06:00 hrs. Marzo 23 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-219

Ciudad Universitaria

 

NO TENEMOS INSTITUCIONES ESPECÍFICAS PARA LA JUVENTUD MEXICANA

 

·        Afirmó Armando Barriguete Castellón, creador del Programa contra las Adicciones del Distrito Federal

·        Si tienen algún problema de salud, por ejemplo, son canalizados al pediatra o a médicos que atienden a los adultos

·        En la Casa de Francia se llevó a cabo la segunda charla del ciclo Ciencia, conciencia y café, organizada por la FES Cuautitlán

 

Existe un vacío en la atención hacia la juventud ya que, a pesar de ser ésta una etapa específica del desarrollo del ser humano, con características propias, no ha sido considerada como un motivo de estudio, destacó Armando Barriguete Castellón, creador del Programa contra las Adicciones del Distrito Federal.

 

“Vemos, por ejemplo, que el preadolescente para ser atendido es canalizado a la pediatría, mientras que el adolescente mayor es destinado al mundo de los adultos, porque no hay instituciones que se dediquen al estudio, apoyo y desarrollo de la adolescencia”, afirmó el psiquiatra

 

En la Casa de Francia, donde se llevó a cabo la charla dentro del ciclo Ciencia, conciencia y café,  bajo el tema “Nos reservamos el derecho de ingresar”, añadió: comúnmente la relación entre los hijos adolescentes y sus padres es difícil, en gran medida por la angustia de los segundos al estar contemplando una serie de conductas retadoras, fuertes e inclusive peligrosas, a las que por necesidad tenemos que exponernos todos si es que queremos experimentar y aprender por nuestra propia cuenta.

Prohibiciones y recomendaciones como “no vayas a fumar”, “no corras en el auto”, proceden del deseo de “evitar que los hijos pasen por situaciones que para el padre, en su momento, resultaron angustiantes; sin embargo, el joven tiene la obligación de constatar lo que le están diciendo”.

 

En verdad, comentó el psicoanalista, la falta de comprensión se da por ambas partes, “pero lo que priva dentro de las relaciones humanas son relaciones bien intencionadas, hasta cuando en una sociedad hay un cambio importante que viene a desquiciar esa relación”.

 

Sucede, dijo, que “un adolescente no tiene preocupaciones mayores de tipo práctico; puede estar en huelga tres años y no pasa nada en la economía del país, por eso está en condiciones propicias para poder llevar a cabo esas expresiones violentas, resistentes, que conducen al cambio”. Ante este panorama, para el director fundador del Instituto Mexicano para el Estudio de la Adolescencia, “la censura de los adultos hacia la adolescencia no es totalmente negativa”.

 

A su vez, Héctor Castillo Berthier, director del proyecto Juventud y Cultura Popular en la Ciudad de México, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, informó que de acuerdo a la reciente Encuesta Nacional de la Juventud, publicada en noviembre del año pasado, aproximadamente 90% de los 56 mil jóvenes encuestados no cree en los políticos;  un porcentaje similar, alrededor del 80%, dice que no participaría en nada relacionado con lo institucional, en cambio sí se involucraría en causas a favor de los indígenas, la paz y el medio ambiente.

 

Esos datos, indicó en el evento organizado por la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán, son reflejo del concepto de autoridad e institucionalidad que percibe ese sector de la población, del “distanciamiento brutal de las instituciones hacia los jóvenes”.

 

La situación es que en la actitud y manifestaciones de este grupo poblacional yacen implícitas cuestiones estructurales que definen el tipo de sociedad al que pertenecen. “Hoy ya no podemos decir que la escuela es un mecanismo de ascenso social como lo fue en los años 50 ó 60: ¿cuánta gente que hoy termina sus estudios encuentra el trabajo para el cual se preparó?; la escuela perdió el sentido para el cual fue creada”.

 

La visión de familia también se ha transformado, “ahora hablamos de muchas madres solteras que enfrentan el reto de educar solas a sus hijos. En este contexto, el también columnista y productor del programa radiofónico Jóvenes en Monitor incluyó la falta de coordinación en las políticas públicas que atiendan a este sector en la República Mexicana, donde 60% de sus habitantes tiene menos de 30 años.

 

Para el otrora vicepresidente de la Asociación Internacional de Sociología en el área de estudios sobre Juventud, hoy, si bien hoy existe el Instituto Mexicano de la Juventud, pocas son las personas que lo conocen. Y aún más: “en las cámaras de Senadores y Diputados, la comisión encargada es llamada Comisión de  Juventud y Deporte, como si todos los jóvenes fueran deportistas o todos los deportistas tuvieran que ser jóvenes”.

 

De tal manera que, en opinión del sociólogo, “hay un distanciamiento brutal de las instituciones hacia los jóvenes que, sumado a la ruptura familiar y a la reducida oferta de empleo, influye para que muchos de ellos tengan problemas para iniciar su vida productiva, lo cual les provoca una actitud de lucha y rebeldía”.

 

Estamos hablando, dijo, “de una mayoría que no ha podido integrarse, que sólo es considerada por los partidos políticos a la hora de las elecciones; entonces hay una percepción de ruptura institucional muy valida y razonable”, afirmó el doctor Castillo Berthier.

 

La imagen que de ellos tienen los adultos se restringe a “una estigmatización que los califica de violentos, drogadictos e irresponsables”, sin olvidar la clásica frase “en mi tiempo éramos distintos, no éramos tan irrespetuosos. Creo que estos son estigmas que están asentados en las instituciones y en el conocimiento general de la gente adulta”.

 

 

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