Boletín UNAM-DGCS-009
Ciudad Universitaria
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final del boletín
LOS PADRES
GOLPEADORES SON FRUSTRADOS, NEURÓTICOS O
DEPRESIVOS
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Bajo el porcentaje de niños que no son maltratados, advirtió la
psicóloga de la UNAM, Yolanda Martínez y Aguilar
·
La mayor parte de las víctimas es menor de tres años, señaló
·
Los padres golpeadores muy probablemente fueron menores que recibieron
malos tratos
Aunque no existe un perfil definido del
padre o madre golpeador, algunos rasgos indican que se trata, mayormente, de
individuos jóvenes, frustrados, con personalidades frágiles y neuróticas,
posibles víctimas de malos tratos y que en ocasiones presentan tendencias
depresivas o suicidas y no se caracteriza por alguna distinción en el estrato
social, advirtió la psicóloga Yolanda Martínez y Aguilar, académica de la UNAM.
De acuerdo
con los criterios de esta especialista, se entiende por maltrato la violencia
física intencional o la abstención voluntaria de los cuidados por parte de
los padres o adultos hacia los niños que están a su cargo. Estas situaciones
pueden devenir en maltratos, heridas o incluso en la muerte.
No hay cifras precisas, señaló la
universitaria, pero dadas las condiciones de las familias actuales puede
decirse que es muy bajo el porcentaje de niños que no son maltratados, si se
consideran los abusos físicos, morales, psicológicos y de abandono, entre
otros.
Los responsables del maltrato, apuntó, son generalmente los padres, entre los
cuales existe una complicidad más o menos consciente. En la mayoría de las
ocasiones en que se da este fenómeno, uno de ellos es el autor directo de la
violencia, mientras que el otro la favorece con su silencio.
La psicoanalista, experta en niños y
adolescentes, explicó que la violencia
contra el menor puede generarse por sujetos bien integrados socialmente, de
apariencia “normal” o por personas desfavorecidas o marginadas.
La frecuencia del maltrato infantil, dijo, es
mucho más común de lo que se supone y la mayor parte de las víctimas es menor
de tres años.
La reincidencia es la regla y, por ello, un
menor en condición de maltrato corporal está casi siempre en peligro; la
mortalidad no es excepcional y las secuelas son numerosas: ortopédicas,
neurológicas y principalmente mentales. La mayor parte de los niños maltratados presenta trastornos en su estado general
asociados o no a lesiones traumáticas, y presenta trastornos en el
comportamiento lo que lo puede hacer parecer desconfiado o temeroso, indicó.
Muchos de ellos pertenecen a familias altamente
desfavorecidas en el ámbito socioeconómico y cultural, destrozadas por las
malas condiciones de vida, bajo nivel escolar, desempleo, desarraigo y
hacinamiento, en las cuales prevalece la promiscuidad.
En estos núcleos sociales aparecen numerosas
situaciones como la inestabilidad de la relación conyugal, los concubinatos
sucesivos, las madres solteras o abandonadas; todas estas condiciones se reúnen
en las llamadas “familias de riesgos múltiples”.
Sin embargo, recalcó Martínez y Aguilar, el
maltrato aparece en todas las clases socioeconómicas, y se pueden distinguir
dos órdenes de condiciones psicológicas: las descompensaciones episódicas y las
personalidades anormales.
Las primeras están frecuentemente ligadas a circunstancias precisas, como condiciones familiares
precarias, nacimiento inoportuno de un nuevo miembro o agotamiento psíquico y
moral que desborda a los integrantes, como en parejas alcohólicas o
toxicómanas.
Las descompensaciones episódicas son
características de personalidades frágiles, sobre todo neuróticas, por lo que
los abusos hacia el niño son irregulares e intermitentes.
Asimismo, se encuentra entre los padres
violentos a personalidades portadoras
de graves anomalías de carácter. Los rasgos más sobresalientes son: la
inafectividad y la ausencia de culpabilidad, la intolerancia a la frustración,
así como la “frigidez del amor maternal”.
Existe en estos individuos, agregó, una
incapacidad fundamental para envolver al niño en afecto, percibir sus
reacciones y sus necesidades, incluso las más elementales. La desnutrición en
algunos casos es el resultado de una incoherencia psicótica o una debilidad de
carácter profunda en los padres.
Con frecuencia son personalidades que asumen
principios educativos rígidos y exigen incluso de un bebé conductas ejemplares.
Su percepción desviada de la realidad de un lactante, por ejemplo, los conduce
a una interpretación casi persecutoria de sus comportamientos. También, pueden
lastimar al niño con actitudes agresivas hacia ellos, es decir, por ejemplo
gritar en la noche a propósito para despertarlos.
En algunos casos prevalece la pulsión del
dominio ejercida sobre el menor a través de dicha educación rígida, con
preceptos escrupulosos de limpieza y orden, así como la exigencia de “portarse
bien sin fallar”. Esto se inscribe con frecuencia en el marco de un carácter
obsesivo.
También entre los comportamientos patológicos
de esos padres, los cuales golpean selectivamente a sus hijos, está la actitud
de algunos que estimulan positivamente aquellos niños que no son propios.
Asimismo, pueden mostrar una intolerancia a los
procesos de separación-individualización, manifestadas en posiciones violentas
hacia los especialistas o educadores que favorecen los movimientos de la
autonomía de los infantes.
El tema del maltrato infantil, dijo, es difícil
de precisar porque se encubre con frecuencia como parte de un proceso educativo
y se justifica.
Otro factor desencadenante del maltrato
infantil puede ser el desempleo. Las madres o padres se vuelven hostiles con
los hijos, porque los niños son la expresión de las necesidades.
Añadió que generalmente los padres golpeadores
fueron maltratados, y viven un proceso regresivo en donde lo que surge
inconscientemente en ellos es justamente el niño que llevan dentro.
Estos padres comúnmente son incapaces de tratar
al niño con dignidad, de llenarlo de su ternura; en pocas palabras, de
desarrollar su paternidad, tendencia que el hombre y la mujer tienen por
naturaleza.
El maltrato infantil, finalizó, es un problema
que actualmente se aborda en todo el mundo.
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La psicoanalista
de la UNAM, Yolanda Martínez y Aguilar explicó que la violencia contra el menor puede surgir lo mismo en sujetos bien
integrados socialmente, en apariencia “normales”, que en personas desfavorecidas
o marginadas.
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Generalmente, los
padres golpeadores fueron maltratados y viven un proceso regresivo, en donde lo
que surge inconscientemente en ellos es justamente el niño que llevan dentro,
señaló la profesora de la UNAM, Yolanda Martínez y Aguilar.