11:30 hrs. Febrero 21 de 2003


Boletín UNAM-DGCS-132

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de fotos al final del boletín

 

LA BANDERA NACIONAL, SÍMBOLO DE IDENTIDAD Y PATRIOTISMO FRENTE AL EMBATE DE LA GLOBALIZACIÓN

 

·        Para Arturo Schroeder, maestro e investigador jubilado de la UNAM, la enseña es un valor que cada día, al izarse, nos ampara y protege pero, al mismo tiempo, nos obliga a ser mexicanos

·        El lábaro nos hace sentir distintos de los demás pueblos; es un símbolo vivo: Silvestre Villegas, del IIH

·        Georgina Delgado, de la FP, señala que a los niños el pendón tricolor les da una afinidad como mexicanos y les enseña que hay elementos que les hacen diferentes a otros grupos

 

La bandera nacional es un símbolo de nacionalidad, identidad y patriotismo, más aún en una época en que las fronteras entre países parecen desvanecerse ante el embate de la globalización. Arturo Schroeder Cordero, quien fue profesor de la Facultad de Derecho por más de 25 años, asegura que la enseña tricolor tiene los más grandes ideales y concepciones en sus colores, es lo que “cada día al izarse nos ampara y protege pero al mismo tiempo nos obliga a ser mexicanos”.

 

Para Silvestre Villegas Revueltas, del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH), el pendón patrio es uno de los valores que nos hace sentir distintos de los pueblos de otras naciones. Es decir, podemos ver en él un símbolo vivo. No obstante, añade, la cuestión más importante es ver a la bandera como un proceso histórico.

 

 

 

A su vez, Georgina Delgado Cervantes, secretaria académica de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Psicología (FP), señala que, como símbolo, el lábaro nacional conlleva muchos rasgos de identidad. A los niños, por ejemplo, les da afinidad como mexicanos y les enseña que hay elementos que los hacen diferentes de otros grupos. Asimismo, “nos permite recordar a nuestra patria cuando estamos fuera de ella”.

 

El vocablo bandera viene de la voz germana bandra (signo). Como emblema nacional significa victoria y autoafirmación.

 

En la época prehispánica, resalta Arturo Schroeder, cada una de las culturas mesoamericanas tenía su tótem o símbolo especial, por lo general un animal u objeto de la naturaleza, como la garza, que representaba a los tlaxcaltecas.

 

Los pabellones que ondearon en tiempos de los aztecas eran puestos sobre bastidores que los abanderados cargaban en la espalda, sujetos de los hombros, para tener las manos libres, y así llevar en una la macana con filos de obsidiana y en la otra el escudo con el que se protegían.

 

Por disposición real, en 1530 se estableció la Festividad del Pendón para celebrar, con el paseo de éste, el triunfo de las armas españolas al ocupar la ciudad de Tenochtitlán. Cuando Hernán Cortés hizo su campaña militar para dominar tierras americanas, llevó como estandarte el busto de una virgen con dos estrellas que circundaban su cabeza.

 

Durante los tres siglos del virreinato mexicano, relata el exintegrante del Instituto de Investigaciones Jurídicas, las enseñas eran el escudo de armas de Carlos V de Alemania y I de España, que tenían puesta atrás del escudo la cruz de San Andrés, como una letra X, con brotes arbóreos.

 

 

 

 

 

 

Tras la independencia, Agustín de Iturbide concibió el lábaro, conocido como “bandera de las tres garantías” con los colores verde, blanco y rojo en barras diagonales, y una estrella dorada en cada una. El 27 de septiembre de 1821, Iturbide entró a México al frente del Ejército Trigarante, portando dicho pendón que significaba: religión, unión de los mexicanos con los españoles y la independencia del país, agregó Schroeder.

 

“Nuestra bandera fue la grandiosa concepción de aquellos mexicanos que sentían, en su mente y su pecho, la creación de un pueblo noble, magnífico, que se levantaba con toda la herencia del mundo prehispánico e hispánico; ese mestizaje que desde entonces fuerzas ajenas, ocultas y contrarias han querido destruir”.

 

En 1821, la Junta Soberana del Imperio cambió las barras de sesgadas a verticales y,  como escudo, se instituyó el águila parada sobre un nopal que emerge de la peña, la cual sobresale de la laguna de Tenochtitlán, pero sin la víbora.

 

A la caída de Iturbide, una vez que el país se declaró republicano, el Congreso decretó que el escudo fuera el águila con la serpiente, pero sin corona, porque ya no era reino ni imperio.

 

Quedaron tres franjas verticales del mismo tamaño, la verde junto al asta de la bandera, en medio el blanco y al final el rojo. Hoy, el blanco representa el sentimiento de honorabilidad absoluta que debe tener el ser humano consigo y con su prójimo, el verde la libertad, la independencia y la soberanía, y el rojo la unión de los mexicanos.

 

En el blanco se coloca el escudo de armas de la nación: el águila parada sobre un nopal, que lucha y sostiene a la serpiente con su garra derecha y el pico, e intenta devorarla.

