06:00 hrs. Diciembre 29 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-1041

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de fotos al final del boletín

 

 

ADULTOS Y JÓVENES DESEMPLEADOS DESPLAZAN A LOS  NIÑOS QUE TRABAJAN EN LA CALLE

 

·        Hay síntomas de lo que podría ser una grave crisis social en el medio urbano, advirtió el profesor de la ENTS, Carlos Ávila

·        Entre 13 mil y 15 mil menores laboran en la vía pública de la ciudad de México, aunque el número tiende a disminuir, indicó

 

Trabajan en las calles de la Ciudad de México entre 13 mil y 15 mil niños, quienes paulatinamente son desplazados por jóvenes y adultos desempleados. Éstos son síntomas de lo que podría ser una grave crisis social en el medio urbano, advirtió el catedrático de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, Carlos Ávila Romero.

 

Entre los sectores urbanos más pobres, explicó, se registra feroz competencia dentro de la economía informal y se puede llegar al grado de convertirse en delincuencia.

 

El también sociólogo abundó que desde hace dos o tres años se ha advertido la disminución del trabajo infantil en las calles de la capital, por la disputa con jóvenes y adultos para la realización de actividades de limpiar parabrisas, desarrollar actos circenses o venta de productos entre los automovilistas.

 

El profesor, quien imparte la materia de Bienestar Social en la ENTS, expuso que -en la capital del país- entre 10 mil y 11 mil niños que trabajan en la vía pública se hallan en el seno familiar, mientras que alrededor de tres mil o cuatro mil han roto con estos lazos y viven en las calles.

Estos menores sufren cotidianamente condiciones de abuso y maltrato intrafamiliar, así como por parte de policías, comerciantes, e incluso llegan a la obligación de desempeñar servicios sexuales, agregó.

 

En las avenidas de la ciudad, detalló, se ha desarrollado una especie de división de género del trabajo en la cual las niñas realizan actividades como la venta de dulces y productos, mientras que los niños desarrollan otras de mayor esfuerzo físico, como limpiar parabrisas y coches.

 

En las tiendas de autoservicio los niños trabajadores sufren explotación laboral al no percibir un salario, a pesar de la ventaja que reditúan a los establecimientos.

 

Calculó que un “cerillo” debe ganar en fines de semana o en días de quincena alrededor de 120 pesos por 10 horas de trabajo; pero en otros de poca afluencia percibe entre 20 y 30 pesos al día. Estos niños y sus familias generalmente viven en condiciones de pobreza moderada o son de clase media baja.

 

Otra forma de explotación infantil, abundó, se da en el ámbito laboral doméstico, cuando el empleador se beneficia al aportar poca remuneración al empleado, aprovechándose de su corta edad. En ocasiones, a pesar de realizar labores, el pago es nulo, cuando el infante es hijo de una trabajadora doméstica.

 

Ávila indicó que los infantes dedicados a las actividades de limpiaparabrisas o “payasitos”, perciben en promedio el salario mínimo mensual.

 

Frente a ello, Ávila subrayó la necesidad de una mejora en el ámbito económico, así como un replanteamiento de las políticas públicas dirigidas a la infancia y la juventud pues, de no haber cambios, las consecuencias inmediatas serán el recrudecimiento de la crisis de seguridad, con un aumento exorbitante de la delincuencia y crímenes más violentos. También un incremento fuerte del comercio informal.

 

Adicionalmente se dará una diferente conformación del tejido social que les permitan sobrevivir a estos grupos de delincuentes y a quienes viven de la economía informal.

En el caso particular de la delincuencia, ésta tiene una alta “tecnología social”. Comunidades enteras y barrios viven tradicionalmente de ella, por lo que de nada servirá, por ejemplo, que puedan ubicar al malechor con un satélite, cuando se le da abrigo en el barrio y en la vecindad. Esto es lo que estamos viviendo, subrayó.

 

Ejemplificó: en el territorio de la economía informal, para poder acceder a un puesto de tianguis es necesario tejer lazos y redes que van desde conocer al líder hasta participar en las formas de organización cotidianas del lugar. Toda esta “tecnología social” permite a las comunidades sobrevivir en condiciones muy lamentables de gran explosividad y violencia.

 

 

 

 

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PIES DE FOTO

 

 

Foto 1

 

En las calles de la ciudad de México trabajan entre 13 mil y 15 mil niños, señaló el catedrático de la Escuela Nacional de Trabajo Social, Carlos Ávila.

 

 

Foto 2

 

Existen síntomas de que la competencia por el trabajo informal podría originar una crisis social en el medio urbano, advirtió el profesor de la Escuela Nacional de Trabajo Social, Carlos Ávila.