Boletín UNAM-DGCS-1016
Ciudad Universitaria
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final del boletín
NO TODOS LOS
ÁCAROS CAUSAN ENFERMEDADES
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Anita Hoffmann, profesora emérita de la Facultad de Ciencias, refirió
que en el mundo se han estudiado 50 mil especies, pero se calcula que puede
haber un millón
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Estos artrópodos habitan en toda clase de ambientes y en el humano se
pueden encontrar en ojos, pulmones, oídos, intestinos y, más comúnmente, en la
cara
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La investigadora de la UNAM ha descubierto cerca de 60 especies y
alrededor de 10 géneros de ácaros en México, ambos nuevos para la ciencia
Muchas especies de ácaros, asociados a todos
los organismos vivos resultan inofensivas pues sólo se alimentan de los
desechos de los mismos, pero otros provocan alergias e incluso asma, entre
otras enfermedades, aseguró la doctora Anita Hoffmann, catedrática de la
Facultad de Ciencias.
Precisó que, hasta ahora, se han estudiado
alrededor de 50 mil especies de ellos en el mundo; sin embargo, se calcula que existen cerca de un millón.
Sólo en México, se han descrito unas cuatro mil 500 familias.
La investigadora, pionera de la acarología en
nuestro país, señaló que ese grupo de animales habita en las casas. Los que
viven en el polvo o en los colchones se alimentan de nuestros desechos, por
ejemplo, de las escamas de piel muerta, así como de secreciones nasales y
óticas (de los oídos) que caen a la superficie.
Desgraciadamente, precisó, las sustancias (proteínas) que secretan algunos (somáticas y metabólicas) pueden provocar alergias como asma, rinitis o comezón en la piel. En el campo abundan los tlalzahuates o coloradillas y las garrapatas, que pueden provocar dermatitis intensas.
En especial, se considera que las especies
Dermatophagoides pteronyssinus y Dermatophagoides farinae son las causantes del
asma, "pero estoy segura de que algunos otros ácaros pueden producir
alergenos que ocasionen problemas a personas sensibles a ellos". Hay
también acariasis (infestaciones por ácaros) oftálmica, pulmonar, ótica e
intestinal, puntualizó la investigadora universitaria.
Por lo general, los ácaros son ignorados debido
a su tamaño: la mayor parte de ellos son microscópicos (entre 100 y 500
micrones, tomando en cuenta que un micrón equivale a una milésima de
milímetro), y sólo los más grandes, las garrapatas -que llegan a medir poco más
de un centímetro- son bien conocidos. Por ello, comenzaron a ser estudiados, de
modo serio y profundo, apenas en el
siglo pasado.
Estos artrópodos, parientes de las arañas,
habitan en toda clase de ambientes, desde las altas montañas hasta profundidades
de cinco mil metros en los mares; viven incluso en los suelos parcialmente
formados, entre musgos y líquenes, "ahí están los ácaros ayudando a la
degradación".
Son tan adaptables que "los hemos
encontrado en aguas sulfurosas y termales bastante calientes. Si la especie
humana desaparece del planeta, es seguro que los ácaros sobrevivirán junto con
otros artrópodos".
En algunos casos los ácaros no actúan como
parásitos; se trata de ácaros de vida libre que se alimentan de materia en
descomposición o de desecho, como el cerumen de los oídos. Algunos otros
invaden alimentos como el queso, jamón, leche en polvo, dulces y otros, que si
son ingeridos por las personas llegan al intestino, donde encuentran un lugar
propicio para habitar y reproducirse. Las secreciones y defecaciones de estos
ácaros pueden actuar como alergenos, ocasionando acariasis intestinales.
La especie Demodex folliculorum vive en los
poros de la cara y se alimenta del material secretado por las glándulas
sebáceas, asociadas a los folículos pilosos. A pesar de comportarse como
parásito, es decir que vive a expensas del huésped, no le causa a éste ninguna
molestia, salvo en casos especiales en que se presenta una infección secundaria
por bacterias o cuando invade los folículos de las pestañas produciendo
blefaritis (inflamación aguda o crónica de los párpados), padecimientos muy
molestos.
Normalmente, este tipo de ácaros se distribuye
por toda la cara, pero sobre todo en la nariz, pómulos, barba y frente, y se
ven como puntos negros. La mayoría de las personas que los tienen desconocen
que en su rostro albergan cientos de esos microorganismos.
Hoffmann, creadora -bajo el auspicio del
Instituto de Biología de esta casa de estudios- de la única colección de ácaros en México con reconocimiento
internacional, explicó que los ácaros también pueden llegar a ser una plaga
para ciertas plantas. Por ejemplo, Eriophyes guerreronis es una especie muy
dañina para la palma de coco, que ataca tanto a sus flores como a sus frutos, y
hasta ahora no se ha encontrado un remedio efectivo para combatirla.
Hay casos en los que se utiliza a algunas
familias de ácaros contra plagas de
otras especies de éstos. Tal es el caso de los fitoseidos, depredadores de "arañas rojas",
ácaros fitófagos –que se alimentan de materiales vegetales-, los cuales
constituyen plagas de muy difícil combate.
Existen también los ácaros “comensales”, que
viven temporal o permanentemente sobre el cuerpo de un huésped, pero no se
alimentan de él sino de sus desechos, como son todos los plumícolas, que se nutren de las
descamaciones de las plumas. Muchas aves albergan a cientos de ellos,
pudiéndose encontrar en una sola pluma hasta ocho diferentes especies de estos
diminutos animales. El ave se beneficia, pues limpian su cuerpo de todo tipo de
detritos (partículas).
Los ácaros, refirió la académica emérita de la
UNAM, se transportan a través del viento, pero también se suben al cuerpo de
animales corredores o voladores hasta llegar a lugares favorables para su
nutrición y desarrollo.
En México se han encontrado, hasta ahora,
alrededor de 4 mil 500 especies de ácaros, de las cuales la Hoffmann ha
descubierto más de 60 especies y 10 géneros. "Pero son muchas más, incluso
he encontrado varias todavía desconocidas, pero no he tenido tiempo de
describirlas", finalizó.
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PIES DE FOTO
Foto 1
En
el mundo se han estudiado alrededor de 50 mil especies de ácaros; sin embargo,
se calcula que existen cerca de un millón, afirmó Anita Hoffmann, profesora
emérita de la Facultad de Ciencias.
Foto 2
Anita Hoffmann, investigadora de la Facultad de Ciencias, dijo que tan sólo en México se ha descrito a unas cuatro mil 500 especies de ácaros, artrópodos que son ignorados debido a su tamaño (la mayor parte de ellos son microscópicos).