06:00 hrs. Diciembre 29 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-1042

Ciudad Universitaria

 

Pies de fotos al final del boletín

 

INTEGRACIÓN DEL INDÍGENA AL DESARROLLO NACIONAL, PERO CON RESPETO A SU CULTURA: OEMICHEN

 

·        La antropóloga universitaria dijo que el nacionalismo mexicano enaltece, por un lado, al indio muerto y, por el otro, discrimina al vivo

·        Es necesario que los indígenas tengan derechos políticos y sobre su territorio

·        La Ciudad de México concentra la más amplia variedad étnica y cultural del país, con unas 48 lenguas presentes en el área

 

En nuestro país hay un proyecto, gestado desde el triunfo de la Revolución Mexicana, que pretende integrar a los indios al “desarrollo nacional”; sin embargo, éste fue concebido sin respetar las diferencias y con el propósito de unificar a la nación en lo cultural, aseguró Cristina Oemichen, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM.

 

La antropóloga universitaria refirió que los pueblos indígenas necesitan tener derechos sobre su territorio, porque son las naciones originarias, los primeros dueños de los bosques, lagos y de todos los recursos, pero no pueden disponer de ellos.

 

Además, es importante que se les dé autonomía política para que definan no sólo sus formas de gobierno, sino también hacia dónde quieren avanzar en este proceso “civilizatorio”, por dónde construirán su propia modernidad, que no tiene que ser la de nosotros, ni la de los estadounidenses, o la del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. "Hay una inercia global, pero los pueblos hoy se defienden buscando alternativas".

En la medida en que los indígenas se posesionen en lo político y se fortalezcan en términos económicos, sus propias culturas se valorarán de otra manera. Pero mientras se mantengan en condiciones de pobreza extrema, habrá una corriente de opinión que los considere culpables de su situación, cuando más bien han sido objeto de gran expoliación.

 

Dijo que nuestro nacionalismo, por un lado, exalta al indio muerto, se admira a las pirámides y al Calendario Azteca, pero por el otro se discrimina al indígena vivo, porque "todavía tenemos una mentalidad heredada de la Colonia, en donde se enaltecía al español sobre el indio, la cual forma parte de la estructura más profunda del proceso de construcción de la identidad nacional".

 

Cristina Oemichen señaló que así como en el ámbito de las naciones se indagan alternativas a una globalización excluyente y polarizante, también los pueblos indígenas tienen derecho a definir su desarrollo, porque en la medida en que no sean reconocidos como sujetos de derecho público y no se apruebe siquiera la ley que propone la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa), no habrá posibilidad de entablar un diálogo entre iguales.

 

Hoy, puntualizó, el campo está en bancarrota, no sólo por la escasez de tierras, sino porque no ha habido apoyo a la agricultura. Además, se han abierto las fronteras de forma indiscriminada a productos como el café, y a partir del próximo año sucederá lo mismo con el maíz, lo que acabará con el campo.

 

Esa es una de las causas por las que, desde hace 30 años, las comunidades tienen en la migración una de sus principales fuentes de ingresos. Estamos ante una “colectividad indígena transnacional", es decir, se conforman circuitos transnacionales por donde fluye dinero, conocimiento e información en ambos lados de la frontera. Muchos creen que la mixteca sólo está en Oaxaca, pero también está en la ciudad de México y en Tijuana, así como en Fresno y en Oregon.

 

Estas comunidades como tales tienen presencia simultánea en tan diferentes lugares porque, a donde sus integrantes llegan, recrean sus culturas. En esa reconstrucción y resignificación las mujeres desempeñan un papel fundamental, pues son quienes transmiten la lengua materna; por estar al cuidado de los hijos, llevan la responsabilidad de la casa. También propagan formas de ver el mundo, cosmovisiones y estrategias para insertarse en los medios urbanos, sobrevivir y sacar adelante a la familia.

La especialista explicó que hay muchos casos de familias integradas básicamente por mujeres, porque los hombres trabajan en Estados Unidos. Viven uno o dos años sin marido, y a veces éste se consigue otra compañera en su nuevo destino. Es así como la comunidad se reproduce a través de las redes femeninas.

 

Opinó que la migración es un proceso que implica no sólo el movimiento de personas, sino también la construcción de nuevos significados en la vida cotidiana. El individuo ingresa a un nuevo contexto en el que debe relacionarse con una sociedad que muchas veces lo tratará como extranjero, incluso en su propio territorio. Es el caso de los indígenas, quienes reciben un trato discriminatorio y racista en la ciudad de México.

 

“Los mexicanos que residen en Estados Unidos se enfrentan a una alteridad que si bien los integra en ámbitos como el laboral, en otros, como en una serie de derechos, los excluye. Algo similar sucede con la población indígena”.

 

Cuando los indígenas emigran a la Ciudad de México se enfrentan a una sociedad distinta, empezando porque los habitantes de la zona metropolitana no hablan por lo general una lengua autóctona; es decir, desde el lugar de origen hay presiones en contra de las culturas.

 

Por otro lado, la integrante del IIA informó que la ciudad de México es la que concentra la más amplia variedad étnica y cultural del país, ya que se han contabilizado cerca de 48 lenguas distintas en su territorio. El número más alto de hablantes lo conforman los nahuas, provenientes de Guerrero, Veracruz y Puebla, seguidos por los zapotecos, mixtecos, mazahuas, mazatecos, triquis, chontales, purépechas, seris, yaquis, mayas y otros muchos.

 

Apuntó que, debido a las presiones aculturativas y a la discriminación, los indígenas viajan en metro y microbús o caminan por las calles sin denotar su origen, para evitar el rechazo. Sólo algunos vendedores de artesanías, oficio en el que es importante mostrar la etnicidad, sacan a relucir su raíz.

 

Informó que según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, hasta hace algunos años había en el Distrito Federal 12 mil 500 hablantes de mazahua, sin contar a los que ya no utilizan tal lengua, pero que se autodefinen y son reconocidos como tales.

Una cantidad similar existe en los municipios conurbados del Estado de México. Es decir, tan sólo en la zona metropolitana hay alrededor de 30 mil mazahuas, la mayoría procedente del Estado de México y Michoacán.

 

Advirtió que desde los años escolares se hacen esfuerzos por lograr una homogeneidad cultural; se busca que "todos seamos monolingües del español y que adoptemos ciertas formas de pensamiento y de prácticas de consumo occidentales, porque se considera que las prácticas indígenas son anacrónicas, que no van con el proyecto nacional de unificación”.

 

Por ello, si bien los indígenas viven procesos de discriminación en sus lugares de origen, cuando llegan a las metrópolis esto se potencia, actitud que los mexicanos debemos desterrar para siempre, concluyó.

 

 

 

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PIES DE FOTO

 

Foto 1

 

Cristina Oemichen, del Instituto de Investigaciones Antropológicas, opinó que en la medida en que los indígenas se posesionen en lo político y se fortalezcan en términos económicos, sus propias culturas se valorarán de otra manera.

 

Foto 2

 

Hoy la economía campesina está en bancarrota, no sólo por la escasez de tierras sino porque no ha habido apoyo a la agricultura, consideró la investigadora universitaria Cristina Oemichen.