06:00 hrs. Febrero 12 de 2003


Boletín UNAM-DGCS-108

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de fotos al final del boletín

 

 

TOCAR, BESAR Y ABRAZAR BENEFICIAN AL CEREBRO: PROSPERO GARCÍA

 

·        Logra un amor maduro quien sabe de sus necesidades y busca a una persona que tenga las características indispensables para formar una relación: Rolando Díaz Loving.

·        Cada vez es más frecuente evidenciar separaciones y rompimiento de relaciones: Erwin Stephan Otto-Parrodi

·        14 de febrero, fecha comercial en que se intercambian regalos, cuando el amor y la amistad no se pueden tasar

 

Tocar, besar y abrazar, tanto en el sentido sexual como filial, son acciones que benefician al cerebro, aseguró Oscar Prospero García, de la Facultad de Medicina (FM). Lo complejo del amor racional y maduro, dijo a su vez Rolando Díaz Loving, coordinador de la Unidad de Investigaciones Psicosociales de la Facultad de Psicología (FP), es que logra alcanzarlo quien tiene muy bien calibradas todas sus necesidades y busca a una persona que tenga las características indispensables para formar una relación.

 

Erwin Stephan Otto-Parrodi, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, afirmó por su parte que cada vez es más frecuente evidenciar separaciones y rompimiento de relaciones, donde la sociedad se ha permitido reconocer que la construcción de la pareja no implica una relación eterna.

 

Lo que llamamos amor, abundó Prospero García, va más allá de nuestro pensamiento y voluntad, es una serie de respuestas a estímulos, de las cuales la investigación nos ha permitido estar conscientes. Al respecto agregó que una situación que se ha comprobado en el cerebro durante el amor sexual es que el sistema límbico, el de las emociones, se activa en ese momento.

 

Experimentos en ratas, puntualizó, han demostrado que aquellas que tienen la fortuna de que su mamá las cuide mucho –lo cual interpretamos los humanos como que las quiere– cuando llegan a ser adultas son capaces de resolver mejor los problemas a los que se enfrentan. Sucede, observó el académico, que su masa encefálica está más eficientemente conectada.

 

En humanos, explicó, tenemos el ejemplo siguiente: a niños de orfelinato se les hizo una prueba de coeficiente intelectual y todos calificaron menos de lo que deberían hacerlo de acuerdo con su edad. Luego, 50% de ellos fueron adoptados. Después de cinco años se volvió a entrevistar a todos los infantes, y quienes permanecieron en el orfanato siguieron calificando bajo, pero quienes fueron a un hogar donde se sabe los cuidaron amorosamente, lo hicieron más alto incluso de lo que se esperaba. Conclusión: “no se necesita ser muy inteligente para tener un hijo inteligente; basta con quererlo mucho”. Como se observa, la madre, juega un papel fundamental.

 

Indicó que sobre las manifestaciones físicas de lo que la gente reconoce como amor –el cual es una necesidad muy clara e inevitable del ser humano– destaca el hecho de que las personas nos gustan por como se ven y oyen, hablan, acarician y huelen.

 

Como muestra de esto último expuso los resultados del siguiente experimento: en cuatro cajas metieron igual número de camisetas, una en cada una de ellas, las cuales fueron posteriormente selladas, excepto por unos pequeños agujeros. Una de esas prendas de vestir había sido lavada con detergente; las otras tres fueron utilizadas para dormir por tres hombres diferentes durante tres días. A varias mujeres se les pidió oler los recipientes sin que supieran qué había dentro. Posteriormente se les preguntó si de los cuatros aromas que percibieron les gustó alguno, y dijeron que sí, escogiendo el de alguno de los varones.

 

Posteriormente, al estudiar los genes de los hombres de su agrado, y comparándolos con los de los papás de ellas, encontraron que algunos eran muy parecidos, especialmente los que tienen que ver con la respuesta inmunológica, la cual se encuentra en el brazo corto del cromosoma 6. “Lo anterior –expresó– significa que escogemos a nuestras parejas no sólo por su aspecto sino, entre otros múltiples factores, por su olor, el cual está genéticamente determinado”.

