06:00 hrs. Diciembre 25 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-1033

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de fotos al final del boletín

 

 

MOLUSCOS CONTAMINADOS POR HIDROCARBUROS PODRÍAN CAUSAR CÁNCER O MUTACIONES

 

·        Algunos ostiones estudiados presentaron índices relativamente altos de contaminantes, para los que no existen normas regulatorias, coinciden Rolando García-Gómez y Pável Castillo-Urueta, del Programa de Ingeniería Química Ambiental y de Química Ambiental

·        Veracruz aporta el 90% de la producción nacional de dichos moluscos, informaron

 

Sustancias tóxicas derivadas de la combustión incompleta de materiales orgánicos se acumulan en órganos y tejidos de personas que consumen moluscos contaminados con estos compuestos y ponen en riesgo la salud, pues son carcinógenos y mutágenos.

 

Contaminantes como los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) son liberados al ambiente y depositados en el agua donde, debido a su peso molecular, bajan hasta el fondo del mar o  de las lagunas, por lo que en el momento en que el ostión, por ejemplo, filtra el agua para obtener su alimento, los retiene, explicaron Rolando García-Gómez y Pável Castillo-Urueta, del Programa de Ingeniería Química Ambiental y de Química Ambiental (PIQAyQA) de la UNAM.

 

Sin embargo, aunque se requeriría consumir gran cantidad de ostiones para ingerir una dosis realmente perjudicial o letal de los contaminantes, los seres humanos -al metabolizar los compuestos- generamos otros denominados intermediarios, los cuales son más tóxicos que los iniciales. Estos últimos, agregó García Gómez, constituyen el problema realmente grave, ya que son los que generan y desarrollan el proceso de carcinogénesis.

Los ostiones, explicaron, abundan prácticamente a lo largo de toda la costa del Golfo de México y del Mar Caribe porque hay gran cantidad de lagunas costeras, su ecosistema natural; también los hay en el Océano Pacífico, pero en menor cantidad.

 

Por ello, es necesario establecer en México una norma alimentaria que ayude a disminuir y, en lo posible, a evitar la presencia de contaminantes en este tipo de productos  destinados al consumo humano, así como desarrollar procesos industriales más limpios que no dañen el medio ambiente y particularmente los mares y ríos, indicaron.

 

La normatividad (NOM-031-SSA1-1993) establece el máximo de contaminación microbiológica que pueden contener los moluscos antes de que su situación se considere alarmante; sin embargo, no hay un apartado que mida hidrocarburos aromáticos, plaguicidas, bifenilos policlorados u otros compuestos igualmente  tóxicos.

 

Cabe resaltar que “del total nacional de la producción de especies acuícolas, los ostiones –que también se exportan– ocupan el segundo lugar, con el 10.87%. El primer lugar lo tiene la mojarra”. El estado de Veracruz aporta el 90% de la producción nacional ostrícola,  aseguró Castillo-Urueta.

 

Una de las principales fuentes de contaminación son los derrames del petróleo, situación grave debido a que el hábitat de los ostiones en nuestro país coincide con la zona de explotación petrolera más importante de México. Por ejemplo, en 2001 hubo un derrame en Veracruz de cinco millones 400 mil litros de petróleo crudo, que afectó el cauce del río Tepeyac.

 

Aunque la situación no es de alarma porque los contaminantes en los ostiones fueron bajos, “puede considerarse como una señal de alerta”, puesto que ese alimento en muy común entre los mexicanos, puntualizó García Gómez.

 

Los expertos señalaron que los moluscos bibalbos, es decir, aquellos que tienen dos conchas –almejas, mejillones y ostiones entre otros–, se han utilizado durante mucho tiempo como bioindicadores de contaminación, porque no poseen un sistema enzimático que les permita degradar los HAP y, por tanto, los acumulan. Lo más grave es que varios de estos moluscos constituyen un alimento para consumo humano.

 

Por ello, recalcaron, es de vital importancia realizar un monitoreo de la contaminación almacenada en estos organismos, especialmente los destinados a uso comercial, con la finalidad de contar con información suficiente para estimar el riesgo potencial que pueda representar el consumo de este producto en los seres humanos.

 

García-Gómez destacó que se analizaron algunas muestras de ostiones adquiridos en el Mercado de Pescados y Mariscos de la Central de Abastos, en la Ciudad de México, las cuales provenían de la laguna de Tamiahua, en Veracruz.

 

Entre los datos obtenidos, comentó por su parte Castillo-Urueta, están  los  porcentajes de humedad, cenizas, grasa cruda, así como de proteína cruda, encontrándose en estos moluscos concentraciones relativamente altas de  hidrocarburos totales de petróleo e hidrocarburos aromáticos totales.

 

En conclusión, advirtió García-Gómez, la situación no cambiará si no se generan tecnologías más limpias para la industria. Por ello, “debe haber un compromiso del sector gubernamental y productivo”, ya que no es de gran utilidad saber que existen estos contaminantes si se siguen generando y, sin tratamiento, liberarlos continuamente al medio. Por esto “se tiene que trabajar muy fuerte,  en la regulación normativa, en las tecnologías, así como en los procesos industriales”.

 

La próxima etapa de esta investigación, comentó, consistirá en llevar a cabo un monitoreo directamente en sitios y traer a los laboratorios las muestras para analizarlas, así como extender el número de compuestos contaminantes a estudiar, como los plaguicidas.

 

 

 

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PIES DE FOTO
 
FOTO  1

 

Rolando García-Gómez y Pável Castillo-Urueta, de la Facultad de Química de la UNAM, aseguraron que es necesario establecer en México una norma alimentaria que regule la presencia de contaminantes en productos pesqueros destinados al consumo humano.

 

FOTO 2

 

Debe reglamentarse la existencia de hidrocarburos aromáticos policíclicos en alimentos del mar, coincidieron en señalar Rolando García-Gómez y Pável Castillo-Urueta, de la Facultad de Química de la UNAM.