06:00 hrs. Abril 13 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-277

Ciudad Universitaria

 

Pies de fotos al final del  boletín

 

 

NECESARIO, UN SEGURO UNIVERSAL DE VEJEZ PARA AMAS DE CASA Y TRABAJADORAS

 

·        En México, sólo 5% de los dos millones 713 mil mujeres mayores de 65 años recibe una pensión, advirtió la investigadora María Luisa González Marín

·      Un gran problema que enfrenta México es la tendencia al envejecimiento de su población, al reducirse las tasas de mortalidad y natalidad

·     El Estado debe poner en marcha un programa integral, específico para las mujeres, que prevea aspectos de salud, vivienda y alimentación, indicó

 

El Estado mexicano debe instrumentar un seguro universal de la vejez para las mujeres, el cual proteja tanto a las amas de casa como a las trabajadoras fuera del hogar, con el propósito de lograr su independencia económica, pues en la actualidad son las familias las que se responsabilizan de sus ancianos, afirmó María Luisa González Marín, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.

 

En México, advirtió, sólo 5% de los dos millones 713 mil mujeres mayores de 65 años recibe una pensión; es decir, sólo se ayuda a alrededor de 135 mil 650 de ellas. Esto significa que aproximadamente dos millones 600 mil mujeres de edad avanzada no tienen derecho a la seguridad social.

 

La investigadora expuso que el Estado debe poner en marcha un programa integral específico para las mujeres, que prevea aspectos de salud, vivienda y alimentación.

 

Precisó que un gran problema que enfrenta México es la tendencia al envejecimiento de su población. Al reducirse las tasas de mortalidad y natalidad, abundó, se han ido ampliando los grupos de población de mayor edad.

 

Ante ello, refirió, debe haber propuestas de “casas de día”, de asilos, así como de atención especializada para ancianos, instancias que existen ampliamente en otras naciones.

 

Planteó que, según las proyecciones del Consejo Nacional de Población (Conapo), las personas en edad de jubilación -de 65 años y más- pasarán de cuatro millones que fueron en 1995, a 15.5 millones en el año 2030.

 

En ese mismo año, continuó, la Población Económicamente Activa (PEA) podría llegar a 51 millones 571 mil personas, y las de la tercera edad representarían casi una tercera parte de ella y -de ésta- más de la mitad serían mujeres.

 

Si se toma en cuenta que la esperanza de vida de las mujeres es mayor (77 años) que la de los hombres (74) y que un alto porcentaje de ellas sólo realiza quehaceres domésticos y no tiene acceso a prestaciones sociales, las posibilidades de una vejez digna son casi nulas, manifestó.

 

Recalcó que las familias mexicanas se han hecho cargo tradicionalmente de sus ancianos, pero con  los cambios en las formas de organización laboral (varios miembros del núcleo familiar trabajan), así como con la situación actual de la urbanización (caracterizada por viviendas pequeñas), la familia ampliada ha perdido terreno y, en mayor medida, ésta se restringe a los hijos y cónyuges, y ni moral ni materialmente hay lugar para los abuelos.

 

Dijo que desde la última década del siglo XX han disminuido los asalariados con prestaciones sociales y aumentado los trabajadores por cuenta propia y en empleos temporales (con recontrataciones trimestrales e incluso mensuales que no ofrecen seguridad en el empleo ni prestaciones).

 

Aunado a ello, las mujeres dejan sus empleos con derecho a seguridad social a temprana edad y con ello pierden la posibilidad de recibir una pensión. Se calcula que 15 millones de mujeres consideradas como económicamente inactivas se dedican a los quehaceres domésticos.

 

Frente a esta problemática, la investigadora propuso que el seguro universal de vejez incluya en una primera etapa únicamente a las mujeres más pobres que no trabajen fuera de casa o que lo hagan en la informalidad.

 

Aseguró que esta propuesta no es descabellada, ya que el propio Banco Mundial ha señalado que la única manera de asegurar en América Latina una cobertura universal de seguridad social es fijando una pensión mínima para todos.

 

Puntualizó que el programa integral dirigido a las mujeres debe incluir planes complementarios de pensiones, ya que en ambos sistemas (reparto y capitalización individual) los montos de los subsidios son raquíticos.

 

En promedio, aseveró, la pensión mensual del ISSSTE  es de 2 mil 300 pesos y de mil 937 pesos en el nuevo sistema.

 

Aclaró que el sistema de reparto funciona basándose en la solidaridad intergremial: los trabajadores activos cotizan y contribuyen a las pensiones de los jubilados, y de esta manera garantizan también su jubilación a futuro.

 

En cambio, en el sistema de capitalización adoptado recientemente, el trabajador tiene una cuenta de ahorro individual integrada por su cotización, una aportación del gobierno y otra de la empresa. Estos fondos están manejados por instituciones financieras llamadas Afores.

 

La investigadora anotó como otra agravante a la situación descrita las diferencias salariales entre hombres y mujeres, aún cuando ambos realicen el mismo trabajo.

 

Al respecto, enfatizó el hecho de que si las mujeres en términos generales reciben ingresos menores que los hombres, el monto de su pensión -calculada sobre los salarios devengados- será menor.

 

Cabe señalar que, de acuerdo con cifras divulgadas recientemente por economistas de la UNAM, se calcula que del total de mujeres que forman parte de la Población Económicamente Activa (13.3 millones), alrededor de 7.7 millones no gozan de prestación alguna, mientras que 7 millones ganan menos de dos salarios mínimos.

 

 

-o0o-

 

 

PIES DE FOTO

 

FOTO 1

 

En México, sólo 5% de los dos millones 713 mil mujeres mayores de 65 años recibe una pensión, afirmó la investigadora de la UNAM, María Luisa González Marín.

 

 

FOTO 2

 

La investigadora María Luisa González Marín propuso que el seguro universal de vejez incluya únicamente, en una primera etapa, a las mujeres más pobres que no trabajen fuera de casa o que lo hagan en la informalidad.