06:00 hrs. Diciembre 14 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-1010

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de fotos al final del boletín

 

DE PRIMER NIVEL INTERNACIONAL, EL LABORATORIO DE DIAGNÓSTICO DE OBRAS DE ARTE DE LA UNAM: FALCÓN ÁLVAREZ

 

·        La coordinadora del laboratorio universitario, comentó que es la única que otorga servicio abierto a las instituciones culturales

·        Mediante un trabajo interdisciplinario se pueden estudiar con mayor certeza, profundidad y detalle las obras de arte, resaltó

 

Ante la dificultad para determinar con precisión la autoría de pinturas antiguas por falta de documentación respecto a los artistas de la época virreinal y la gran cantidad de obra no firmada, y con el propósito de conservar y restaurar obras de arte, se creó el  Laboratorio de Diagnóstico de Obras de Arte del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM.

 

Único con servicio abierto a las instituciones culturales y con calidad de primer nivel en el ámbito internacional, este laboratorio analiza pinturas prehispánicas, coloniales y modernas mediante la identificación de las técnicas pictóricas utilizadas, la definición de los materiales con los que están elaboradas y la determinación de los procesos empleados por el artista, aseguró su coordinadora, Tatiana Falcón Álvarez.

 

Puntualizó que estas obras se atribuían sólo a través de pruebas históricas a ciertos autores, una vez que los especialistas de arte realizaban análisis, pero sin posibilidad de corroborarlo.

 

En año y medio de funcionamiento, el número de obras diagnosticadas por año fue de 15 pinturas de caballete, y con el proyecto de obra mural, en 2001 se estudiaron los trabajos de ocho zonas arqueológicas de Oaxaca.

 

Comentó que se reciben todo tipo de trabajos, pero en virtud de que se desarrolla la tarea en colaboración con instituciones culturales y museos como el Nacional de Arte, por lo general se analizan piezas de primer nivel de distintas épocas. Hasta ahora, se han estudiado pinturas reconocidas y que existen en catálogos de la segunda mitad del siglo XVI hasta el XIX.

 

Por medio de estas investigaciones, precisó, el especialista puede realizar interpretaciones específicas, definir la escuela y la época en que se creó la obra, así como las características de su composición y contribuir a su conservación y restauración.

 

Destacó que entre las líneas de investigación del Laboratorio se encuentra la experimentación, donde se conjuntan los conocimientos adquiridos a través de los estudios de las pinturas murales y códices prehispánicos y coloniales con técnicas más libres.

 

En una primera fase, explicó la restauradora, se dejan de lado los aspectos teóricos para tratar de reproducir materiales del mundo prehispánico, como los pigmentos artificiales.

 

La pintura de esa época, agregó, tiene colores que no son minerales. Se trata de tintes que se fijan sobre arcillas o algún otro soporte para hacer un polvo que se aplica como pigmento. En el Laboratorio también se trabaja con distintas plantas pintoreas, utilizadas en la antigüedad, para tratar de reproducirlas y compararlas con los originales ya estudiados.

 

En el Laboratorio, informó, también se analizan obras de los museos. En la actualidad se trabaja un proyecto con una beca de coinversión del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca).

 

La especialista explicó que el Laboratorio empezó a funcionar desde 1992, pero se cerró y reestructuró tiempo después. La segunda etapa inició en el año 2000 y se inauguró de manera formal en febrero de 2001. A partir de entonces, se llevan a cabo los estudios sistemáticos y metódicos de pinturas.

 

A pesar de que desde hace 20 años se efectúan en México estudios de esta índole y algunas instancias culturales tienen equipo analítico, el laboratorio de la UNAM es el único abierto a este tipo de dependencias, aunque no al público en general.

 

“Nosotros tenemos objetivos académicos y de investigación; además, existe un comité que analiza cada caso presentado y determina si es pertinente realizar el estudio”, puntualizó.

 

Tampoco, indicó, se dedican a la identificación de obra falsificada porque no tienen la información suficiente ni se les ha requerido esa tarea.

 

Falcón Álvarez detalló que el estudio sistemático de la pintura lleva un orden: se escoge un autor;  se selecciona la obra que está firmada por él o se le atribuye; se analizan e identifican los materiales utilizados, y se observa si los procesos, las soluciones plásticas, –la forma de hacer una luz o una sombra, así como las características de una transparencia o un emplasto de pintura– son correspondientes. Esto es, si tienen cierta uniformidad porque se trata de un lenguaje, una manera específica de expresarse del autor.

 

Se recrea la historia de la tecnología de los materiales y la de la pintura como tal, como una manera de decir las cosas a través de pastas y colores, detalló.

 

El procedimiento técnico consiste en llevar a cabo diversas pruebas, entre ellas, un estudio fotográfico de la obra a detalle. Sobre éste, así como del original, se determina la paleta del pintor; se identifican los colores y sus características; luego se hace un análisis de reflectografía infrarroja, es decir, se utiliza una cámara especial para ver más allá de la superficie de la pieza mediante la medición de la temperatura.

 

Con esos análisis, en la pintura antigua se observan los repintes, las correcciones, el dibujo preparatorio y la forma en que se construyó su arquitectura. A partir de ello surge la hipótesis de la técnica usada.

 

Después se toman muestras de la pintura que se estudia bajo el microscopio, se preparan, incluyen y revisan cortes transversales y cuál es la estructura. Así se determinan las facilidades técnicas que aplica el pintor para concebir algo específico.

 

Los procedimientos del autor son identificados por métodos químicos, tales como colores específicos, tamaño del pigmento y origen. Detalles que contribuyen a completar la imagen total del proceso de creación, además de radiografías para precisar problemas o sobreposición de pintura.

 

La complejidad y la delicadeza de los estudios, dijo, dependen del proyecto o problema que se trate. Con las obras de la época prehispánica, para las cuales no existen documentos escritos que definan la forma en que se pintaba, se hacen análisis para identificar los elementos que determinan el uso de aceites, óleo y acrílico. Aquí se debe precisar el material con el que pegaron el polvo de colores, parte fundamental de la técnica.

 

Por su dificultad, los estudios de este tipo se desarrollan con instituciones tanto de la UNAM (el Instituto de Investigaciones en Materiales), como de fuera.

 

El trabajo interdisciplinario en el que participan cerca de 20 especialistas de diferentes ramas es de primer nivel en el ámbito internacional, apuntó.

 

Este año, la tarea desarrollada fue en siete obras de una exposición de José Juárez y tres pinturas más de Hermenegildo Bustos,   propiedad del Museo Nacional de Arte.

 

Debido a que la labor realizada en este Laboratorio es de alta especialización, se cobra una cantidad, aunque mínima, que se reinvierte en materiales.

 

 

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PIES DE FOTO

 

Foto 1

 

Tatiana Falcón Álvarez, coordinadora del Laboratorio de Diagnóstico de Obras de Arte, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, señaló que este lugar es el único con servicio abierto a las instituciones culturales y museos.

 

 

Foto 2

 

En el Laboratorio de Diagnóstico de Obras de Arte, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, se estudian las pinturas de distintas épocas mediante un trabajo de primer nivel en el ámbito internacional, aseveró su coordinadora, Tatiana Falcón Álvarez.