Mundial ha señalado que la única manera
de asegurar en América Latina una cobertura universal de seguridad social es
fijando una pensión mínima para todos.
Puntualizó que el programa
integral dirigido a las mujeres debe incluir planes complementarios de
pensiones, ya que en ambos sistemas (reparto y capitalización individual) los
montos de los subsidios son raquíticos.
En promedio, aseveró, la
pensión mensual del ISSSTE es de 2 mil
300 pesos y de mil 937 pesos en el nuevo sistema.
Aclaró que el sistema de reparto funciona basándose en la solidaridad intergremial: los trabajadores activos cotizan y contribuyen a las pensiones de los jubilados, y de esta manera garantizan también su jubilación a futuro.
En cambio, en el sistema de
capitalización adoptado recientemente, el trabajador tiene una cuenta de ahorro
individual integrada por su cotización, una aportación del gobierno y otra de
la empresa. Estos fondos están manejados por instituciones financieras llamadas
Afores.
La investigadora anotó como
otra agravante a la situación descrita las diferencias salariales entre hombres
y mujeres, aún cuando ambos realicen el mismo trabajo.
Al respecto, enfatizó el hecho
de que si las mujeres en términos generales reciben ingresos menores que los
hombres, el monto de su pensión -calculada sobre los salarios devengados- será
menor.
Cabe señalar que, de acuerdo
con cifras divulgadas recientemente por economistas de la UNAM, se calcula que
del total de mujeres que forman parte de la Población Económicamente Activa
(13.3 millones), alrededor de 7.7 millones no gozan de prestación alguna,
mientras que 7 millones ganan menos de dos salarios mínimos.
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PIES DE FOTO
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En México, sólo
5% de los dos millones 713 mil mujeres mayores de 65 años recibe una pensión,
afirmó la investigadora de la UNAM, María Luisa González Marín.
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La investigadora
María Luisa González Marín propuso que el seguro universal de vejez incluya
únicamente, en una primera etapa, a las mujeres más pobres que no trabajen
fuera de casa o que lo hagan en la informalidad.