Boletín UNAM-DGCS-1033
Ciudad Universitaria
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MOLUSCOS
CONTAMINADOS POR HIDROCARBUROS PODRÍAN CAUSAR CÁNCER O MUTACIONES
·
Algunos ostiones estudiados presentaron índices
relativamente altos de contaminantes, para los que no existen normas regulatorias,
coinciden Rolando García-Gómez y Pável Castillo-Urueta, del Programa de Ingeniería
Química Ambiental y de Química Ambiental
·
Veracruz aporta el 90% de la producción nacional
de dichos moluscos, informaron
Sustancias tóxicas derivadas
de la combustión incompleta de materiales orgánicos se acumulan en órganos y
tejidos de personas que consumen moluscos contaminados con estos compuestos y
ponen en riesgo la salud, pues son carcinógenos y mutágenos.
Contaminantes como los
hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) son liberados al ambiente y
depositados en el agua donde, debido a su peso molecular, bajan hasta el fondo
del mar o de las lagunas, por lo que en
el momento en que el ostión, por ejemplo, filtra el agua para obtener su
alimento, los retiene, explicaron Rolando García-Gómez y Pável Castillo-Urueta,
del Programa de Ingeniería Química Ambiental y de Química Ambiental (PIQAyQA)
de la UNAM.
Sin embargo, aunque se
requeriría consumir gran cantidad de ostiones para ingerir una dosis realmente
perjudicial o letal de los contaminantes, los seres humanos -al metabolizar los
compuestos- generamos otros denominados intermediarios, los cuales son más
tóxicos que los iniciales. Estos últimos, agregó García Gómez, constituyen el
problema realmente grave, ya que son los que generan y desarrollan el proceso
de carcinogénesis.
Los ostiones, explicaron,
abundan prácticamente a lo largo de toda la costa del Golfo de México y del Mar
Caribe porque hay gran cantidad de lagunas costeras, su ecosistema natural;
también los hay en el Océano Pacífico, pero en menor cantidad.
Por ello, es necesario
establecer en México una norma alimentaria que ayude a disminuir y, en lo
posible, a evitar la presencia de contaminantes en este tipo de productos destinados al consumo humano, así como
desarrollar procesos industriales más limpios que no dañen el medio ambiente y
particularmente los mares y ríos, indicaron.
La normatividad
(NOM-031-SSA1-1993) establece el máximo de contaminación microbiológica que
pueden contener los moluscos antes de que su situación se considere alarmante;
sin embargo, no hay un apartado que mida hidrocarburos aromáticos, plaguicidas,
bifenilos policlorados u otros compuestos igualmente tóxicos.
Cabe resaltar que “del total
nacional de la producción de especies acuícolas, los ostiones –que también se
exportan– ocupan el segundo lugar, con el 10.87%. El primer lugar lo tiene la
mojarra”. El estado de Veracruz aporta el 90% de la producción nacional
ostrícola, aseguró Castillo-Urueta.
Una de las principales fuentes
de contaminación son los derrames del petróleo, situación grave debido a que el
hábitat de los ostiones en nuestro país coincide con la zona de explotación
petrolera más importante de México. Por ejemplo, en 2001 hubo un derrame en
Veracruz de cinco millones 400 mil litros de petróleo crudo, que afectó el
cauce del río Tepeyac.
Aunque la situación no es de
alarma porque los contaminantes en los ostiones fueron bajos, “puede
considerarse como una señal de alerta”, puesto que ese alimento en muy común
entre los mexicanos, puntualizó García Gómez.
Los expertos señalaron que los
moluscos bibalbos, es decir, aquellos que tienen dos conchas –almejas,
mejillones y ostiones entre otros–, se han utilizado durante mucho tiempo como
bioindicadores de contaminación, porque no poseen un sistema enzimático que les
permita degradar los HAP y, por tanto, los acumulan. Lo más grave es que varios
de estos moluscos constituyen un alimento para consumo humano.
Por ello, recalcaron, es de
vital importancia realizar un monitoreo de la contaminación almacenada en estos
organismos, especialmente los destinados a uso comercial, con la finalidad de
contar con información suficiente para estimar el riesgo potencial que pueda
representar el consumo de este producto en los seres humanos.
García-Gómez destacó que se
analizaron algunas muestras de ostiones adquiridos en el Mercado de Pescados y
Mariscos de la Central de Abastos, en la Ciudad de México, las cuales provenían
de la laguna de Tamiahua, en Veracruz.
Entre los datos obtenidos,
comentó por su parte Castillo-Urueta, están
los porcentajes de humedad,
cenizas, grasa cruda, así como de proteína cruda, encontrándose en estos moluscos
concentraciones relativamente altas de
hidrocarburos totales de petróleo e hidrocarburos aromáticos totales.
En conclusión, advirtió
García-Gómez, la situación no cambiará si no se generan tecnologías más limpias
para la industria. Por ello, “debe haber un compromiso del sector gubernamental
y productivo”, ya que no es de gran utilidad saber que existen estos
contaminantes si se siguen generando y, sin tratamiento, liberarlos
continuamente al medio. Por esto “se tiene que trabajar muy fuerte, en la regulación normativa, en las
tecnologías, así como en los procesos industriales”.
La próxima etapa de esta
investigación, comentó, consistirá en llevar a cabo un monitoreo directamente
en sitios y traer a los laboratorios las muestras para analizarlas, así como
extender el número de compuestos contaminantes a estudiar, como los
plaguicidas.
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Rolando García-Gómez y Pável Castillo-Urueta, de la
Facultad de Química de la UNAM, aseguraron que es necesario establecer en
México una norma alimentaria que regule la presencia de contaminantes en
productos pesqueros destinados al consumo humano.
Debe
reglamentarse la existencia de hidrocarburos aromáticos policíclicos en alimentos
del mar, coincidieron en señalar Rolando García-Gómez y Pável Castillo-Urueta,
de la Facultad de Química de la UNAM.