 

Por su parte, Rolando Díaz Loving anotó que el amor y las relaciones entre parejas han estado presentes en la evolución de los seres humanos y continuarán estándolo. Pero cada cual debe definir y vivir este sentimiento en el sentido de  crear relaciones sanas y de permitir la libertad en ellas. ¿Cómo hacer para vincularnos con personas afines a nuestra forma de ser, evitando así lastimar a otros? Estas son situaciones personales, afirmó.

 

Por cuestiones evolutivas y de supervivencia, continuó, los seres humanos desarrollamos ciertas características entre las que se incluyen las capacidades de enamoramiento y apego –iniciar y mantener relaciones, respectivamente–, las cuales son necesarias debido a que requerimos vivir en grupo para enfrentar el medio.

 

A partir de ello, las formas en que se expresan los afectos, el cariño y la intimidad varían de persona a persona, ya que se definen e impulsan a través del proceso de socialización, en el cual se establecen las normas sobre cómo, cuándo, con quién y por qué conformamos cierto tipo de relaciones, las cuales –por lo tanto- no son inmutables, sino que cambian a través de la historia o en los diversos grupos culturales.

 

En las comunidades influidas por el Islam, por ejemplo, “la relación de pareja no es uno a uno, sino poligámica: de un hombre y varias esposas; en las montañas alrededor del Himalaya, en Nepal,  también hay poligamia, pero matriarcal: una mujer se casa con cinco o seis hermanos”, observó el también profesor de la FP.

 

En México prevalece la perspectiva de las sociedades impactadas por la agricultura, a raíz de la cual se establecieron papeles específicos a hombres y mujeres dentro de las relaciones de pareja, así como una visión judeo-cristiana.

Esta última, destacó Díaz Loving, sostiene que un aspecto fundamental es el compromiso: individual (con la otra persona) y social (con la familia, clan o grupo al que pertenece y que, de alguna forma, beneficia y apoya la conformación de aquella relación).

 

No obstante, hoy en día se observa una interesante combinación, aún en las sociedades industrializadas. Si bien el matrimonio se percibe como el estado ideal de las personas, al mismo tiempo ha habido un incremento importante en el número de divorcios. Una razón de este fenómeno es que se le da menor importancia al compromiso social y mayor a las necesidades individuales.

 

De acuerdo con el XII Censo General de Población y Vivienda 2000, –cuando los habitantes de nuestro país eran en total 97 millones 483 mil 412, el 48.82% hombres y el 51.18% mujeres– el estado conyugal de la población con 12 años y más que prevalecía en ese entonces era el siguiente: 25 millones 665 mil 924 solteros (37.07%), 30 millones 808 mil 375 casados (44.50%), siete millones 103 mil 365 en unión libre (10.26%), un millón 799 mil 35 separados (2.60%), 2 millones 992 mil 514 viudos (4.32%) y 687 mil 444 divorciados (0.99%).

 

A decir de Erwin Stephan Otto-Parrodi, si el número de separaciones y relaciones rotas formalmente –más del 50% de estas últimas iniciadas por mujeres– ha crecido, es porque la sociedad se ha permitido reconocer que la construcción de la pareja no implica la relación eterna, ni se garantiza que sea “a tiempos precisos”; este vínculo se termina sobre todo por la falta de amor.

 

Claro, apuntó por su parte Díaz Loving, de acuerdo con sus propias capacidades y experiencias, hay quienes sí pueden vivir un amor para toda la vida. Éste, obviamente, no es el mismo al iniciar la relación (pasional, con fuertes tonos románticos y mucha emoción e ilusión) que el que continúa a través de los años (transformado en intimidad, comunicación y confianza).

 

Otro tipo de relación afectiva, comentó el investigador de la FP, es que en Europa hay casos de mujeres que buscan a un hombre para tener hijos, pero prefieren como compañía a quienes son de su mismo sexo. De hecho, ya no es necesario que la pareja esté junta para garantizar la supervivencia de la especie.

Al respecto, Otto-Parrodi sostuvo que la democratización paulatina de la sociedad es lo que ha permitido expresiones diferentes a las heterosexuales y, sobre todo, el reconocimiento de los derechos y compromisos de estas personas.

