Boletín UNAM-DGCS-118
Ciudad Universitaria
Pies de fotos al final del boletín
El control de los recursos minerales es un
asunto geopolítico y estratégico para los Estados, aseguró María Teresa
Sánchez, investigadora del Instituto de Geografía (IG) de la UNAM. Para las
economías desarrolladas, indicó, han sido fuente de riqueza, motor de su
proceso de industrialización y lo que les permite mantener su poderío militar.
Al dictar la conferencia magistral “La
explotación de los recursos minerales en México en el marco de la globalización
económica”, la geógrafa destacó que las materias primas minerales son la base
de la cadena productiva de cualquier país y el sustento de su avance.
En ese sentido, subrayó, existe la necesidad
vital de las potencias económicas de asegurar el abasto y control de estos
recursos, proceso que se ha acentuado con la globalización.
Durante su participación en el Simposio y
Seminario Internacional de Invierno La reorganización económica y espacial del
orden mundial actual: una perspectiva de la geopolítica, la académica
puntualizó que en el caso de México los minerales siempre han sido importantes.
De hecho, “nuestra historia económica ha estado ligada a esta actividad durante
más de 500 años”.
Actualmente, la minería puede considerarse
globalizada, ya que su carácter aleatorio y vulnerable la ha hecho dependiente
de los precios y los mercados internacionales, sostuvo la especialista, en la
sala Isabel y Ricardo Pozas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
(FCPyS).
Hoy, lo que se puede ver es una vuelta a
esquemas similares a los de hace un siglo: ocupación del territorio, así como
explotación de los recursos naturales y de la fuerza de trabajo, recalcó la
investigadora.
Prueba de ello, precisó, es el proceso de
privatización de las compañías mineras controladas por el Estado, entidad que
hacia 1983 participaba de manera mayoritaria en una decena de las más
importantes y en forma minoritaria en otras 10, además de tener el control de
la siderurgia.
En 1990 había 21 empresas extranjeras y en el
año 2000 esta cifra había ascendido a 520, de las cuales el 82% eran
canadienses o estadounidenses, puntualizó.
Sin embargo, para que la industria nacional se
pudiera adaptar a esta apertura al capital extranjero, mencionó, se tomaron
medidas de carácter estratégico: primero, buscar alianzas directas con
inversionistas de otros países, lo cual implicó iniciar nuevos proyectos tanto
de explotación y exploración, como de cogeneración de electricidad, así como de
modernización tecnológica.
Una segunda disposición, dijo, fue la
reestructuración de las empresas privadas nacionales; es decir, se buscó mayor
integración vertical en sus procesos de producción, a los cuales se añadieron
la fundición y la refinación.
La tercera estrategia consistió en la
diversificación de la minería hacia otras ramas de la economía; así, para no
ser tan vulnerables, las compañías empezaron a invertir en ferrocarriles,
comercio, actividades industriales, autopartes
y en la industria química.
Otras maniobras fueron cotizar en la Bolsa
Mexicana de Valores, así como llevar a cabo la internacionalización de esta
actividad a través de la compra de minas y fundiciones en otros países, expuso.
Empero, a pesar de todas las medidas adoptadas,
se puede observar una disminución de la participación de la minería en el PIB
total, pues mientras en 1990 era de 1.6%, para el 2000 sólo logró estar
ligeramente por encima del 1%.
Además, aunque el monto total de las
exportaciones en este rubro se ha incrementado de manera sustancial,
“dependemos de un solo mercado, pues el 76% de los productos mineros se dirigen
a Estados Unidos y eso nos hace todavía más vulnerables”, aseveró.
Por otra parte, Norma Martínez Laguna, del IG,
consideró que el valor de los recursos naturales en las relaciones
internacionales no es reciente. La disponibilidad de éstos ha sido una
preocupación estratégica que ha orientado los discursos y prácticas de los
Estados mayores a lo largo de los años, tanto por motivos militares como
económicos, enfatizó.
En ese contexto, anotó, el petróleo es
fundamental en la historia de la geopolítica contemporánea del país, porque ha
sido uno de los principales bienes para desarrollar otros sectores de la
economía.
Al dictar la conferencia “Políticas petroleras
y estrategias de privatización en México: implicaciones en el sector
petroquímico y sus espacios productivos”, la también académica de la FCPyS
destacó que, en el ámbito nacional, la industria petrolera ha sido uno de los
instrumentos más importantes en la promoción del crecimiento económico
nacional.
Dijo que en nuestro país, durante el periodo
1995-2000, este sector participó en alrededor del 34% de los ingresos fiscales
federales, con el 9.4% de las exportaciones totales y con cerca de 2% del PIB.
Aunque, acotó, estos valores se han reducido
debido a que el desarrollo industrial y financiero de Petróleos Mexicanos ha
estado determinado por una excesiva regulación de sus actividades y un control
exagerado de sus precios, así como por una fuerte carga fiscal que le impide
desarrollar sus inversiones estratégicas e inmediatas.
-o0o-