Boletín UNAM-DGCS-190
Ciudad Universitaria
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EL LENGUAJE
ESCRITO ESTÁ DISOCIADO DEL SER Y EL
QUEHACER DE LAS PERSONAS
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Los individuos consideran la escritura como
ajena e incontrolable
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Concepción Ortega Cuenca dijo que su limitada
relación con este medio de expresión se basa en que diversos tipos de trabajos no
se conciben desde un punto de vista narrativo
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La lingüista imparte el Taller de Escritura
de No-Ficción en la Casa de las Humanidades
A pesar de que el lenguaje está en la base de la sociedad
y nos define como especie, en muchas ocasiones está disociado del ser y el
quehacer de las personas, quienes consideran a la escritura ajena e
incontrolable, afirmó Concepción Ortega Cuenca.
La lingüista y periodista agregó que muchos de los
problemas derivados de esa limitada relación con la escritura se basan en que
infinidad de trabajos no se conciben desde un punto de vista narrativo; es
decir, no se piensa que cierta actividad, como una investigación científica o
antropológica, por ejemplo, se concretará en un escrito.
Diversos trabajos se plasman en documentos como tesis,
artículos, informes, reportes o propuestas, y como tales son evaluados. De tal
forma, aunque en ocasiones pase desapercibido, “muchos de nosotros somos
escritores de no ficción en nuestras respectivas áreas de especialidad”.
En la primera sesión del Taller
de Escritura de No-Ficción, organizado por la Casa de las Humanidades de la
UNAM, la también excolaboradora de la Unidad de la Crónica Presidencial dijo
que la escritura es un proceso que se inicia cuando el autor tiene una idea,
emoción o sentimiento que desea transmitir y termina cuando el lector entiende
ese mensaje y, de ser posible, lo acepta.
Dicho proceso consta de cuatro grande fases: pensar,
investigar, redactar y corregir. “Aprendimos a escribir cuando tuvieron un
sentido para nosotros las letras que juntábamos en palabras y éstas en
oraciones”.
Escritura, precisó, es un proceso no lineal donde esas
etapas se superponen y se condicionan. Además, un texto es una manera de
ordenar el pensamiento porque la estructura del lenguaje permite segmentar la
experiencia, ordenarla y jerarquizarla para adaptarla a unidades lingüísticas.
Asimismo, representa una manera de aprender porque
permite apropiarse de las experiencias cuando son transformadas en palabras
propias; cuando son definidas, asimiladas y aprehendidas.
También es un medio de expresión del ser, así como de
comunicación no sólo con nosotros mismos, sino con los demás, en la medida en
que transmitimos ideas, emociones y sentimientos que podemos poner en unidades
lingüísticas que comprenden los otros. “Puede haber un gran descubrimiento,
pero si no se puede difundir no tendrá reconocimiento ni utilidad”.
Ortega Cuenca añadió que la palabra escrita es un modo de
preservar el conocimiento y la emoción porque “también se escribe para
recordar. De ese modo está en la vida cotidiana, en muchos de nuestros actos”.
Mencionó que el cuento, la poesía o la novela tienen
características diferentes a los textos de no ficción, ya que “varían los
parámetros de los que parten quienes desean expresar y comunicar algo”.
En este último caso se tiene que hacer énfasis en el
contexto comunicativo; o sea, tomar en cuenta a quién se dirige el escrito, en
qué circunstancias será leído y con qué objetivo, porque esos factores
condicionan su elaboración.
Además, los textos deben tener
propiedad, corrección y eficiencia comunicativa; es decir, adecuación interna
(entre lo que se piensa y lo que se escribe); externa (entre lo que se escribe y
las normas vigentes), así como una exposición comprensible del mensaje.
Por todo ello, si no se toma en cuenta al lector, la
eficiencia comunicativa de quien escribe será muy baja, finalizó Concepción
Ortega Cuenca.
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En muchas ocasiones el lenguaje está disociado del ser y quehacer
de las personas, afirmó la lingüista Concepción Ortega, durante la primera
sesión del Taller de escritura de No-Ficción organizado por la Casa de las
Humanidades de la UNAM.