06:00 hrs. Diciembre 22 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-1026

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de fotos al final del boletín

 

CONTAMINADOS, LOS SISTEMAS ACUÁTICOS DE XOCHIMILCO

 

·        Marisa Mazari, del Instituto de Ecología de la UNAM, advirtió la presencia de la bacteria Helicobacter pylori en los canales de Xochimilco, así como en pozos y aguas subterráneas

·        Califica de necesaria la modificación de la Norma Oficial Mexicana de agua para uso y consumo humano, así como para riego

 

Se han encontrado bacterias y otro tipo de organismos, como virus, que producen enfermedades gastrointestinales en distintos sistemas acuáticos de Xochimilco: pozos, agua subterránea y canales, así como en aguas residuales y tratadas que se usan para consumo humano y para riego.

 

Según investigaciones de Marisa Mazari y su equipo de colaboradores del Instituto de Ecología y de la Facultad de Medicina de la UNAM, la presencia de la bacteria Helicobacter pylori es alarmante. “Los microorganismos encontrados en el agua pueden afectar, en especial, a las personas mayores y a los niños, aunque depende del sistema inmunológico de cada persona”.

 

Frente a este problema, al cual se suma a la deficiente desinfección  del agua en la zona, la científica propone modificar la Norma Oficial Mexicana de Agua para Uso y Consumo Humano (NOM 127-SSA-1), la cual no ha sido actualizada desde la década de los 50 en relación con aspectos bacteriológicos, y es válida para todo el país.

 

 

Dicha reglamentación se ha sustentado, de forma tradicional, en determinar la calidad del líquido con base en la sola presencia de bacterias coliformes totales y fecales. Empero, “estamos encontrando otro tipo de organismos patógenos que jamás imaginamos”.

 

Para realizar uno de los estudios se tomaron muestras de 35 pozos (elegidos al azar de los mil 500 existentes en toda la ZMCM), así como en 35 sitios más de los canales de Xochimilco y en cinco entradas de dos plantas de tratamiento (Cerro de la Estrella y San Luis Tlaxiatemalco), de forma que tanto la zona urbana como agrícola estuvieran representadas.

 

Además, detectaron las transformaciones del agua subterránea antes y después de la cloración. De ese modo fue posible determinar que los sistemas de desinfección no son eficientes, puesto que son manuales y un tanto obsoletos.

 

Marisa Mazari destacó que una parte pendiente de la investigación consiste en tomar muestras en los domicilios, donde el usuario recibe el líquido, ya que el sistema de distribución del agua es complicado y, al llegar a su destino final, se mezclan tanto las que se obtienen del subsuelo como las que provienen de fuentes externas.

 

Por su importancia como proveedora de agua para riego, los investigadores eligieron para un estudio específico el área de Xochimilco. En los canales del área se realizaron varios análisis con el fin de determinar los parámetros físicos y químicos básicos del líquido: temperatura, grado de acidez y alcalinidad (pH), así como conductividad (o cantidad de sales).

 

Se midieron el amonio y los nitratos, que dan una idea de la calidad del agua en relación con la materia orgánica que puede contaminarla, así como el cloro residual, el cual indica cómo se lleva a cabo la desinfección; todo ello se relacionó con aspectos bacteriológicos.

 

Los estudios, agregó, se realizan en colaboración con la doctora Yolanda López Vidal, de la Facultad de Medicina, y los epidemiólogos Juan Calva y Sergio Ponce León, ambos del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”. “Hicimos un análisis de bacterias indicadoras de la calidad del agua: coliformes totales, coliformes fecales, estreptococos locales y otras enterobacterias”, dijo la investigadora universitaria.

 

Todo ello, a la vez, se relaciona con la desinfección (o cloración) en la cual se forman compuestos llamados trialometanos, como son, por ejemplo, el cloroformo, el dibromoclorometano, bromodiclorometano y bromoformo, asociados con cáncer gástrico, de cuya concentración no se tiene una idea clara en el agua de la ZMCM.

