06:00 hrs. Febrero 16 de 2003


Boletín UNAM-DGCS-118

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de fotos al final del boletín

 

ESTRATÉGICO, EL CONTROL DE LOS RECURSOS MINERALES: MARÍA TERESA SÁNCHEZ

 

 

El control de los recursos minerales es un asunto geopolítico y estratégico para los Estados, aseguró María Teresa Sánchez, investigadora del Instituto de Geografía (IG) de la UNAM. Para las economías desarrolladas, indicó, han sido fuente de riqueza, motor de su proceso de industrialización y lo que les permite mantener su poderío militar.

 

Al dictar la conferencia magistral “La explotación de los recursos minerales en México en el marco de la globalización económica”, la geógrafa destacó que las materias primas minerales son la base de la cadena productiva de cualquier país y el sustento de su avance.

 

En ese sentido, subrayó, existe la necesidad vital de las potencias económicas de asegurar el abasto y control de estos recursos, proceso que se ha acentuado con la globalización.

 

Durante su participación en el Simposio y Seminario Internacional de Invierno La reorganización económica y espacial del orden mundial actual: una perspectiva de la geopolítica, la académica puntualizó que en el caso de México los minerales siempre han sido importantes. De hecho, “nuestra historia económica ha estado ligada a esta actividad durante más de 500 años”.

 

Actualmente, la minería puede considerarse globalizada, ya que su carácter aleatorio y vulnerable la ha hecho dependiente de los precios y los mercados internacionales, sostuvo la especialista, en la sala Isabel y Ricardo Pozas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS).

 

Hoy, lo que se puede ver es una vuelta a esquemas similares a los de hace un siglo: ocupación del territorio, así como explotación de los recursos naturales y de la fuerza de trabajo, recalcó la investigadora.

 

Prueba de ello, precisó, es el proceso de privatización de las compañías mineras controladas por el Estado, entidad que hacia 1983 participaba de manera mayoritaria en una decena de las más importantes y en forma minoritaria en otras 10, además de tener el control de la siderurgia.

 

En 1990 había 21 empresas extranjeras y en el año 2000 esta cifra había ascendido a 520, de las cuales el 82% eran canadienses o estadounidenses, puntualizó.

 

Sin embargo, para que la industria nacional se pudiera adaptar a esta apertura al capital extranjero, mencionó, se tomaron medidas de carácter estratégico: primero, buscar alianzas directas con inversionistas de otros países, lo cual implicó iniciar nuevos proyectos tanto de explotación y exploración, como de cogeneración de electricidad, así como de modernización tecnológica.

 

Una segunda disposición, dijo, fue la reestructuración de las empresas privadas nacionales; es decir, se buscó mayor integración vertical en sus procesos de producción, a los cuales se añadieron la fundición y la refinación.

 

La tercera estrategia consistió en la diversificación de la minería hacia otras ramas de la economía; así, para no ser tan vulnerables, las compañías empezaron a invertir en ferrocarriles, comercio, actividades industriales, autopartes  y en la industria química.

 

Otras maniobras fueron cotizar en la Bolsa Mexicana de Valores, así como llevar a cabo la internacionalización de esta actividad a través de la compra de minas y fundiciones en otros países, expuso.

 

Empero, a pesar de todas las medidas adoptadas, se puede observar una disminución de la participación de la minería en el PIB total, pues mientras en 1990 era de 1.6%, para el 2000 sólo logró estar ligeramente por encima del 1%.

 

Además, aunque el monto total de las exportaciones en este rubro se ha incrementado de manera sustancial, “dependemos de un solo mercado, pues el 76% de los productos mineros se dirigen a Estados Unidos y eso nos hace todavía más vulnerables”, aseveró.

 

Por otra parte, Norma Martínez Laguna, del IG, consideró que el valor de los recursos naturales en las relaciones internacionales no es reciente. La disponibilidad de éstos ha sido una preocupación estratégica que ha orientado los discursos y prácticas de los Estados mayores a lo largo de los años, tanto por motivos militares como económicos, enfatizó.

 

En ese contexto, anotó, el petróleo es fundamental en la historia de la geopolítica contemporánea del país, porque ha sido uno de los principales bienes para desarrollar otros sectores de la economía.

 

Al dictar la conferencia “Políticas petroleras y estrategias de privatización en México: implicaciones en el sector petroquímico y sus espacios productivos”, la también académica de la FCPyS destacó que, en el ámbito nacional, la industria petrolera ha sido uno de los instrumentos más importantes en la promoción del crecimiento económico nacional.

 

Dijo que en nuestro país, durante el periodo 1995-2000, este sector participó en alrededor del 34% de los ingresos fiscales federales, con el 9.4% de las exportaciones totales y con cerca de 2% del PIB.

 

Aunque, acotó, estos valores se han reducido debido a que el desarrollo industrial y financiero de Petróleos Mexicanos ha estado determinado por una excesiva regulación de sus actividades y un control exagerado de sus precios, así como por una fuerte carga fiscal que le impide desarrollar sus inversiones estratégicas e inmediatas.

 

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Foto 1

 

Para los Estados, el control de los recursos minerales es un asunto geopolítico y estratégico, indicó María Teresa Sánchez, investigadora del Instituto de Geografía de la UNAM, en el Simposio y Seminario Internacional de Invierno La reorganización económica y espacial del orden mundial actual: una perspectiva de la geopolítica.

 

 

Foto 2

 

Norma Martínez Laguna, del Instituto de Geografía de la UNAM, dictó en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales la conferencia Políticas petroleras y estrategias de privatización en México: implicaciones en el sector petroquímico y sus espacios productivos.