Boletín UNAM-DGCS-080
Ciudad Universitaria
Pies de fotos al final del
boletín
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En él ha habido apertura y sensibilidad para
apoyar causas defensoras de los grandes ideales de la humanidad: Alma Rosa
Jiménez, su directora
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En este edificio se han llevado a cabo las
presentaciones escénicas y plásticas más atrevidas de la ciudad de México
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El espacio universitario ha repercutido en
la formación de públicos más interesados en apreciar diferentes manifestaciones
culturales
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Se realizarán diversas actividades como
parte de los festejos del centenario del edificio
Desde sus inicios, las
propuestas artísticas ofrecidas por el Museo Universitario del Chopo han
repercutido en la configuración de públicos más interesados en apreciar
diferentes manifestaciones culturales y con mayor respeto por la diversidad de
ideas, aseguró Alma Rosa Jiménez, directora del recinto.
Añadió: “Si de pronto algunas
exposiciones parecen atrevidas y audaces, qué bueno que movilicen el yo interno
de las personas”. El museo ha trascendido, ha roto esquemas; fue el primer
espacio que atendió una demanda de la sociedad muy legítima que ya comenzaba a
ser pujante: la de apreciar el arte innovador.
En la época en que nació este
centro cultural (1975), dijo, la oferta artística resultaba “alucinada”; pero
en estos tiempos la sociedad no sólo está preparada para aceptar dichas
propuestas, sino que las necesita y, aunque en ocasiones no comprende algunas
de ellas, las agradece.
Las manifestaciones escénicas
o plásticas más atrevidas presentadas en la ciudad de México se han llevado a
cabo en este edificio, el cual en el 2003 cumple 100 años y 28 como museo
universitario. “Son propuestas inteligentes, sensibles, novedosas, que dan una
presencia importante al museo”, subrayó.
Precisó que la muestra que se
hace cada año sobre arte lésbico y gay es insólita en el mundo porque pocos
lugares han apoyado y abierto sus puertas a la diversidad sexual.
Hace unos meses, afirmó, se
realizó la XIII Jornada Cultural de Lucha contra el Sida, cuyo objetivo fue
hacer una llamada de atención para motivar a la solidaridad, el respeto y a la
fraternidad con las personas que padecen esta enfermedad. Esto provoca que la
sociedad reflexione y haga conciencia.
“El museo tiene una buena
imagen ante los visitantes: porque ha tenido la apertura y la sensibilidad de
apoyar a causas defensoras de los grandes ideales de la humanidad, y eso le ha
dado un carácter muy aceptable”.
Indicó que este espacio ha
pasado por varias etapas desde que se convirtió en Museo Universitario del
Chopo. En cada una de ellas ha ido ampliando y diversificando su oferta
cultural, al grado de que ahora tiene una posición muy sólida en lo que se
refiere a las artes plásticas y visuales.
De acuerdo a su directora, la
función que cumple la Universidad a través del museo es presentar arte de
calidad. Sin embargo, también se da cabida a otras demandas de la gente.
“Tenemos una faceta muy
interesante y es la de ser un museo de barrio, comunitario; brindamos gran
cantidad de servicios a las personas, como los talleres libres que ofrecen 34
opciones académicas y artísticas a quien desee profundizar en estos
conocimientos y habilidades”
Hay talleres de danza clásica,
baile de salón, teatro participativo, modelado, artes plásticas, performans,
arte objeto, crítica de cine y sexualidad. Además de éstos, se ofrecen otros
servicios a la comunidad como el Libroclub del Chopo, proyección de videos,
cursos de comprensión de lectura, acercamiento al arte, así como visitas
guiadas.
“Es un lugar con mucha
tradición en el norte de la ciudad, porque es la única opción cultural de su
tipo: comunitaria, a bajos costos, con espectáculos de calidad en cultura,
recreación y arte. Atiende a un segmento de la población que no tiene tanta
facilidad de trasladarse a otros centros culturales. La UNAM cumple a través de
éste con una de sus funciones vitales, que es la difusión”.
Quienes acuden al museo son
niños, jóvenes, estudiantes -alrededor de dos mil por año–, familias, la comunidad
artística. Constituye un público inquieto, ansioso de propuestas frescas, el
cual no es complaciente y exige que el recinto proponga novedades.
El Museo Universitario del
Chopo tiene fieles seguidores, como un club formado por más de 100 adultos
mayores que acuden a él para realizar diversas actividades artísticas,
recreativas y deportivas.
Cada exposición, resaltó,
atrae a un nuevo tipo de visitantes, porque en cada una de ellas se presenta un
mosaico diverso de las tendencias más recientes. Por ejemplo, en estos momentos
se presenta arte-objeto, pintura de naturaleza muerta-revivida; fotografía
monumental, así como dibujo. Son muy diferentes soportes artísticos.
La funcionaria informó que se
realizan 30 muestras por año en seis salas; la mitad de ellas son
internacionales: escultura japonesa, pintura inglesa, fotografía española.
Durante los últimos tres años, por otra parte, se han presentado 500 funciones de música, teatro y danza.
Lo mismo sucede con los
espectáculos; aquí actúan cotidianamente artistas tan diferentes como Regina
Orozco (con exhibiciones cómico-políticas) o Betsy Pecannins (cantante de blues,
y también creadores de aliento clásico con propuestas innovadoras como Horacio
Franco, quien es un excelente flautista mexicano de talla internacional,
apuntó.