 

En los canales de Xochimilco el aporte de agua nueva, cuya calidad es relativamente mala, proviene de plantas de tratamiento, así como de la lluvia, en la que se diluyen los contaminantes. Pero ahí también se vierten las aguas residuales desde los drenajes de las casas, problema común en muchos ríos y lagos del país.

 

Comentó que con el líquido, que contiene miles de bacterias de todo tipo, se riegan los sembradíos de la zona chinampera, en especial verduras que se consumen crudas (como las lechugas).

 

Para tales usos del agua no existe una legislación, sino que se emplea la misma que para la residual tratada. “Ojalá se generara una norma que tenga que ver con la irrigación”.

 

Asimismo señaló que en la parte turística de Xochimilco, las concentraciones de contaminantes son mayores que en otras áreas donde la conservación de los ecosistemas es mejor, como es la zona chinampera.

 

En opinión de la especialista, los problemas de insuficiencia de agua son tan apremiantes, que los de calidad se han dejado pasar, y “creo que nos están rebasando”.

 

Para revertir la situación es necesario, además de cambiar la norma, actualizar los laboratorios que forman la red nacional de monitoreo de calidad del agua, ya que sus mediciones no son confiables; los datos que ellos arrojan acerca de microorganismos son esporádicos.

 

Asimismo, indicó, se requiere contar con personal técnico especializado a escala nacional para hacer los análisis que determinen la calidad del agua en todo el país, así como con bases de datos que los especialistas puedan consultar.

 

 

Abundó que en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM), el problema no es sólo de mala calidad del agua, sino de cantidad insuficiente de ésta, debido a la sobrepoblación -alrededor de 20 millones de habitantes (20% de la población nacional) ocupan el 0.03% del territorio-, y a la concentración industrial -en este lugar se ubica el 45% de ella-.

 

Para su mantenimiento y desarrollo, la urbe requiere gran cantidad del líquido (67 metros cúbicos por segundo, es decir, 67 mil litros), 70% de los cuales se extraen de los mantos acuíferos locales. Sin embargo, para abastecer al área se obtiene agua de otras dos cuencas, Lerma y Cutzamala.

 

Marisa Mazari recordó que, de forma natural, en esta zona existía gran cantidad agua, “pero nos la hemos acabado”; desde el punto de vista hidrológico se ha causado un desbalance absoluto.

 

Indicó que sólo el 10% del agua que se utiliza en la ZMCM es sometida a tratamiento y reciclaje; el resto, luego del uso, va a dar al Golfo de México.

 

La especialista señaló que “las fuentes contaminantes en la superficie son causa de la pérdida de calidad de los acuíferos subterráneos, que es de donde se extrae la mayor parte del agua que utilizamos”. Existe una serie de elementos contaminantes, puntuales y difusos, tales como la industria y el drenaje.

 

Apuntó que el sistema de drenaje está formado, entre otros elementos, por ríos y canales sin revestir, además de tubos de seis metros de diámetro ubicados a 50 o 60 metros de profundidad, cuando los acuíferos, de los cuales se extrae el agua potable se encuentran a entre 100 y 300 metros.

 

Así, parte de las aguas residuales se filtran hacia el acuífero, junto con otros compuestos contaminantes de tiraderos clandestinos o de confinamientos controlados. Además, debido a la extracción de agua se liberan sales de los suelos, que son bombeadas junto con el líquido.

 

Por la importancia que revisten las zonas poniente y sur de la ciudad, las más importantes desde el punto de vista de la recarga del acuífero, y ésta última la de mayor relevancia para la extracción de agua, es que se decidió realizar ahí las investigaciones, concluyó.

 

 

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PIES DE FOTO

 

 

Foto 1

 

Marisa Mazari, del Instituto de Ecología, advirtió sobre la presencia de microorganismos en sistemas acuáticos de Xochimilco, los cuales pueden afectar, en especial, a personas mayores y a niños.

 

Foto 2

 

Es necesario modificar la Norma Oficial Mexicana de Agua para Uso y Consumo Humano, que data de 1950, y que de forma tradicional ha determinado la calidad del líquido con base en la sola presencia de bacterias coliformes totales y fecales, sostuvo la investigadora universitaria Marisa Mazari.