06:00 hrs. Marzo 15 de 2003


Boletín UNAM-DGCS-190

Ciudad Universitaria

 

 

 

Pie de foto al final del boletín

 

EL LENGUAJE ESCRITO ESTÁ  DISOCIADO DEL SER Y EL QUEHACER DE LAS PERSONAS

 

·        Los individuos consideran la escritura como ajena e incontrolable

·        Concepción Ortega Cuenca dijo que su limitada relación con este medio de expresión se basa en que diversos tipos de trabajos no se conciben desde un punto de vista narrativo

·        La lingüista imparte el Taller de Escritura de No-Ficción en la Casa de las Humanidades

 

A pesar de que el lenguaje está en la base de la sociedad y nos define como especie, en muchas ocasiones está disociado del ser y el quehacer de las personas, quienes consideran a la escritura ajena e incontrolable, afirmó Concepción Ortega Cuenca.

 

La lingüista y periodista agregó que muchos de los problemas derivados de esa limitada relación con la escritura se basan en que infinidad de trabajos no se conciben desde un punto de vista narrativo; es decir, no se piensa que cierta actividad, como una investigación científica o antropológica, por ejemplo, se concretará en un escrito.

 

Diversos trabajos se plasman en documentos como tesis, artículos, informes, reportes o propuestas, y como tales son evaluados. De tal forma, aunque en ocasiones pase desapercibido, “muchos de nosotros somos escritores de no ficción en nuestras respectivas áreas de especialidad”.

 

En la primera sesión del Taller de Escritura de No-Ficción, organizado por la Casa de las Humanidades de la UNAM, la también excolaboradora de la Unidad de la Crónica Presidencial dijo que la escritura es un proceso que se inicia cuando el autor tiene una idea, emoción o sentimiento que desea transmitir y termina cuando el lector entiende ese mensaje y, de ser posible, lo acepta.

 

Dicho proceso consta de cuatro grande fases: pensar, investigar, redactar y corregir. “Aprendimos a escribir cuando tuvieron un sentido para nosotros las letras que juntábamos en palabras y éstas en oraciones”.

 

Escritura, precisó, es un proceso no lineal donde esas etapas se superponen y se condicionan. Además, un texto es una manera de ordenar el pensamiento porque la estructura del lenguaje permite segmentar la experiencia, ordenarla y jerarquizarla para adaptarla a unidades lingüísticas.

 

Asimismo, representa una manera de aprender porque permite apropiarse de las experiencias cuando son transformadas en palabras propias; cuando son definidas, asimiladas y aprehendidas.

 

También es un medio de expresión del ser, así como de comunicación no sólo con nosotros mismos, sino con los demás, en la medida en que transmitimos ideas, emociones y sentimientos que podemos poner en unidades lingüísticas que comprenden los otros. “Puede haber un gran descubrimiento, pero si no se puede difundir no tendrá reconocimiento ni utilidad”.

 

Ortega Cuenca añadió que la palabra escrita es un modo de preservar el conocimiento y la emoción porque “también se escribe para recordar. De ese modo está en la vida cotidiana, en muchos de nuestros actos”.

 

Mencionó que el cuento, la poesía o la novela tienen características diferentes a los textos de no ficción, ya que “varían los parámetros de los que parten quienes desean expresar y comunicar algo”.

 

En este último caso se tiene que hacer énfasis en el contexto comunicativo; o sea, tomar en cuenta a quién se dirige el escrito, en qué circunstancias será leído y con qué objetivo, porque esos factores condicionan su elaboración.

 

Además, los textos deben tener propiedad, corrección y eficiencia comunicativa; es decir, adecuación interna (entre lo que se piensa y lo que se escribe); externa (entre lo que se escribe y las normas vigentes), así como una exposición comprensible del mensaje.

 

Por todo ello, si no se toma en cuenta al lector, la eficiencia comunicativa de quien escribe será muy baja, finalizó Concepción Ortega Cuenca.

 

 

--o0o--

 

 

 

FOTO 1

En muchas ocasiones el lenguaje está disociado del ser y quehacer de las personas, afirmó la lingüista Concepción Ortega, durante la primera sesión del Taller de escritura de No-Ficción organizado por la Casa de las Humanidades de la UNAM.