 

La ley que rige en nuestros días a los símbolos patrios fue expedida por el Congreso de la Unión el 29 de diciembre de 1983 y promulgada un día después por el presidente Miguel de la Madrid Hurtado.

 

 

 

En cuanto a la legislación, el Código Penal para el Distrito Federal, en materia común, y para todo el país, en materia federal, tiene dos artículos sobre la tipificación de delitos, así como penas sobre desacato y ofensa a la bandera nacional.

 

El artículo 21 de la Ley sobre los Símbolos Patrios establece como obligatorio para todos los planteles educativos del país contar con una enseña nacional, con el fin de utilizarla en actos cívicos y afirmar entre los alumnos el culto y respeto que se le debe profesar.

 

Además, el artículo 55 señala que compete a la Secretaría de Gobernación vigilar la ejecución de esta Ley, para lo cual serán sus auxiliares todas las dependencias oficiales del país. Queda a cargo de las autoridades educativas vigilar su cumplimiento en las escuelas.

 

De hecho, el 56 establece que las contravenciones a la presente ley que no constituyan delito conforme a lo previsto en el Código Penal para el Distrito Federal en materia de fuero común y para todo el país en materia de fuero federal, pero que impliquen desacato o falta de respeto a los símbolos patrios, se castigarán con multa hasta por el equivalente a 250 veces el salario mínimo o con arresto hasta por treinta y seis horas.

 

Si la infracción se comete con fines de lucro, la multa podrá imponerse hasta por el equivalente a mil veces el salario mínimo y procederá la sanción de decomiso para los artículos que reproduzcan ilícitamente el escudo, la bandera o el himno nacional.

 

Por otra parte, el historiador Silvestre Villegas explica que la celebración del Día de la Bandera forma parte de nuestro “santoral cívico”, pero tiene toda una connotación, porque uno de los grandes problemas que México ha tenido en sus 200 años de vida independiente es afianzarse como nación y posteriormente como Estado nacional. “La bandera nos hace distintos a los demás pueblos. El lábaro patrio juega un papel muy importante a lo largo de nuestra historia”, resalta.

 

 

 

 

Sin embargo, opina, cuando se sacan las banderitas o se festeja algún acontecimiento deportivo como un triunfo en el futbol, no es una acción nacionalista sino “patriotera”, lo cual “no nos hace más mexicanos, porque después de la euforia de la victoria volvemos a hacer lo que no se debe, tirar basura, pelear y chocar”.

 

La enseña tricolor, continúa, puede ser tan importante como la trascendencia que tiene en una ceremonia oficial, protocolaria, o absolutamente fundamental, cuando se está perdiendo una guerra o participando en un campeonato mundial de futbol. Depende de las circunstancias: aunque se puede llegar a un nacionalismo extremo, como el del fascismo o el de la época de Franco, también puede ser perfectamente reivindicatoria frente a un proceso de globalización.

 

Por su parte, Georgina Delgado, quien se ha dedicado a estudiar el comportamiento de los niños ante los símbolos patrios, explica que éstos  se van identificando de manera temprana con las banderas, y le otorgan una connotación de acuerdo con las enseñanzas de su grupo social.

 

De acuerdo con un estudio realizado a 300 menores de 10 años, la psicóloga universitaria comenta que este sector tiene un concepto concreto sobre el pendón nacional dependiendo de la edad pues, cuando se le pregunta a los más pequeños qué es, la definen como es un pedazo de tela que tiene colores, “representa algo”.

 

Conforme los niños van creciendo se empieza a constituir en ellos el concepto de lo que se conoce como “símbolo patrio” porque en su núcleo social eso se dice. Pero, al indagar más a fondo, dichas palabras no tienen muchas veces un contenido específico; sin embargo, poco a poco le van dando un significado personal a partir de las enseñanzas escolares

 

Así, desde edad temprana, los infantes tienen contacto con el pendón patrio, porque en la escuela los educan para amarlo y respetarlo, y cuando se les pregunta cómo manifiestan ese amor y respeto dicen que por medio de los honores. Empiezan a identificarlo como símbolo nacional entre los ocho y nueve años.

 

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PIES DE FOTOS

 

Foto 1

 

En  esta época en que las fronteras entre los países parecen desvanecerse ante el embate de la globalización, la bandera nacional es símbolo de identidad y patriotismo, afirmó Arturo Schoeder, maestro jubilado de la UNAM.

 

Foto 2

 

Los niños se van identificando de manera temprana con las banderas y les otorgan una connotación de acuerdo con las enseñanzas de su grupo social, señaló Georgina Delgado, de la Facultad de Psicología.

 

Foto 3

 

El pendón patrio es uno de los valores que nos hace sentir distintos de los pueblos de otras naciones, indicó Silvestre Villegas Revueltas,  del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.

 

 

Foto 4

 

La bandera, uno de los símbolos que nos identifica como mexicanos.