Una de las huellas que el
museo ha dejado en la sociedad es el famoso Tianguis del Chopo, que nace
precisamente en este recinto a finales de los 80, en el cual se promovió el
intercambio de bienes culturales: libros, discos, ropa. Sin embargo, al rebasar
la capacidad del centro, los vendedores fueron reubicados fuera del área del
museo.
Esto, aclaró, no impidió que
quienes lo iniciaron siguieran con su proyecto, por lo que se instalaron en
otro sitio cercano que actualmente es frecuentado por muchos jóvenes en busca
de ofertas culturales. El mercado sigue funcionando bajo su propia autonomía.
La titular del espacio
universitario habló sobre la historia del lugar. Lo que hoy se conoce como el
Museo Universitario del Chopo se basó en un edificio construido en Düseldorf,
Alemania, en 1902, con el propósito de
ser el pabellón de exposiciones de una muestra sobre arte industrial realizada
en ese país. Este bello galerón, abundó, es una réplica de otra construcción
que se encuentra ahí mismo.
Un año más tarde, un
empresario decidió traerlo a México, con la intención de hacerlo un centro de
exposiciones industriales. Al llegar a territorio mexicano, se reconstruyó
(1903- 1905) en la colonia Santa María la Rivera, lugar en donde vivía la gente
más adinerada de esta época. Los vecinos de la colonia lo llamaban también el
Palacio Cristal por su semejanza con el Londres Cristal Palace”.
Explicó que en 1913 el
edificio albergó colecciones de especies; esto dio origen al Museo Nacional de
Historia Natural que, desde su inicio, fue un sitio vanguardista. Además, se
programaban expediciones para colectar más muestras, lo que hizo que el acerbo
creciera a tal grado que llegó a ser el museo más importante de América Latina
en su género.
Agregó que en 1964 quedó en
total abandono, muy probablemente debido a problemas por la tenencia del
predio. Sin embargo, en 1975 la Universidad Nacional rescató la obra, restauró
el edificio y abrió nuevamente sus puertas como un centro difusor de arte
vanguardista. Es inaugurado, entonces, como Museo Universitario del Chopo.
Entre sus primeros directores,
informó Alma Rosa Jiménez, estuvieron Ángeles Mastreta y Arnold Belkin, quienes
sentaron las bases de un proyecto
completamente alternativo en una época en la que nadie le apostaba al
arte actual, marginal. Si bien, en nuestros días sobreviven espacios dedicados
a promover manifestaciones contemporáneas, éstas son más conservadoras.
Para conmemorar los 100 años del edificio y los 28 como
Museo Universitario del Chopo, se tienen programadas varias actividades que
iniciarán con la apertura de las exposiciones: “Divertimentos. Pajarracos y
animalejos”, de Antonio Serna; “El monstruo de las posibilidades/Las
posibilidades del monstruo”, de Luis Manuel Serrano; “Historia Natural”, de
Luis Argudín, y “Antimateria”, de Marco Lamoyi.
Además de estos artistas
plásticos, se presentarán a lo largo del año José Luis Cuevas, Germán Venegas,
Gabriel Macotela, Gustavo Monroy y Roberto Teunbull.
Se realizarán tres ciclos de
conciertos acústicos dedicados al rock, jazz y blues, denominados: Todos
Desenchufados. Rock por los Cien Años del Chopo, con grupos como La Barranca,
Rastrillos y La Chacha (abril y mayo); Otros Desenchufados. Jazz con sabia de
Chopo; y Más desenchufados. Blues con el Chopo en las arterias, que se llevarán
a cabo en septiembre y octubre y contarán con la presencia de Juan José
Calatayud, Verónica Ituarte y Magos Herrera, entre otros.
En noviembre, todas las
galerías del museo se habilitarán para presentar un programa especial de
conciertos conmemorativos titulado ¡Qué 100 años no es nada!, el cual contará
con la participación de artistas cercanos al Museo que han dado sentido a su
quehacer escénico de los últimos años: Betsy Pecannins, Regina Orozco, Horacio
Franco, Gimena Jiménez Cacho y Real de Catorce, por destacar algunos.
Los domingos en la mañana
también habrá actividades especiales para los niños y se llevará a cabo el
Primer Encuentro Nacional de Performagia, en el que podrán participar artistas,
críticos de arte y medios de comunicación, con el objeto de abrir espacios que
promuevan y apoyen este género artístico.
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Foto 1
Para Alma Rosa
Jiménez, directora del Museo Universitario del Chopo, ese espacio ha ampliado y
diversificado su oferta cultural, al grado de que hoy tiene una posición sólida
en las artes plásticas y visuales.
Pie de foto 2
El edificio del
Museo del Chopo cumple 100 años en el 2003 y 28 como espacio universitario,
donde se ofrecen propuestas inteligentes, sensibles y novedosas. Así lucía a
principios del siglo pasado.
Foto 3
El Museo del
Chopo goza de muy buena imagen porque ha tenido la apertura y la sensibilidad
de apoyar los grandes ideales de la
humanidad.
Pie de foto 4
El Museo del Chopo fue el primer espacio que atendió una demanda de la sociedad muy legítima que ya comenzaba a ser pujante: la de apreciar el arte innovador.