 

14 de febrero, sólo  un aspecto decorativo

 

Otto-Parrodi manifestó por otra parte que las generaciones más recientes nacieron con el 14 de febrero como una fecha aceptada en México dentro del esquema de festividades. “Ya lo tienen muy involucrado y ven este día como un elemento de fortalecimiento o despegue de su relación. Es parte de su forma de vida”. Todavía, prosiguió, “no estoy seguro de que podamos identificarla como parte de la cultura, pero lo cierto es que ya es una de las celebraciones de influencia foránea que –con gran publicidad y visión comercial– han logrado ser incorporadas a las nuestras”.

 

Esta conmemoración, resaltó el académico de la FCPyS, implica confundir sistemas de intercambio de regalos con el amor y la amistad, cuando estos dos últimos conceptos difícilmente se pueden tasar, pues la atracción y los elementos mediante los cuales se establecen las relaciones amorosas tienen que ver con cuestiones de atracción física y con lo más íntimo de las personas. Así, “festividades como el 14 de febrero son sólo escenografía, adornos o aspectos decorativos, fincados muchas veces en las posibilidades económicas de la pareja”, asentó.

 

El amor maduro

 

Díaz Loving consideró además que, al no existir una forma “correcta” de llevar a cabo las relaciones, esto produce ansiedad. “Estamos en un tiempo en el cual la gente tiene que tomar decisiones para las que no necesariamente ha sido entrenada –si la pareja se unirá mediante una boda, quién cuidará a los hijos, si la mujer trabajará o no– por haber crecido dentro de familias tradicionales”. Por eso, agregó, surgen los libros de autoayuda y escuelas para padres en la televisión, los cuales aparecen para tratar de darle certidumbre.

 

Idealmente, reconoció, cada individuo debería tener la capacidad para autodiagnosticarse y autoevaluarse, a fin de saber qué tipo de persona es, qué quiere de su vida, así como qué clase de relación es la más apropiada para alguien con sus características.

 

Otto-Parrodi subrayó que “todo depende de qué tantas expresiones de afecto, cariño, ternura y amor hubo dentro del núcleo familiar de origen; esto, apuntó, es un reflejo cultural, de educación”.

 

Investigaciones realizadas por Díaz Loving revelan que los mexicanos, en general, “están muy confundidos”. Su pareja ideal es, por una parte, un ser que les provoca grandes emociones y les proporciona un gran romance; por otra, mantienen una relación duradera de mucha confianza y comunicación. Pero ambas situaciones son incompatibles en términos reales.

 

Lo complejo del amor racional y maduro, aseveró, es que logra alcanzarlo quien tiene muy bien calibradas todas sus necesidades y busca a una persona que tenga las características indispensables para formar una relación, pero sin emociones desbordadas.

 

Pero para muchas de las parejas establecidas en la sociedad actual, alertó Otto-Parrodi, representa un conflicto manifestar dicho sentimiento, porque el andamiaje construido alrededor de este tipo de relación depende de factores externos que poco la facilitan; “máxime si se pretende que se puede satisfacer esa carencia con un objeto, el cual nada tiene que ver con la parte emocional profunda de los individuos”.

 

Una ventaja para los jóvenes en estos tiempos, concluyó, es que son mucho más libres para vivir sus relaciones, especialmente los de las ciudades.

 

 

 

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PIES DE FOTO

 

 

 

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Tocar, besar y abrazar, tanto en el sentido sexual como filial, son acciones que benefician al cerebro, aseguró Oscar Prospero García, de la Facultad de Medicina (FM).

 

 

 

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El coordinador de la Unidad de Investigaciones Psicosociales de la FP, Rolando Díaz Loving subrayó la importancia de crear relaciones sanas y de permitir la libertad en ellas.

 

 

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El profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Erwin Stephan Otto-Parrodi, afirmó que la sociedad se ha permitido reconocer que la construcción de la pareja no implica una relación eterna.

 

FOTO 4

 

Los especialistas de la UNAM coincidieron en que el amor y la amistad no se pueden tasar.