Boletín UNAM-DGCS-110
ENEP Aragón
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La Premio Nobel de
la Paz dijo que es necesaria una educación que no individualice o deshumanice a
las personas, sino que valore la profundidad de la humanidad
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En la sociedad
mexicana hay una enorme discriminación que tiene que ver con el idioma, opinó
Manuel Becerra, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
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Víctor Martínez,
de la CNDH, sostuvo que las leyes no son la solución contra las violaciones a
los derechos humanos, sino una herramienta
La perspectiva de los derechos humanos para
este mileno está integrada por hombres y mujeres nuevos, con una visión
diferente del planeta, solidarios y comprometidos con los demás, “porque ya
vivimos y convivimos en un mundo violento, ya tenemos unos rasgos de
deformaciones muy fuertes, incluso en lo espiritual”, aseguró la Premio Nobel de la Paz 1992, Rigoberta
Menchú Tum.
En una visita a la Escuela Nacional de
Estudios Profesionales (ENEP) Aragón, donde ofreció la conferencia “Los
derechos humanos en la perspectiva del siglo XXI”, consideró indispensable crear una mejor educación, una que no individualice o
deshumanice a las personas, sino que valore la profundidad de la humanidad a
través de la práctica cotidiana de las personas, como parte de una especie
global.
En el Auditorio del Centro Tecnológico de la
ENEP Aragón, comentó que “debemos ampararnos en la conciencia ciudadana, en la
ética y en la moral de todas las personas, e interpelar permanentemente nuestra
responsabilidad como actores sociales.
Los ciudadanos conformistas verán con mayor
fuerza cada vez cómo se deteriora su entorno, y ocuparán más espacios la
impunidad y la violencia. Pero los que critican, opinan, se organizan, son
entusiastas y plantean propuestas para mejorar, tendrán una sociedad y un
futuro más prometedores.
Menchú Tum manifestó que las sociedades del
mundo necesitarán de personas completas, porque si no tenemos una visión integral
de la vida “estamos todos perdidos, por más que seamos un actor de guerra no
resolveremos la inmensa incertidumbre en que se encuentra la humanidad”.
La autora del libro Yo, Rigoberta Menchú,
sostuvo que la impunidad no es una tesis sino una práctica cotidiana, es el
coraje que uno siente cada vez que no funcionan los tribunales o las
investigaciones, cuando un testigo huye o amenazan a las personas.
Agregó que en este inicio de milenio los
pueblos indígenas son, hoy por hoy, el sector sobre el cual se discute más si
se les otorgan sus derechos o no, “como si los derechos fueran algo que se les
tuviera que conceder. Sin embargo, estas culturas milenarias han preservado el
entorno, la visión de este planeta de manera integral”.
Por su parte, Manuel Becerra Ramírez, del
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, reconoció que en la sociedad
mexicana hay una enorme discriminación relacionada con el idioma. Incluso,
algunos indígenas tienen miedo de hablar su lengua por esa cuestión.
Consideró indispensable crear una conciencia
en las nuevas generaciones de estudiantes en el sentido de que es importante el
derecho, pero también su aplicación, ya que en unos cuantos años ellos serán
funcionarios públicos, jueces, abogados y litigantes.
Por ello, coincidió con la Premio Nobel en el sentido de que
“debemos crear entre los alumnos valores de carácter social, comunitario. La
educación no debe ser individualista, hay que buscar una humanitaria y ser
creativos”.
Por último, Víctor Martínez Bulle-Goire, de
la Comisión Nacional de Derechos Humanos, dijo que las leyes no son la solución
contra las violaciones a las garantías individuales, sino sólo una herramienta.
Las leyes están hechas para servir “pero si
no las aplicamos con un sentido de humanidad, de entender los valores que están
debajo de ellas, como la convivencia, la paz, la tolerancia y el respeto”, no
funcionarán como deben, concluyó.
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