06:00 hrs. Diciembre 19 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-1020

Ciudad Universitaria

 

 

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CAYÓ 30% LA PRODUCCIÓN DE CAFÉ  EN MÉXICO, TAN SÓLO ESTE AÑO

 

·        José Antonio Romero Sánchez, académico de la Facultad de Economía de la UNAM, dijo que esta situación afectará a cerca de 300 mil campesinos que dependen del cultivo del grano

·        Entre las causas de la crisis destacan: la sobreoferta, la competencia desleal, el acaparamiento por parte de las empresas transnacionales y la importación de producto de baja calidad

 

Este año la producción de café en nuestro país ha sufrido una caída de casi 30%, al reducirse de 5.5 millones de sacos anuales en promedio a 4.2 millones, situación que afectará a aproximadamente 300 mil familias de campesinos que dependen del cultivo del grano, advirtió el académico de la Facultad de Economía (FE) de la UNAM, José Antonio Romero Sánchez.

 

Precisó que las causas principales de la grave crisis que enfrenta la industria cafetalera son: la sobreoferta, la competencia desleal entre grandes y pequeños productores, el acaparamiento por parte de las empresas transnacionales, la importación de producto de baja calidad y la falta de apoyo.

 

Además, puntualizó, que a pesar de que los mexicanos no son consumidores importantes de café, aún así se destina el 80% de la producción al consumo interno y sólo el 20% está destinado al mercado de exportación.

 

Informó que el grano se cultiva, en términos de mayor a menor producción, en Chiapas, Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Hidalgo, Nayarit, Jalisco y Colima.  El 70% de la cosecha de esta producción la absorben las dos primeras entidades.

 

El economista aseveró que México es uno de los países productores de café de mayor calidad en el mundo, comparable con el grano de Colombia y Guatemala y por encima del de Brasil, Vietnam e Indonesia. Sin embargo, los tres últimos han rebasado a nuestro país en la comercialización  internacional.

 

Explicó que la calidad del café mexicano se enmarca en el tipo “arábiga”; es decir, es aromático, con acidez agradable y uno por ciento de cafeína, propiciando que sea más suave. En cambio, planteó, el de las naciones que determinan y establecen el precio, como Brasil, es de menor calidad,  catalogado tipo “robusto”, más denso en su aspecto, con mayor acidez y contiene el dos por ciento de cafeína.

 

Este país es el mayor productor en el mundo y él establece el precio del grano en términos internacionales, lo que le permite vender más que ninguno otro. Por lo regular, explicó, los precios se establecen con base al productor que tiene las peores condiciones de cultivo: costos elevados, tierra de menor calidad o dificultades en el trabajo. Así, se le debe garantizar la recuperación de sus costos y  una ganancia, pues de lo contrario invertiría en otros rubros y no en la agricultura.

 

Romero Sánchez señaló que en el establecimiento del precio del grano también influyen los movimientos bursátiles y la intervención de las grandes empresas transnacionales, las cuales acaparan el café: lo compran, ocultan y pagan al productor el precio que desean porque para ellas está garantizado el abastecimiento.

 

Las dos grandes concentradoras transnacionales son la Nestlé (elaboradora del Nescafé) y la General Food ( Café Oro), las cuales además divulgan que hay sobreoferta excesiva de café para influir en su precio.

 

 

Además, abundó, existen los acaparadores, quienes adquieren el café recién cortado, conocido como cerezo, cuando su valor todavía es bajo y pagan a dos o tres pesos el saco. Una vez procesado, el precio -aunque inestable- fluctúa entre los 58 y los 72 dólares el saco; por supuesto,  el campesino ya no recibe ningún beneficio por ello.

 

Los acaparadores se convierten en industriales y, con maquinaria sencilla, realizan el proceso de despulpar el café mediante un sistema de centrifugado; después lo secan –en esta fase del proceso se le conoce como pergamino– y  lo someten al “beneficio”, que consiste en separar los granos y llegar a lo que se llama nivel de gourmet, momento cuando está en mejor forma y tiene mayor tamaño. Entonces, el precio se eleva.

 

La ventaja de los productores de grano de mayor calidad, subrayó el economista, son mejores ganancias y no necesariamente por producir más. El caso de México debería ser éste.

 

Resaltó que la desigualdad -y consiguiente desventaja- entre los productores con recursos y tecnología y los que carecen de todo, propicia que se demerite el precio del café, pues los segundos venden el grano a precios por debajo de su costo.

 

En el país, afirmó, cerca del 80% de las personas dedicadas a esta industria son pequeños productores que no trabajan con la lógica de colocar el café en grandes mercados y, por tanto, son los más afectados con esta situación.

 

Otro grave problema para los cafeticultores, consideró el catedrático de la FE, es la sobreoferta generada, a pesar de que en los últimos cinco años hubo una caída en la producción.

 

Ejemplificó que con una producción anual de cinco millones de sacos –cada uno de 60 kilogramos en promedio– son en total 300 millones de kilogramos o 30 mil toneladas las que se producen en el país.

 

En el mundo, indicó, la sobreoferta se registra desde hace cinco años. La producción anual era de entre 110 millones y 115 millones de sacos, pero se redujo a entre 105 millones y 100 millones. Pese a ello, la demanda del mercado, que es de 10 millones a 110 millones de sacos según el ciclo, se logra satisfacer.

 

Al referirse a la importación, el especialista anotó que se permite la introducción al país de café de menor calidad –“robusta”– sobre todo de Indonesia.

 

A esto se suma el hecho de que los mexicanos no somos buenos consumidores. Mientras Europa y Estados Unidos las personas acostumbradas a beberlo ingieren de ocho a diez tazas, en México no rebasan las dos tazas al día, porque no tenemos la cultura del gusto por él.

 

José Antonio Romero destacó que, frente a este panorama, no hay una política sistemática de apoyo a los productores. Una muestra de ello es que con frecuencia los cafetales se llenan de plagas –uno de los problemas más graves de los cultivos- y los campesinos carecen de medios para erradicarlas, de ahí las elevadas pérdidas.

 

El hecho de que se hayan limitado los créditos, así como la asistencia técnica para erradicar las plagas y el respaldo de una comercializadora como era Imecafé, provoca serios problemas para este grueso de productores.

 

Manifestó la necesidad de aplicar estrategias de apoyo a los productores de café para que puedan competir con los grandes consorcios nacionales e internacionales. Primero, con medios para proteger las cosechas de las plagas y, segundo, con ayuda para que los campesinos tengan sus propias procesadoras, a fin de que vendan el grano con valor agregado al que les pagan por la recolección.

 

Esto significaría –vaticinó el académico- mejores ingresos, así como garantía de estabilidad social, pues al haber tanto café hasta los intermediarios seguirían beneficiándose.

 

 

 

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PIES DE FOTO

 

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José Antonio Romero Sánchez, académico de la Facultad de Economía de la UNAM, dijo que este año se espera una caída de casi el 30% en la producción de café mexicano, lo que afectará a 300 mil familias que dependen del cultivo de este grano.

 

FOTO 2

 

La sobreoferta, la competencia desleal entre productores, el acaparamiento por parte de empresas transnacionales y la importación de producto de baja calidad, son algunas de las causas principales que provocaron la crisis de la industria cafetalera, advirtió José Antonio Romero Sánchez, académico de la Facultad de Economía de la UNAM