Boletín UNAM-DGCS-221
Ciudad Universitaria
USAN ELECTRODOS
EN EL TRATAMIENTO DEL MAL DE PARKINSON
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Su implante en el
cerebro reduce significativamente los síntomas o normaliza a los pacientes,
afirmó el doctor Francisco Velasco, director de Neurocirugía del Hospital
General de México
·
Nuestro país, pionero de la técnica en
América Latina, dijo en el Instituto de Fisiología Celular de la UNAM
El implante de electrodos dentro del
cerebro resulta muy efectivo en el tratamiento del mal de Parkinson, a tal
grado que todos los afectados presentan una mejoría notoria y algunos de ellos
prácticamente vuelven a la normalidad, afirmó el doctor Francisco Velasco,
director de Neurocirugía del Hospital General de México.
Informó que alrededor de 250
enfermos (85 de ellos de Parkinson y el resto de epilepsia, así como pacientes
que reciben tratamientos que implican dolor) se han visto beneficiados en ese
nosocomio con la técnica conocida como neuromodulación.
En el Auditorio del Instituto
de Fisiología Celular de la UNAM, indicó que dicho método consiste en implantar
electrodos en el cerebro de los afectados, lo cual produce, en el caso de esa
enfermedad neurodegenerativa que afecta a millones de personas en el mundo, una
reducción significativa de los síntomas: temblores, rigidez y aquinesia
(contracción muscular).
Refirió que James Parkinson -médico
inglés que describió el mal por primera vez en 1837- hizo tres observaciones
fundamentales: primero, que se trataba de un mal motor; o sea, los movimientos
se alteraban sin afectar otras áreas neurológicas, como la sensación y el
pensamiento.
Notó además que las personas
que temblaban y mostraban gran rigidez -dos de los síntomas descritos
característicos de este padecimiento- mejoraban notablemente luego de sufrir
una lesión cerebral vascular, lo cual le hizo suponer que los movimientos
partían de la vía piramidal e iban a la médula espinal; es decir, que el mal se
originaba en el cerebro.
Finalmente, Parkinson notó que
durante el sueño el temblor y la rigidez desaparecían, por lo que la afección
se relacionó con el estado de vigilia.
El especialista explicó que
este fue el primer mal neurológico descrito a partir del déficit de un
neurotransmisor. “En el núcleo caudado, donde terminan las eferencias (impulsos
dopaminérgicos) de la sustancia negra, existe un balance entre la dopamina y la
acetilcolina (neurotransmisores); si la primera aumenta se presentan
alteraciones psiquiátricas y si disminuye hay una alteración motora que se
convierte en el síndrome”.
Recientemente se ha propuesto
que la enfermedad no es resultado de un solo neurotransmisor, sino de varios
más, como el glutamato o el GABA, añadió Velasco.
Los neurocirujanos comenzaron
a realizar ablaciones (cortes) en la corteza motora de los pacientes que no
produjeron parálisis, sino un tono muscular inferior al normal (hipotonía) y
disminución de los movimientos finos. Los resultados fueron satisfactorios
porque los pacientes, al menos, se liberaron de los desgastantes temblores.
Luego se probaron lesiones en otras partes del cerebro, como el núcleo ventral
lateral del tálamo.
Otro método reciente para
disminuir los síntomas de la enfermedad es la implantación de electrodos, en la
cual el Hospital General es pionero en América Latina. El grupo del doctor
Velasco ha obtenido buenos resultados con la técnica.
Explicó que el sistema de
estimulación consta de tres partes: un electrodo, que se implanta en el
cerebro; un cable conector que lo une a un marcapaso y una pila que genera la
energía necesaria para provocar la señal eléctrica.
Velasco mencionó que los
electrodos miden un milímetro de diámetro, están fabricados de un material
flexible -silástico- y tienen contactos de platino platinado, metal que no
produce reacción alguna en el tejido nervioso.
El electrodo, por sus
características, sigue el movimiento normal del cerebro, pulsátil o
respiratorio. El cable se conecta a nivel del mastoides y desciende del cuello
hasta la clavícula, donde se une con la pila que en realidad funciona como una
pequeña computadora cuyos parámetros se pueden reprogramar a voluntad: duración
de pulso (entre 90 y 450 microsegundos), frecuencia (entre 60 y 130 hertz) e
intervalos de estimulación –por ejemplo, si se trata de un electrodo bipolar,
de dos “contactos”, se puede activar un minuto cada lado-.
Debido a que el funcionamiento
del aparato puede ser continuo (aunque de noche, cuando el paciente no lo
requiere, se apaga con un magneto) las pilas se agotan en un lapso que va de
los dos a los nueve años. Su costo es de 90 mil pesos.
A pesar de tener un precio
elevado y de requerir del seguimiento más cercano del paciente, este método
tiene la ventaja de que es más preciso y no tiene efectos colaterales. Lo más
grave que puede ocurrir es que el enfermo rechace el silástico del electrodo y
éste deba ser explantado.
Los pacientes, precisó el
especialista, son evaluados cada seis meses o un año en promedio y, de ser
necesario, el aparato se reprograma. Cabe destacar que gracias a él la cantidad
de fármacos suministrados a los afectados disminuye de forma significativa.
En el país, la neuromodulación
se inició en el Hospital General de México. Actualmente se ha comenzado a
realizar este tipo de procedimiento en otros sitios, como el Centro Médico.
Pero como pioneros, “hacemos un curso anual o dos veces por año para entrenar y
familiarizar a los neurocirujanos latinoamericanos, e incluso, de Canadá y
Estados Unidos”, finalizó.
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FOTO 1
El
implante de electrodos dentro del cerebro resulta un tratamiento efectivo para
el mal de Parkinson, afirmó el doctor Francisco Velasco, director de
Neurocirugía del Hospital General de México, quien impartió un seminario del
tema en el Instituto de Fisiología Celular de la UNAM.
FOTO 2
Francisco Velasco, director de Neurocirugía del
Hospital General de México, dijo en la UNAM que la neuromodulación -o implante
de electrodos en el cerebro- reduce de manera significativa los temblores que
produce el mal de Parkinson.