06:00 hrs. Marzo 28 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-231

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de fotos al final del boletín

LA GRAFOMANÍA IMPIDE VIAJAR, HABLAR, DIVERTIRSE O ENTREGARSE A LAS ACTIVIDADES DEL MUNDO COTIDIANO

 

·        Es una adicción que impide al poeta pensar en otra cosa,  sólo desea plasmar sus ideas en el papel, afirmó José Kozer

·        El trabajo del poeta o escritor es un misterio, un oficio, un estado mental en el que se está inmerso y sólo quiere expresar sus pensamientos a través de la escritura

·        Al momento de la gestación poética el tiempo desaparece por completo, se disuelve

·        “Una vida normal no se dedica hacer poemas, por ende yo no soy normal”, aseguró

 

Algunos poetas tenemos una obsesión por escribir todo el tiempo; es una especie de adicción llamada grafomanía, la cual nos impide pensar en otra cosa, sólo deseamos plasmar nuestras ideas en el papel. Se trata de un estado contrario al considerado como normal, ya que escribir poemas implica no querer hablar, viajar, divertirse o entregarse a las actividades del mundo cotidiano”, manifestó el poeta cubano José Kozer.

 

Explicó que la grafomanía es un término que debe trabajarse para entender de qué se trata. Quien escribe es por definición grafómano, ya que constantemente está pensando en la escritura; sin embargo, algunos no la consideran el eje de su vida. A esto habría que agregar que existe más adictos en el mundo de la prosa que en el mundo de la poesía. 

 

Quien fuera profesor de lengua y literatura en el Queens College, en  Nueva York, Estados Unidos, afirmó que el trabajo del poeta o escritor es un misterio, un oficio, un estado mental en el que se está inmerso todo el tiempo. Hay un  deseo continuo de plasmar ideas, porque la escritura es una sustancia inamovible de naturaleza infinita y eterna; su atributo principal es la inalcanzabilidad.

 

En su conferencia magistral “De la grafomanía”, realizada en la División de Educación Continua de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), Kozer subrayó que expresar pensamientos es la actividad principal de su vida. Ese afán obsesivo, dijo, está dado por la conciencia del registro como constancia fundamental del ser; si no escribe, no hay testimonio de existencia, no se vive.

 

Destacó que la poesía está basada en la palabra como instrumento total para percibir y aprehender el mundo. “He invertido toda una vida en hacer poemas, los cuales han parado en un vertedero con forma de carpetas que guardo con rigor; esos poemas son mi fatiga y mi felicidad. Una vida normal no se dedica hacer poemas, por ende yo no soy normal, participo de una exageración que se llama grafomanía”.

 

“Algo en mi –agregó- se viró cuando era adolescente y me puse a escribir. A partir de ese momento sentí como surgió incontrolable la escritura; en realidad se trata de un extremo, de una obsesión, y ésta es mi emoción. Es un círculo vicioso que implica no sólo el deseo de escribir poemas, sino de no hacer otra cosa”. 

 

De acuerdo al poeta, se aspira a la totalidad, pero sólo se alcanza la porción; esta lucha sirve de acicate, atiza la continuidad de la escritura. “Esa desproporción entre el concepto de totalidad y el de parcialidad es para mí el contrapunto y péndulo que me obliga a persistir escribiendo”.

 

“Mi cabeza –abundó- sigue empeñada en escribir, en leer libros que me servirán de leña y combustible para expresar cada vez más ideas. Yo soy un devorador de textos y organizo mi vida alrededor del papel y la tinta como si fuera una polilla que se nutre del contenido al tragar las letras”.

 

Agregó que todo es motivo de inspiración para escribir un poema; cada vez que recorre con la vista las páginas del diccionario le emociona encontrar un sin fin de palabras, cuya pronunciación y textura son hermosas. “Esto me ha permitido pensar que cada una de ellas merece un poema, su propio cántico espiritual.

 

Expuso que el hombre es un ser preocupado, inquieto; lleva sobre sí la carga del tiempo que lo llevará indefectiblemente a la muerte. Cada segundo, minuto, hora, se recarga en sus hombros de tal manera que siente la vida como un lastre, como una piedra, como gravamen incalculable.

 

“Yo no aguanto el paso del tiempo, su presencia me hace sufrir, el sólo pensar que cada minuto me precipita a la muerte. Sin embargo, hay instantes en que ese intervalo desaparece por completo, se disuelve, es el momento de la gestación poética. En cuanto me pongo a escribir, nada existe, ni la posibilidad de mi mente, sólo sé que estoy segregando poesía.”

 

Manifestó que al volver a la realidad, acaricia la idea de escribir otro poema para perderse nuevamente del mundo. De esta manera la grafomanía puede explicar el momento en que el poeta termina una obra e inmediatamente le surge la necesidad de escribir otra más; cada inscripción suscita una reinscripción.

 

Kozer rechazó la creencia de que el poeta que escribe demasiado, no es bueno,  para él es todo lo contrario. Los poetas que tratan de crear el verso perfecto con los ojos alzados al cielo y que aguardan para recibir la iluminación divina son mediocres, concluyó.

 

 

 

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FOTO 1

En la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, el poeta cubano José Kozer señaló que la grafomanía es un término que debe trabajarse para entender de qué se trata,  quien escribe es por definición grafómano.

 

FOTO 2

El hombre es un ser preocupado e inquieto que lleva sobre sí la carga del tiempo que lo conducirá indefectiblemente a la muerte, resaltó el poeta cubano José Kozer.